Marx
Las reacciones de la izquierda espa?ola contra los consejos del FMI, BM y GATT bordean lo rid¨ªculo. A lo largo de su historia esas instituciones han cometido errores y tenido aciertos, pero si escucharan a verdes voceros alternativos acabar¨ªan de hundirnos en la miseria. Si cierro los ojos y pienso en la izquierda fundamentalista de finales del siglo XX, veo el cuadro de Brueghel que representa la par¨¢bola de los ciegos. Guiados por Carlos Marx, llevaban a?os vegando por caminos sin salida. Ca¨ªdo el muro que les proteg¨ªa, se precipitan a una zanja de confusi¨®n moral e intelectual.En 1944, los aliados crearon el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Acuerdo General de Aranceles y Comercio para que fundamentando una posguerra de libertad y prosperidad, se evitara el desastre que sigui¨® a la Gran Guerra: nos libramos de hiperinflaciones, depresiones econ¨®micas, y revoluciones nacional-socialistas y social-proletarias. La idea era generosa y debemos estar liberalmente agradecidos a Keynes y White por pensar en la felicidad en vez de en la venganza.
Un Keynes algo contrariado dijo que, por empe?o de los americanos, "el Fondo era un banco y el Banco era un fondo". El FMI iba a ser el banquero del mundo, con la misi¨®n de mantener la estabilidad de las monedas y corregir la prodigalidad de los Estados. El banco iba a funcionar como un fondo de inversiones, que facilit¨® la reconstrucci¨®n de lo asolado por la guerra y prest¨® ayuda a los gobiernos de los pa¨ªses subdesarrollados. No importa que en 1974 la crisis petrolera forzara una vuelta a un sistema de cambios flexibles: hab¨ªa calado la lecci¨®n del FMI de lo da?ina que es la inflaci¨®n y las monedas iban a flotar en busca del ajuste y no de la licencia. No importa que los abusos de gobiernos corrompidos en el tercer mundo hayan obligado al Banco Mundial a apoyarse en el mercado libre: sabemos que la ayuda no debe ir destinada a los gobernantes. El GATT es el mejor amigo de los hambrientos y desheredados, pues les permite vender en los ricos.
La izquierda antes marxista, hoy verde, ha pasado tantos a?os adorando ¨ªdolos que no ceja en la busca de una fe escatol¨®gica. Por eso he aconsejado a sus intelectuales que se regeneren en las aguas lustrales de la verdad. Leo, el libro de Vitali Chentalinski De los archivos literarios del KGB y releo El maestro y Margarita de Mija¨ªl Bulgakov. Es iron¨ªa de la historia que muchos manuscritos de intelectuales perseguidos por el comunismo se hayan salvado gracias a los bur¨®cratas de la polic¨ªa secreta sovi¨¦tica. Emociona recobrar trozos del diario de Bulgakov, cuyo t¨ªtulo elocuente era Bajo la bota. ?Que no saben qui¨¦n es Bulgakov? L¨¢ncense sobre su novela. La ingenua y torrencial imaginaci¨®n del recreador de Mefist¨®feles en su bajada a los infiernos estalinianos era incompatible con el marxismo.
No cab¨ªa esperar mucho de Carlos Marx, ah¨ªto de filosof¨ªa alemana y econom¨ªa escocesa. En la miseria se consol¨® haci¨¦ndole un hijo a la cocinera de la familia y obligando a Engels a guardar el secreto y a adoptarlo. No quiso conocer a la compa?era de Engels, Mary Burns, por ser obrera y arrejuntada. En cuanto Engels hered¨®, di¨® Marx bailes atendidos por criados de calz¨®n corto en su nueva mansi¨®n. Me pregunto por qu¨¦ no quiere V¨¢zquez Montalb¨¢n pedir perd¨®n de rodillas por los grandes cr¨ªmenes del siglo XX con los que est¨¢ asociado por su filiaci¨®n Pol¨ªtica. A veces. pienso que si no hay Dios, deber¨ªamos inventarlo los hombres modernos para pedir perd¨®n por los asesinatos, masivos, voluntarios y a sangre fr¨ªa de nuestra ¨¦poca de progreso. Emplear¨¦ la lengua de madera del marxismo bisc¨²ter. Conviene a nuestra salud mental el "desolidarizarnos" de los errores del comunismo sovi¨¦tico, mao¨ªsta, senderista, camboyano... Conviene a nuestra so ciedad una "autocensura" que evite otra ca¨ªda en la zanja llena de barro sanguinolento. Willy Brandt pidi¨® perd¨®n de rodillas en Varsovia por la matanza de los resistentes polacos: no olvidemos que los sovi¨¦ticos esperaron a las puertas de la ciudad a que los nazis acabaran la faena.
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