Soldados imberbes y desorejados
Llegan a mediod¨ªa en columnas de autobuses, coreando consignas patri¨®ticas, ondeando banderas y dando vivas a Sadam Husein. Desde hace tres d¨ªas, el Estadio del Pueblo, en el coraz¨®n de Bagdad, es el punto de convergencia de millares de escolares que est¨¢n dando forma a una milicia desarmada que el Gobierno iraqu¨ª pomposamente describe como "los feday¨ªn de Sadam".En funciones arregladas por el Ministerio de Informaci¨®n iraqu¨ª -que m¨¢s que atender controla a los centenares de periodistas que han llegado a Bagdad en los ¨²ltimos d¨ªas-, todos estos j¨®venes juran estar dispuestos a morir combatiendo contra los ej¨¦rcitos mas poderosos del mundo. En esas caras hay j¨²bilo e impaciencia por partir al frente. "Cuanto antes mejor", dec¨ªa ayer un joven llamado Abdul Karim y que personificaba las ansias de aventura. A primera vista, los fedayin son el alma del nuevo esp¨ªritu de combatividad iraqu¨ª. La realidad, sin embargo, es otra. Nadie, que se sepa, ha recibido instrucci¨®n militar.
Ni siquiera el Ej¨¦rcito de Saddam, con sus temidas brigadas de guardias republicanos, parece estar en condiciones de aguantar un embate de gran escala, por m¨¢s breve que fuera. El aparato militar de Sadam, dicen algunos diplom¨¢ticos extranjeros en Bagdad, no ser¨ªa en ning¨²n caso un rival para la coalici¨®n militar aliada, y no s¨®lo porque el arsenal de Bagdad haya sido diezmado de conformidad a las resoluciones de las Naciones Unidas: la miseria provocada por las sanciones econ¨®micas internacionales sencillamente no perdona a nadie, mucho menos a los soldados. Cuando la televisi¨®n iraqu¨ª mostr¨® ayer im¨¢genes de tropas que se replegaban, lo que se vio fue equipo militar anticuado, camiones desvencijados e hileras de hombres en uniformes deste?idos.
Deserciones masivas
El alivio de los soldados al marchar a posiciones de retaguardia era tan evidente como la lamentable situaci¨®n de los trenes que se los llevaron hacia el norte. Mal armados, peor pagados y con la moral abollada por su humillante derrota en 1991, muchos soldados iraqu¨ªes comenzaron a desertar a comienzos de a?o. Seg¨²n fuentes diplom¨¢ticas en Bagdad, el problema alcanz¨® niveles alarmantes en el verano pasado. Pero no dur¨® mucho. Sadam Husein ha conseguido desanimar a los desertores con un m¨¦todo, por as¨ª decirlo, bastante persuasivo: a todo soldado que abandone filas se le corta una oreja. Si es reincidente, la otra. "El sistema ha funcionado", dec¨ªa ayer un diplom¨¢tico extranjero, "las deserciones han disminuido admirablemente".
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