?Por que no te pronuncias ya, Felipe?
?Por qu¨¦ no te pronuncias, Felipe? ?Como presidente? ?Como secretario general del PSOE? T¨² sabr¨¢s. Como mejor sea para la causa del 0,7% del PIB.Hace diez meses calificabas nuestra huelga de hambre, que dec¨ªas "seguir con inquietud, de "aldabonazo a nuestra sociedad" y afirmabas que la prioridad de los pueblos empobrecidos "era poco discutible".
Cosas parecidas hemos o¨ªdo posteriormente a ministros, secretarios de Estado, portavoces parlamentarios, contradici¨¦ndose a veces con sus declaraciones oficiales. Pero, a la hora de los hechos, todo son excusas: hemos hecho ya m¨¢s que otros, la econom¨ªa est¨¢ en crisis, los presupuestos no lo permiten, el 0,7% para el a?o 2000...
?Qu¨¦. valen entonces vuestras palabras a lo largo de 10 meses de negociaciones? ?Mera ret¨®rica? Carec¨¦is de voluntad pol¨ªtica real de dar el primer paso hacia las soluciones necesarias y urgentes. Por mucho que dig¨¢is, est¨¢is ajenos a la cruda y tr¨¢gica realidad de la que vuestras preocupaciones dom¨¦sticas se sit¨²an a a?os luz. Ciegos con los arreglos y acomodos del camarote casero, no percib¨ªs que se est¨¢ hundiendo el barco. Sentados sobre una bomba de relojer¨ªa, os pas¨¢is el d¨ªa moviendo las piezas del ajedrez pol¨ªtico para ver de manteneros en el poder o de llegar a ¨¦l el pr¨®ximo a?o.
Colapso planetario
No acab¨¢is de creeros que el colapso planetario est¨¢ ya en marcha en cada ser humano que muere de hambre, que el tiempo es el recurso disponible m¨¢s escaso, que el Ruanda de hoy ser¨¢n diez el pr¨®ximo a?o, que los ni?os de ese pueblo africano tienen tanto derecho a vivir como nuestros hijos (como tu Pablo y tu Mar¨ªa, Felipe, o como mi Noem¨ª, mi Raquel o mi Aida).Ellos mismos ser¨¢n nuestros acusadores, si no permitimos que se prolongue m¨¢s all¨¢ de ellos la historia que nos queda. ?Qu¨¦ pavorosa ceguera la nuestra, la de todos!A algunos, seca la garganta de tanta palabrer¨ªa y dolorido el coraz¨®n por tanto sufrimiento humano, s¨®lo nos queda, hoy, lunes, retirarnos al silencio en el que agonizan los pobres y vivir en nuestras carnes la mordedura de un hambre voluntaria que ellos soportan impuesta.
Algunos no damos m¨¢s de s¨ª, tal vez se agot¨® nuestro tiempo. Otros seguir¨¢n por millares, recoger¨¢n el testigo y alcanzar¨¢n la meta. Porque en el horizonte de esta maravillosa, exultante y, sobre todo, misteriosa historia, ocurra lo que ocurra, no nos esperan las tinieblas del absurdo, sino un fulgor esperanzado de solidaridad y amor para todos.
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