Armas de hombre com¨²n
Hasta las paellas las hace nacionalistas. O de pollo, o de pescado, nunca mezcladas. Cu¨¢ndo le digo que en Barcelona juntamos los dos ingredientes, sonr¨ªe y lanza un: "As¨ª es Barcelona" de significado insondable. Cl¨¢sico como sus trajes de alpaca, prolijo como un viajante de comercio cuando explica su mercanc¨ªa -puede extenderse interminablemente sobre los nuevos m¨¦todos de fabricaci¨®n de la Mercedes, por ejemplo-, Jos¨¦ Antonio Ardanza, lehendakari desde 1986 y, de nuevo, candidato al cargo por el PNV, es un hombre que parece contento de haberse conocido."Fue incre¨ªble. Yo nunca me imagin¨¦ que pudiera ser lehendakari. Aparte de que, para m¨ª, como nacionalista, y habiendo mamado desde la ni?ez, en mi casa y en mi familia, que el lehendakari era algo impresionante, el mito, una especie de figura m¨ªtica... Era casi, casi una deshonestidad imaginarme que yo alg¨²n d¨ªa hubiera podido ser el lehendakari, es decir, el continuador de aquel mito. Es una gran responsabilidad.
Cooperativista de Mondrag¨®n de origen, Ardanza est¨¢ tambi¨¦n tocado por el esp¨ªritu de la Mondrag¨®n Corporaci¨®n Cooperativa (MCC), y la suma de mitos parece convertir a este hombre en infalible. Sin embargo, cuando fue llamado a sustituir a Carlos Garaikoetxea al frente del Gobierno vasco, ni ¨¦l mismo cre¨ªa en ¨¦l, y parece que, durante un tiempo, para reafirmarse, se limitaba a hacer exactamente lo contrario de lo que Garaikoetxea hab¨ªa hecho en las mismas circunstancias. "Fue reto y fue dificultad, pero no s¨®lo Garaikoetxea, fueron muchos los retos que tuve que superar. Yo entr¨¦ aqu¨ª como consecuencia de una crisis interna de mi partido, tremenda, y durante casi dos a?os estuve sin saber qui¨¦n era qui¨¦n, incluso de mi propio partido, de mi propio grupo parlamentario. Adem¨¢s, me encontr¨¦ con un pa¨ªs muy agriado".
Haber sido capaz de ir superando todo eso "me da una gran seguridad, claro que me la da. Es muy dif¨ªcil que tenga que v¨¦rmelas con situaciones peores". Quiz¨¢s por eso, porque pese a su corto bagaje cultural de chico de Elorrio -en donde naci¨®, hace 53 a?os, de familia humilde- ha salido adelante, ech¨¢ndole grandes dosis de aplicaci¨®n al asunto, se siente hoy autorizado a echar discursos de un m¨ªnimo de 22 minutos -los periodistas locales se entretienen cronometr¨¢ndole-, y es capaz de remontarse hasta donde sea necesario, acudiendo a coletillas ret¨®ricas que le resultan especialmente queridas, como: "Y yo me pregunto", o: "?C¨®mo har¨ªa yo para explicarle?", que hacen temblar al interlocutor.
Al principio, dicen, era encantador: "Le quemaba el asiento", cuenta un testigo de sus primeros tiempos en el palacio de Ajuria Enea, "buscaba piso para cuando se fuera y veraneaba en su caravana. Pero, con el tiempo, le ha tomado gusto a su papel, y ya es m¨¢s Jos¨¦ Antonio que el lehendakari de todos.Sabe que nadie le hace sombra y que se puede perpetuar". A pesar de que la divisi¨®n de papeles -"Ardanza en campa?a y Arzalluz dando ca?a", seg¨²n el eslogan que corean las masas peneuvistas- le favorece, y de que se lleva bien con el presidente del PNV, cargo que no ambiciona, Ardanza tambi¨¦n entra en la dial¨¦ctica de lo vasco-vasco contra lo vasco-menos vasco. Su nacionalismo, dicen, es visceral, y ¨¦l mismo ha confesado en alguna ocasi¨®n que no es due?o de su memoria.
Lo cierto es que se siente completamente a gusto cuando habla del ser vasco, ese misterio de resistencia y flexibilidad sobre el que, afirma, tambi¨¦n en Hollywood se preguntan. Al hilo de un documental que los de all¨¢ han rodado sobre los vascos, el lehendakari fantasea sobre las caracter¨ªsticas que habr¨ªan llevado a la gente de aqu¨ª a resistir el exterminio como no supieron hacer los indios: y la palabra nefasta, "genes", se le cuela en la conversaci¨®n como un duendecillo travieso que hubiera permanecido agazapado en el cielo del paladar, esperando su oportunidad.
Pero el secreto de su ¨¦xito no est¨¢ en su capacidad para reinventar la historia, aunque tambi¨¦n la practique, sino en su fascinante carencia de fascinaci¨®n. "Es como un amo de casa", se?alan, "alguien con quien el vasco medio se puede identificar con confianza". Para que nada falte, le aureola una peque?a leyenda de fan de Lina Morgan y Rosa Valenty, que ¨¦l desmiente diciendo que "ni le gustan ni le dejan de gustar porque no las conoce", pero que puede perseguirle porque eso reafirmar¨ªa, en el sentir popular, su imagen de se?or de Bilbao que cuando va a Madrid redondea el t¨®pico. Lo que de verdad le gusta son los tangos, que canturrea, y de los que se hizo con una buena provisi¨®n cuando visit¨® Argentina.
Su mujer, Mari Glori, que al parecer influye mucho en ¨¦l, fue maestra en Gernika. Tiene dos hijos y tres perros, uno de ellos un callejero que su hija recogi¨® y que ahora trota alegremente por el jard¨ªn de Ajuria Enea. Cuando le hacen fotos procura no acariciar al yorkshire terrier, consciente de que, si le salta al regazo, puede darle un aire nada conveniente de peluquero de se?oras.
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