Un escalofr¨ªo in¨¦dito
La ca¨ªda de Javier de la Rosa ha provocado en el establishment pol¨ªtico y econ¨®mico de Catalu?a un escalofr¨ªo in¨¦dito. El escalofr¨ªo que no provocaron, ni de lejos, la ca¨ªda de Bertran de Caralt o la del ex consejero de Econom¨ªa de la Generalitat Jordi Planasdemunt. Porque esta vez se ha tratado de la ca¨ªda del hombre -ruidoso y bravuc¨®n, que hablaba muy alto y que ha dejado, pues, muchos ecos- que pocas semanas despu¨¦s de que Josep Maria Cullell entrara a trabajar para ¨¦l como consejero ¨¢ulico, gritaba: "Va barato el kilo de pol¨ªtico, va barato. F¨ªjate t¨², Cullell... poco m¨¢s de veinte millones al a?o. Menos que alguno de mis colaboradores. Vale la pena, t¨²". Entonces Cullell acababa de perder las elecciones municipales, y no ten¨ªa clara la vida. Acept¨®: hoy no lo har¨ªa.Tampoco lo har¨ªa Roca. Hoy Miquel Roca no hubiera facilitado que su hija Elena entrara a trabajar de asesora de Narciso de Mir, la mano derecha de Javier de la Rosa. Ni siquiera Samaranch, Juan Antonio, un maestro en la esgrima de la elipsis, puede estar del todo tranquilo. Su hija Mar¨ªa Teresa hizo an¨¢lisis financieros para una empresa de la ¨®rbita de De la Rosa y su hijo mayor, Juan Antonio, fue hasta hace muy poco el secretario del Consejo de Administraci¨®n de Grand Tibidabo. El cultivo de los cachorros -lo intent¨®, con resultado incierto, hasta con el propio hijo mayor del presidente Pujol- ha formado parte de la estrategia el financiero. Los cog¨ªa y les dec¨ªa: "Chaval, yo voy a hacerte un hombre". Cachorros con demasiado peso de padre a la espalda para no intentar crecer con un financiero campechano y zumb¨®n, amigable. Como consejero, de Grand Tididabo, el joven Samaranch las pas¨® moradas. "Hago cosas que no debo", comentaba a sus ¨ªntimos. Entonces De la Rosa lo pon¨ªa contra la pared: "Te he hecho un hombre...". Aguant¨® hasta hace pocos meses.
Hay un hombre que mira todo esto desde una paz casi oriental: Maci¨¤ Alavedra sabe que el caso De la Rosa pone fin a su carrera pol¨ªtica como consejero de Econom¨ªa. Vendida recientemente su empresa de contadores el¨¦ctricos -unos mil millones- y sin espacio donde activar un muy improbable futuro pol¨ªtico -qu¨¦ se puede ser que no se haya sido, qu¨¦ se puede ser si se except¨²a lo que ya nunca se podr¨¢ ser-, Alavedra s¨®lo maldice que el asunto haya podido frenar su aspiraci¨®n ¨²ltima: ser presidente de La Caixa. Pero, en cualquier caso, pol¨ªticamente todo ha acabado para ¨¦l: el mismo d¨ªa que se dictaba una orden de detenci¨®n contra el financiero, Alavedra se reun¨ªa con Pujol y le presentaba su dimisi¨®n. Sab¨ªa perfectamente que el presidente no se la aceptar¨ªa -hubiera sido tanto como aceptar su responsabilidad en el presunto desv¨ªo del aval del Departamento de Econom¨ªa-, pero estaba demasiado cansado, demasiado harto de presiones como para no intentar un bello gesto in¨²til.
Un socialista ha sido uno de los m¨¢s grandes enemigos de De la Rosa: el actual vicepresidente del Gobierno, Narc¨ªs Serra, el hombre que siendo alcalde de Barcelona, destap¨® el caso de la Zona Franca, que llevar¨ªa al padre del financiero a una huida poco honorable de la justicia. Serra, siendo ministro de Defensa, fue tambi¨¦n quien frustr¨® el control de De la Rosa del sector de Explosivos Riotinto dedicado a la industria militar. Un pasado que quema. En cuanto al presente, Pasqual Maragall, el alcalde de Barcelona, ha tomado el relevo ce?udo: la licencia de construcci¨®n de la nueva cl¨ªnica Teknon, gestionada hasta hace poco por la mujer de De la Rosa, Mercedes Misol, hubo de obtener licencia de la Generalitat porque el Ayuntamiento se la negaba.
Maragall no pudo incorporar nunca a De la Rosa a su proyecto barcelon¨¦s, pero la tranquilidad de saberse enemigos del financiero encarcelado no es completa en las filas socialistas. Aunque hoy sean hombres relativamente apartados de la primera l¨ªnea del poder, Luis Carlos Croissier y Txiki Benegas mantuvieron en su tiempo relaciones fluidas con De la Rosa. Tiempos, en efecto, en que Benegas era capaz de llamar de madrugada a un alto dirigente del socialismo catal¨¢n -¨¦ste, pocas horas antes, se las acababa de tener tiesas con el financiero- para decirle: "Javier es bruto, pero buen chaval", dos adjetivos que equival¨ªan a una orden.
Si la intranquilidad socialista se vincula con las relaciones entre De la Rosa y el aparato del PSOE, la del Partido Popular catal¨¢n se adhiere al pasado. De la Rosa fue el financiero principal de todas las aventuras del centro-derecha en Catalu?a, desde la ¨¦poca de su presencia en la Banca Garriga Nogu¨¦s. Baste: saber que uno de sus socios en la empresa Tierras de Almer¨ªa, SA, Eduardo Bueno, ocupar¨ªa en 1984 el primer lugar de la candidatura barcelonesa de Alianza Popular.
Cinco d¨ªas despu¨¦s de la sacudida m¨¢s importante que ha afectado a Catalu?a desde la ¨¦poca del caso Banca Catalana, el establishment catal¨¢n, en fin, medita y asiente: no es el mejor momento para ser pol¨ªtico y tener un yate o una casa excesiva; no lo es, siquiera, para los j¨®venes cachorros de pap¨¢ fuerte a los que J. R. iba a hacer hombres. (Y los hac¨ªa hombres la semana siguiente: un barquito, 10 millones varados en el puerto, para empezar). No el mejor momento, en suma, ni siquuiera para el hunor: las gentes de Uni¨® Democr¨¢tica nascullan con los que si el establishment cae, ellos estar¨¢n all¨ª -inmaculados para rehacerlo.
Algunos de los que lo conocen aseguran que Javier de la Rosa dif¨ªcilmente resistir¨¢ -compacto, callado- m¨¢s de 15 d¨ªas de c¨¢rcel. Y observan que la paranoia que le atribuyen est¨¢ empezando a ser ya la paranoia de muchos. Gentes que lo conocen creen que ya se ha cobrado, y mucho antes de ser detenido, una primera y demoledora v¨ªctima: extender poco a poco un cierto estado de sospecha colectiva.
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