Al Bar?a le cuesta resolver
Un gol de Bakero acaba con un Tenerife conservador en el Camp Nou
"Ja tenim equip". La hinchada ya no mira los papeles ni atiende a la radio para saber qui¨¦n juega. Hay ya un perfil de equipo definido sobre la cancha. Cruyff maneja un colectivo base y hasta repite alineaci¨®n, como aconteci¨® ayer, ya que actuaron los que ganaron en Valencia. El punto de referencia de esta Liga es, por ahora, moment¨¢neamente, Mestalla. Y Mestalla significa sudor. Hay sufrimiento en el Camp Nou. No hay manera de despachar un choque con alegr¨ªa. El desparpajo lleg¨® ayer del Bernab¨¦u.El de hoy es un Baroja de peso que persigue un f¨²tbol propio de futbolistas livianos. Hay una notable presencia f¨ªsica en el terreno. El cuero discurre bajo el corte de Nadal, el zapatazo de Koeman, la garra de Bakero y el coraje de Stoichkov. El talento aguarda a que Guardiola coja el sitio y Romario la forma.
Le cuesta a¨²n al equipo adaptarse a las circunstancias del choque. Los cambios de posici¨®n desorientan al grupo. Dir¨ªase que, elegidos los titulares, toca ahora repartirlos. Y ah¨ª hay disfunciones. Las de ayer se apreciaron notablemente. Cruyff comenz¨® por recolocar a Nadal y Abelardo como centrales, para habilitar a Koeman como libre por delante. El equipo, armado en defensa, se estir¨® en ataque. Lig¨® media hora de f¨²tbol de ordeno y mando. Pisaba. Era un pegaso.
El asentamiento permiti¨® hasta el camuflaje de Guardiola como interior zurdo. El medio centro se apart¨® del ombligo del campo y dej¨® v¨ªa libre a la diagonal de Koeman, a la carrera de Ferrer y al trote de Nadal. Le ten¨ªa ganas el equipo al partido. Iba y ven¨ªa el bal¨®n de la divisoria al marco de Ojeda hasta que se lesion¨® Eusebio. Retirado el interior diestro y reemplazado por otro 8 (Amor), el colectivo, sorprendentemente, se disemin¨®.
El descanso fue bien recibido para recomponer al grupo. Nueva orentaci¨®n: l¨ªnea de tres en la zaga (Abelardo y Nadal de marcadores y Koeman de escoba), subida de los dos laterales y Guardiola al c¨ªrculo central por el recular del holand¨¦s. Hay amagos de buenos pases interiores. El equipo amenaza de nuevo con ligar medio partido. Falsa impresi¨®n. Queda el Bar?a en manos de Stoichkov. Futbolista de sangre caliente y ofuscado en marcar su gol n¨²mero 100, el b¨²lgaro convierte el choque en un asunto entre ¨¦l y los dem¨¢s. Cruyff, temeroso de que le expulsen, lo cambia, y la grada saluda la retirada del ariete como si fuera Jesul¨ªn de Ubrique.
El partido acaba con una oreja pegada al Bernab¨¦u y los ojos clavados en el Camp Nou. No hay partido desde que comenz¨® la remontada en que la grada no mire al reloj (Atl¨¦tico, Valencia, Manchester y Tenerife). El grupo de Cruyff transmite recelo. Impera la discontinuidad. No tiene el colectivo la dimensi¨®n de equipo y, adem¨¢s, mantiene vicios ancestrales. Pierde pegada en situaciones favorables. No sabe jugar con uno m¨¢s que el rival.
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