Anton Chejov llega al coraz¨®n de Occidente
Lamerica es un indicio entre muchos de que el gran cine italiano est¨¢ renaciendo de sus cenizas. Gianni Amelio, su director, la present¨® aqu¨ª fuera de concurso y conmovi¨®, como hace dos meses en Venecia. Pero lo m¨¢s grande ocurri¨® con T¨ªo Vania en la calle 42, una de las m¨¢s bellas pel¨ªculas de los ¨²ltimos a?os, en la que la escritura de David Mamet, la puesta en escena de la compa?¨ªa de Andr¨¦ Gregory, la m¨²sica de Joshua Redman y la c¨¢mara de Louis Malle, todos convertidos en uno, logran el milagro de traer el genio del dramaturgo ruso Anton Chejov al coraz¨®n de Occidente.
T¨ªo Vania en la calle 42 es una perfecta suma de talentos ensamblados con tanta facilidad y naturalidad, que parece no una colaboraci¨®n art¨ªstica de autor¨ªa plural, sino m¨¢s que eso: una fusi¨®n de varias inteligencias y sensibilidades en una conjunci¨®n tan cerrada sobre s¨ª misma que las hace indisociables.Hace cuatro a?os, Andr¨¦ Gregory y su compa?¨ªa realizaron en un teatro neoyorquino un montaje del c¨¦lebre T¨ªo Vania, una de las cumbres de Anton Chejov. Algunos cineastas de renombre como Robert Altman y Mike Nichols, intentaron filmar aquella casi clandestina maravilla, pero fue el franc¨¦s Louis Malle, que ya hab¨ªa colaborado con Gregory en otra ocasi¨®n, quien finalmente se encarg¨® de capturar con la c¨¢mara y fijar para la posteridad esta genial recreaci¨®n del genio de Chejov.
El rodaje se realiz¨® en s¨®lo 11 d¨ªas, en una sala teatral abandonada de la calle 42, en el coraz¨®n del Manhattan neoyorquino, lo que equivale a decir en el mism¨ªsimo coraz¨®n de Occidente. Y son los ecos de esa c¨¦lebre calle, resonando con sordina dentro del ¨¢mbito abandonado, semiderruido, cerrado y cercado del teatro New Amsterdam, el sexto ingrediente que se fusiona para convertir la filmaci¨®n de este acontecimiento teatral en un rito de conquista del arte total, ese que alcanza la plena identidad entre pasado y futuro, entre m¨²sica y silencio, entre ecos y voces, entre palabra e imagen, entre lo que se busca y lo que se encuentra.
No es, en absoluto, teatro filmado, porque lo que se filma es m¨¢s que teatro y la manera de filmarlo m¨¢s que cine. Participamos durante dos horas en el rescate, por y para la voz de este lado del planeta, de la palabra de Chejov y en su traslado, desde una sombr¨ªa aldea rusa en la agon¨ªa del siglo XIX, a la agon¨ªa de este tiempo opulento y miserable. El murmullo de la dolorosa, emocionante y elevadora visi¨®n de la vida del escritor ruso, se convierte en una radiograf¨ªa n¨ªtida y secreta de lo que ocurre ahora en Europa y Am¨¦rica.. Lo que ten¨ªa T¨ªo Vania de aliento premonitorio a finales del siglo pasado, sigue siendo una sacudida. prof¨¦tica cien a?os despu¨¦s, ante las puertas del nuevo milenio.
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