Ken Loach, Louis Malle, Abbas Kiarostami y Boaz Yakin, los grandes favoritos del certamen

Dos pel¨ªculas brit¨¢nicas -la mediocre Tom y Viv, dirigida por Brian G¨ªlbert, y la m¨¢s lograda, pero insatisfactoria, Mi que rida hermana, de Naney Meckler- cerraron ayer un concurso en el que destacan cuatro excepcionales obras cinematogr¨¢ficas: Giovania en la calle 42, dirigida por Louis Malle; Ladybird, dirigida por Ken Loach; Entre los olivos, del- iran¨ª AbbasKiarostami, y Fresh, del debutante norteamencano Boaz Yakin. La altura de estas cuatro maravillas supera con mucho la de las restantes pel¨ªculas que se han exhibido en competici¨®n.

Tom y Viv quiere ser el relato del infortunado primer matrimonio del gran poeta norteamericano T. S. Elliot, pero tan s¨®lo quiere serlo, porque la pel¨ªcula como tal no llega a ser nada. Resulta penoso ver a int¨¦rpretes tan expertos -como Willem Dafoe y Miranda Richardson y estrellarse escena tras escena con la soser¨ªa del gui¨®n y la torpeza del director.

Mi querida hermana quiere ser tambi¨¦n reflejo de un hecho ver¨ªdico: el de una espantosa. tragedia ocurrida en Le Mans en 1933. Se trata del brutal asesinato de dos mujeres, madre e hija, prototipos de la burgues¨ªa provinciana francesa m¨¢s rancia, por las dos j¨®venes que ten¨ªan como criadas en su casa: las tr¨¢gicamente c¨¦lebres hermanas -Lea y Christine Papin, cuya carniceria inspir¨® a Jean Genet para escribir Las criadas, una de las obras fundamentales del teatro moderno.Enigma

La trastienda de aquel suceso, que conmocion¨® a Francia, es uno de los enigmas m¨¢s intrincados e impenetrables de la cr¨®nica negra de este siglo y de su oscuridad se han extra¨ªdo infinidad de datos que iluminan el misterio que hay tras el ser humano sublevado, tras la imagen surreal del "cordero rabioso", es decir: el mortal estallido de violencia en que se convierten la opresi¨®n, la sumisi¨®n y la esclavitud cuando el rencor que generan brota por una grieta, estalla de pronto y se hace incontenible, devastador.

La pel¨ªcula brit¨¢nica simplifica esta complej¨ªsima cuesti¨®n hasta la caricatura y manipula con descaro algunas piezas b¨¢sicas de aquel tr¨¢gico rompecabezas. Por ejemplo, elimina del suceso ni m¨¢s ni menos que la figura del amo de la casa, y marido y padre de las dos mujeres asesinadas. Este hombre fue el ¨²nico testigo. directo de la vida cotidiana: de aquel hogar donde se coci¨® el crimen y su presencia y su testimonio son imprescindibles para entrever qu¨¦ ocurri¨® de verdad all¨ª.

Pues bien, como el testimonio de este hombre destruye o, cuando menos, no abunda en el apriorismo en que la pel¨ªcula se basa -que las dos hermanas asesinas eran una pareja homosexual-, la autora de la obra teatral en que el filme se inspira y la guionista de ¨¦ste lo borran, as¨ª como suena, del mapa.

Ciertamente, las autoras est¨¢n en su derecho, pero con esa manipulaci¨®n de la verdad convierten su trabajo en un esfuerzo lastrado por un artificio ideol¨®gico preconcebido. De ah¨ª que, tanto en el fondo como en la forma, el filme sea inevitablemente tramposo y que s¨®lo el talento interpretativo de Joely Richardson, Johdi May y Julie Walters lo redima de la mediocridad.