Las barbas del Le¨®n
Si Santer no hubiera doblegado a Brittan, la nueva Comisi¨®n Europea habr¨ªa nacido muerta
La jornada de los cuchillos largos, como se denomina la reuni¨®n de reparto de carteras en la Comisi¨®n Europea, era en esta ocasi¨®n decisiva. Si el presidente entrante, Jacques Santer, no hubiera doblegado el s¨¢bado la disidencia de sir Leon Brittan, su Comisi¨®n habr¨ªa nacido muerta, sin credibilidad ni autoridad. Santer venci¨®, con el apoyo de los veteranos. Pero todo pendi¨®, largas horas, de un hilo. El debate de las carteras impidi¨® avanzar en el programa y elegir vicepresidentes. A las diez llegan al castillo de Senningen 20 comisarios. Muchos en autob¨²s, procedentes del Parlamento de Estrasburgo. Foto de familia incompleta, conversaci¨®n amigable. Esperan a la radical italiana Emma Bonino, nombrada en la tarde del viernes, cuando estaba en la sede de la ONU, en Nueva York. Nueva foto al completo.
Sentados a la mesa cuadrangular, los 21 repasan el organigrama: nombres y cargos. En el papel s¨®lo consta, el desacuerdo de Brittan y del holand¨¦s Hans van den Broek. El brit¨¢nico no quiere ceder el Este. El holand¨¦s no quiere dividir su pol¨ªtica exterior en bloques geogr¨¢ficos. Son 19 contra dos, pero pueden surgir ulteriores desafecciones si la cosa no est¨¢ clara: entre los 19 hay algunos satisfechos s¨®lo a medias.
Enseguida se entra en harina. El le¨®n sir Leon lo dice en voz alta: desea conservar el Este y Comercio (el GATT). Ceder¨¢ los pa¨ªses industrializados (EE UU, Jap¨®n) a Hans, quien no parece entusiasmado. La discusi¨®n no es s¨®lo personal (m¨¦ritos de cada uno para conservar sus viejas carteras), sino filos¨®fica. Santer quiere dividir Ex teriores (pol¨ªtica, econom¨ªa, finanzas) en cuatro bloques geogr¨¢ficos compactos, para evitar encabalgamientos de lo pol¨ªtico y lo econ¨®mico, la interminable pelea de la Comisi¨®n saliente. Los disidentes argumentan que es mejor pol¨ªtica en una mano, econom¨ªa en otras. No hay manera de llegar al acuerdo. Al mediod¨ªa, Santer, seguro de su mayor¨ªa, para desbloquear, sugiere: "Pues votemos".
Alarma roja. Los veteranos argumentan su improcedencia: "Como comisario m¨¢s antiguo considero que el presidente asume la responsabilidad del organigrama, y todo el colegio le respalda y la comparte", irrumpe Mar¨ªn. El alem¨¢n Bangemann, el holand¨¦s Van Miert, Marcelino Oreja y otros pesos pesados de los veteranos intervienen en igual sentido. Los argumentos: votar, de entrada, puede evidenciar divisiones e inflingir a los perdedores heridas de dif¨ªcil curaci¨®n; es mejor la decisi¨®n por consenso, una vez todos definan su posici¨®n en voz, alta; al fin y al cabo se trata de un colegio; conviene afirmar la autoridad del presidente. Minutos decisivos. Todos se expresan a favor. Veinte a uno. En una votaci¨®n secreta, quiz¨¢ los satisfechos a medias, con riada que perder, habr¨ªan sumado su no al del brioso brit¨¢nico. Con cuatro o cinco disidencias, el consenso hubiera quedado roto. Las giras de Santer por las capitales comunitarias, en saco roto. La credibilidad del equipo, por los suelos, y eso tan s¨®lo empezar. "Incapaz de autoorganizarse", habr¨ªan dicho. Todo aplazado a enero. La nueva Comisi¨®n habr¨ªa nacido muerta.
Las trece horas. Descanso para comer. S¨®lo el belga Van Miert se escabulle del encierro en el castillo. Se acerca a las c¨¢maras, junto a la verja: "Estoy satisfecho", dice.
Tras el caf¨¦, amaina el viento. Algunos arreglos de ¨²ltima hora suavizan m¨¢s el clima. Van den Broek cede ?frica del Sur a Pinheiro. Mar¨ªn entrega la ayuda humanitaria a Bonino. La fina lluvia augura final, pl¨¢cido. Pero el le¨®n herido, majestuoso, acorralado, pat¨¦tico, se revuelve de nuevo: "Debemos reconsiderar la postura. Ofrezco todo, comercio mundial, pa¨ªses industrializados, todo. Pero quiero conservar el Este", plantea Brittan.
Se puede cortar el aire. ?Habr¨¢ que recomenzar la batalla? Esta vez basta una frase. Surge un Santer seguro y paternal: "Mi querido amigo, ya es tarde. Si lo hubiera dicho hace quince d¨ªas... quiz¨¢. Ahora ya es tarde". La suerte est¨¢ echada. A las 17.36 el nuevo presidente podr¨¢ decir a la prensa: "La decisi¨®n es definitiva". Lo repite tres veces. O sea, si a alguien no le gusta, puede abrirse. Ha nacido una Comisi¨®n.
?Cuentan los espa?oles?
Manuel Mar¨ªn y Marcelino Oreja, al un¨ªsono: "El desarrollo de la reuni¨®n ha demostrado que hay un peso pol¨ªtico de los comisarios espa?oles". Lo hubo. Lo hubo ya antes: el s¨ª de Mar¨ªn y Oreja a sus carteras, con la bendici¨®n del Gobierno, fue uno de los primeros. Permiti¨® empezar a cuadrar el organigrama de Jacques Santer.Lo hay, potencialmente, en sus funciones. Am¨¦rica Latina y el Mediterr¨¢neo (Mar¨ªn), son ¨¢reas estrat¨¦gicas para Espa?a, pero tambi¨¦n para la Uni¨®n Europea. La reforma de 1996 permitir¨¢ a Oreja estar en el ajo, cocinar un dise?o que no convierta a Espa?a, con la ampliaci¨®n n¨®rdica, en m¨¢s perif¨¦rica de lo que es. Ambos formar¨¢n parte de sendos grupos de trabajo personalmente coordinados por Santer. La influencia pol¨ªtica tambi¨¦n se traduce en los expedientes m¨¢s tangibles (dinero, proyectos), decisivos para cada Estado miembro, tambi¨¦n para Espa?a. Todo depende ahora de c¨®mo ellos la utilicen.
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