M¨¢s sobre los ancianos de El Escorial
Escribimos esta carta como comentario al art¨ªculo que apareci¨® en su diario el mi¨¦rcoles 26 de octubre de 1994, titulado Crueldad y miedo.Aunque m¨¢s que un comentario es un lamento, una queja como muestra, una vez m¨¢s, del absurdo en que se encuentra esta humanidad que s¨®lo act¨²a en su propio perjuicio. Parece que queremos llegar a la propia autodestrucci¨®n a toda costa, a base de escalas, cuerpos administrativos, edades, sexo, religi¨®n, partidos pol¨ªticos y un largo etc¨¦tera.
Un complejo maquiavelismo que, m¨¢s que protegernos, nos lleva de cabeza al vac¨ªo, a la ignorancia y de ah¨ª al miedo.
Los padres ?no deber¨ªan recordar que son o fueron hijos y que alg¨²n d¨ªa ser¨¢n abuelos? Y quiz¨¢ con este pensamiento o realidad de la vida no nos lleve a consecuencias por nadie queridas o pensadas, pero por algunos padres tan deseadas, como es formar un terrible muro generacional. Todo ello pone de manifiesto no su preocupaci¨®n, sino la preocupaci¨®n que tenemos todos, por no ser menos que nadie, por no saber perder; en definitiva, por aparentar en la sociedad todas nuestras virtudes, pero ninguno de nuestros defectos.
Es bonito que la vida nos haya dispuesto a todos en ese colegio, mezclando la juventud con la sabidur¨ªa (que no el ocaso), salvo para unos padres que no entienden ni quieren entender ya nada, y es bonito tambi¨¦n que algunos ni?os, que como siempre nos dan el ejemplo a seguir, rompan el hast¨ªo, el muro de la ignorancia y se acerquen para saber, pero tambi¨¦n para ense?arnos que la vida es compartir. Que compartiendo entre todos da igual la edad, podemos aprender de la vida y de los dem¨¢s y sobre todo aportar algo a la vida y a los dem¨¢s, como es el sentido com¨²n que a todos nos falta, eliminando as¨ª de nuestra vida la ignorancia, el miedo, el rencor, y que no est¨¢ ni por asomo a la altura de aprender algo tan natural en la vida como es la rayuela.-
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