El Legan¨¦s mantiene la tensi¨®n
La solidez defensiva de los pepineros les proporciona su quinto punto en tres jornadas
El Lega est¨¢ en racha. El equipo de Luis ?ngel Duque ha superado el bache de juego de las jornadas iniciales y ofrece un balance para la esperanza: en tres jornadas, cinco puntos. Los pepineros conquistaron ayer un valioso positivo en Salamanca ante un equipo en plena forma. El Lega puede respirar.No es de extra?ar que, terminado el encuentro, algunos jugadores del Legan¨¦s se acercaran hasta el fondo sur para saludar al grupo de aficionados madrile?os, que, a medida que el partido avanzaba hacia su final, hab¨ªan agitado una gran bandera y sus bufandas albiazules cada vez con mayor insistencia. Tampoco lo es que, a la par de agradecerles su apoyo, celebrasen de esa manera la inutilidad de todos los esfuerzos realizados por, el Salamanca para romper el esquema defensivo que hab¨ªan montado en su visita al Helm¨¢ntico: se estaban desahogando de los agobios que hab¨ªan tenido que sufrir, b¨¢sicamente, en la primera parte.
El ansia del Salamanca por anotarse dos nuevos puntos y por satisfacer a su parroquia qued¨® patente desde el primer instante del partido. Desde los compases iniciales, result¨® evidente que los forasteros se dar¨ªan por satisfechos con que el marcador no se alterara.
Y es que a los tres minutos de haber comenzado a rodar la bola, el unionista Quico dispuso de una primera ocasi¨®n que la cepa del poste la abort¨®. Desde muy pronto, el Legan¨¦s comenz¨® a perder tiempo: lo subray¨® Dorado cuando, momentos despu¨¦s, tuvo que acudir a la banda para poner la pelota en juego.
Los charros llevaban la iniciativa y mandaban sobre el c¨¦sped. Pero no sacaron fruto de su hegemon¨ªa. Tuvieron color local casi todas las oportunidades de gol que se fraguaron -los visitantes s¨®lo contabilizaron un cabezazo de Javi en el periodo inicial-, pero, pese a ser abundantes los ensayos sobre el portal defendido por Mario, ¨¦ste march¨® al descanso imbatido. As¨ª regresar¨ªa a Madrid. Ni Quico, ni Quiroga, ni Rodolfo, ni Barbar¨¢, ni Torrecilla, por unas causas u otras -porque no resolv¨ªan situaciones claras, porque all¨ª estaba Mario o porque surg¨ªa un defensa y providencialmente despejaba desde la misma raya de gol- fueron capaces de sentenciar cuando lo que suced¨ªa sobre el terreno dec¨ªa que el Salamanca merec¨ªa paladear, por su dominio, el dulce sabor del gol.
Perdonaron en demas¨ªa las huestes de Juan Manuel Lillo y ello hizo que los de Legan¨¦s sumasen su tercera jornada consecutiva sin conocer la derrota. Mientras el arco iris coronaba el Helm¨¢ntico en una tarde t¨ªpicamente oto?al, ventosa y lluviosa en alg¨²n instante, el bal¨®n se resisit¨ªa a entrar una y otra vez.
Hab¨ªa rehusado besar las mallas en multitud de ocasiones durante la primera parte y con identico sello hizo que se iniciase la segunda: a los 20 segundos de la reanudaci¨®n, Quico y Barbar¨¢, solitos, se presentaron ante el portal contrario. La pelota se estrell¨® en el lateral de la red mientras en la grada se cantaba gol. Mientras, el Legan¨¦s pasaba el susto -otro m¨¢s- y se dispon¨ªa a acumular efectivos en su parcela. Tratar de sorprender a la Uni¨®n en alg¨²n contragolpe era la ¨²nica opci¨®n de los pepineros. Y tuvieron la ocasi¨®n de convertirla en un hecho con un remate de Miguel ?ngel y un rechace bajo los palos albinegros entre un bosque de piernas.
A medida que la noche se adue?aba del Helm¨¢ntico, se oscurec¨ªan las ideas de los propietarios del terreno. El Salamanca ya no era ese equipo que deleita durante las segundas partes. Se hab¨ªa convertido en un conjunto que se obcecaba en penetrar por el centro, frecuentando poco las aperturas por las alas. Y as¨ª era imposible hacer da?o a un adversario que se encerraba en su parcela, que era pegajoso en los marcajes y que, a la postre, vio c¨®mo su t¨¢ctica y la ineficacia unionista ante el portal hac¨ªan que el marcador registrase una lectura que les era satisfactoria.
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