El amigo de las mujeres
Antes de este premio, Mart¨ªn Garzo (Valladolid, 1948) hab¨ªa recibido otro, m¨¢s discreto, por un libro de relatos. Se titulaba El amigo de las mujeres (1992); en ¨¦l hab¨ªa un Preludio de San Jos¨¦ que ya insinuaba en una p¨¢gina la materia de El lenguaje de las fuentes.El dato es significativo de la continuidad de una opci¨®n en la que Mart¨ªn Garzo, aunque relegado hasta hace muy poco a la semi-clandestinidad, lleva empe?ado varios a?os. Y se hace observar para rebajar a su debida proporci¨®n la sorpresa que en su d¨ªa causara la lectura de aquella obra, desconcertante a primera vista por la originalidad de sus planteamientos, por su serena audacia, y porque desped¨ªa la impresi¨®n -la justa impresi¨®n- de haber sido escrita en estado de gracia. Algo que, sobrepuesta al entusiasmo, dejaba al lector incierto sobre las posibilidades que albergaba para el futuro un libro as¨ª, un autor as¨ª.
Todav¨ªa hoy, en la tesitura de tener que referir los alicientes de ese libro extra?o y terrible, cuesta persuadir de que una novela que tiene por protagonistas a Jos¨¦ y Mar¨ªa, es decir, a San Jos¨¦ y la Virgen Mar¨ªa -dicho sea con may¨²sculas que el texto no derriba-, que una novela en la que comparecen ¨¢ngeles y misterios, sin iron¨ªa alguna pueda tener tanto atractivo.
En la actualidad, despu¨¦s de la publicaci¨®n, este a?o, de Marea oculta, ya no caben, dudas acerca de lo que de golpe all¨ª aparec¨ªa: la intensa sinceridad de una mirada personal¨ªsima que reproduce, en el temblor de una prosa transparente, el temblor de los hombres en su relaci¨®n con el otro sexo -en el amor-, y con el mundo.
El texto editorial con que Lumen presentaba al autor de El lenguaje de las fuentes mencionaba como sus mas queridas devociones a dos autores de muy distinto corte: Franz Kafka y Emily Dickinson. Y aunque el soplo que enciende su mirada sea de ¨ªndole rilkeana, en un territorio vecino a la vez de estos dos autores cabr¨ªa, ciertamente, instalar el secreto de la escritura de Mart¨ªn Garzo. Una escritura que narra el desamparo de una ¨ªntimidad perturbada por el imperativo de dar sentido a lo que no lo tiene y que funda su propio sentido en la sola necesidad de ser dicha.
Que el Nacional haya reca¨ªdo en un autor as¨ª, en un libro as¨ª, debe ser celebrado como un l¨²cido acto de reconocimiento a uno de los escasos frutos profundamente novedosos que ha dado la m¨¢s nueva narrativa espa?ola.
Babelia
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