El jugador, el casino y la ley
Gonzalo Garc¨ªa Pelayo tiene una obsesi¨®n: entrar en el Casino de Madrid todas las noches con unos amigos... y llevarse un mill¨®n de pesetas en las mesas de ruleta. Lo segundo lo ve m¨¢s bien f¨¢cil; lo primero, de momento, casi imposible.Bueno, en realidad, este vivaz andaluz puede entrar en el Casino de Madrid (Torrelodones) la primera noche. As¨ª lo ha dispuesto el delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid. El problema viene a la noche siguiente, cuando los del casino, bas¨¢ndose en su peculiar interpretaci¨®n de la Ley de Juego, le cierran el paso alegando que hay "datos fundados" de que ha cometido "irregularidades en las pr¨¢cticas de los juegos", como inform¨® extensamente este diario (v¨¦ase EL PA?S del 29 de mayo de 1994).
"S¨®lo me pueden echar si hago trampas y lo demuestran", dice Gonzalo, "y nunca ha sucedido esto". Entonces Gonzalo vuelve a recurrir al delegado del Gobierno; despu¨¦s de unas semanas, el delegado le vuelve a autorizar la entrada en el casino; la segunda noche los del casino le vuelven a cerrar el paso; ¨¦l vuelve a recurrir...
"Ha pasado ocho veces ya, aunque soy optimista y conf¨ªo en nuestras instituciones democr¨¢ticas", dice Gonzalo, de 47 a?os, abogado y sobrino del que fuera el primer presidente del Tribunal Constitucional, Manuel Garc¨ªa.Pelayo. "Conf¨ªo en la buena fe del delegado del Gobierno, que estar¨¢ a punto de resolver el caso a mi favor. Si nuestra Constituci¨®n dice que no se puede discriminar a nadie por su sexo o raza o religi¨®n, ?por qu¨¦ me discriminan a m¨ª por ganar en la ruleta?".
He aqu¨ª la madre del cordero. Gonzalo afirma que los due?os de casinos en Espa?a y el extranjero le vetan no por hacer trampas, lino porque siempre gana. Gonzalo dice que ha hecho realidad el sue?o de los jugadores de todos los tiempos: ?elaborar un sistema que gana de verdad!
?En qu¨¦ consiste?
"Cada mesa de ruleta, cada cono y cilindro y casillero, por muy equilibrados que parezcan, tienen ligeras o no tan ligeras imperfecciones que favorecen la aparici¨®n de ciertos n¨²meros", contesta durante una charla en su casa de Madrid. "No es una cuesti¨®n de apuntar los n¨²meros y apostar por los que m¨¢s veces salen -¨¦sos pueden ser favoritos ocasionales, debido al azar-, sino en algo mucho m¨¢s complejo. Yo apunto los n¨²meros que salen entre cinco y nueve mil jugadas, y entonces, con un ordenador y mis conocimientos de matem¨¢ticas y de las leyes de probabilidad, determino en cu¨¢nto sobrepasan ciertos n¨²meros el l¨ªmite que imponen las leyes de azar para llegar a ser favoritos fijos. Lo que he hecho es llevar m¨¢s all¨¢ lo que algunos estudiosos desarrollaron parcialmente".
A partir de aqu¨ª, al saber qu¨¦ mesas le son m¨¢s favorables, es pan comido, seg¨²n Gonzalo: en compa?¨ªa de unos amigos o de alguno de sus cinco hijos -se les ha llamado el clan de los Pelayos en algunos art¨ªculos de prensa-, juega a determinados n¨²meros: "Se puede perder durante varios d¨ªas, pero a la larga se gana". Es m¨¢s, tanto conf¨ªa Gonzalo en su sistema que est¨¢ dispuesto a retar al famoso Donald Trump, hombre fuerte de los casinos en Estados Unidos, a ver qui¨¦n gana a qui¨¦n durante unas semanas. Aunque luego a?ade en tono muy serio: "Siempre que el casino no haga trampas".
?Qu¨¦? ?Un casino -nuestro Casino, orgullo de los madrile?os y fuente de ingresos que se gastan en beneficio de todos- podr¨ªa hacer trampas? Gonzalo cree que s¨ª y, al margen de su contencioso por entrar, ha denunciado a la casa ante la Comisi¨®n Nacional de Juego. Afirma que, ilegalmente, se mueven mesas -lo cual perjudica su sistema-, que estas mesas no son debidamente precintadas, y que les faltan algunas de las identificaciones preceptivas. "Cualquier tragaperras de cualquier bar de Lavapi¨¦s lleva m¨¢s y mejor documentaci¨®n que las mesas de Torrelodones", afirma con pasi¨®n. "?Y luego tienen la osad¨ªa de acusarme a m¨ª de irregularidades!".
Acusado de trampas, el casino ha denunciado a Gonzalo por injurias. El juicio se celebrar¨¢ a finales de este mes. Mientras, un portavoz del Casino se niega a comentar el caso con este corresponsal. Hace poco el presidente del Casino de Madrid afirm¨® a una revista: "Tenemos por norma no hablar con la prensa de nuestros problemas".
Pero, un momento. ?No es el juego un pecado? ?Qu¨¦ dice de esto la Iglesia? ?No tendr¨¢ la Moral Universal algo que alegar sobre la Avaricia?
"La doctrina cat¨®lica no condena el juego", contesta Gonzalo. "?sas son man¨ªas de los pa¨ªses protestantes". (Aqu¨ª pronuncia un insulto en contra de los casinos de cierto pa¨ªs n¨®rdico, exabrupto que no tiene cabida en un peri¨®dico familiar como ¨¦ste). "Yo s¨®lo quiero ganar lo que necesito. Y oiga, si a Severiano Ballesteros, que es ¨²nico, le pagan millones por meter una bola en un hoyo, ?no debo yo ganar tambi¨¦n algo por ser ¨²nico en prever qu¨¦ bolita va a caer en qu¨¦ casilla?".
No, decididamente Gonzalo no es un avaro. Es m¨¢s bien un rom¨¢ntico. Caramba, si hasta se podr¨ªa decir que es un Quijote entre Crupieres. ?Es que ya no hay Quijotes en Espa?a? ?Es que todo el dinero va de marioconde en marioconde, de luisrold¨¢n en luisrold¨¢n?
"Siempre me he preocupado por cuestiones art¨ªsticas, siempre he arriesgado", dice Gonzalo. "He dirigido cinco pel¨ªculas, he representado a cantantes, he producido discos, hasta he sido apoderado de toreros, y eso s¨ª que es arriesgar. Ahora quiero sentar jurisprudencia -primero en Espa?a y despu¨¦s en Europa entera- de que un jugador tiene derecho a jugar sin que le molesten ni le enga?en. De todo lo que he hecho, mi mayor orgullo es ser un jugador profesional".
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