Prostituci¨®n
Se discute en algunos medios de comunicaci¨®n si conviene legalizar la prostituci¨®n. Los argumentos que se escuchan a favor son que se trata de una pr¨¢ctica extendida y que por medio de la legalizaci¨®n las prostitutas recibir¨ªan atenciones sociales y un respeto que hoy se les niegan.Quien haya tenido la ocasi¨®n de conocer a una o varias prostitutas -no de las llamadas "de lujo" que salen a veces en la televisi¨®n, sino de las que malviven de ser tratadas como objetos, con frecuencia humilladas y golpeadas, a veces enfermas-, tendr¨¢ su propia opini¨®n sobre lo que representa dedicarse a la prostituci¨®n.
En mi opini¨®n, el hecho de que sean una realidad las bandas criminales organizadas o las ventas de armas a terceros pa¨ªses, por poner unos ejemplos, no justifican la legalizaci¨®n de esas actividades, sino que deber¨ªan ser erradicadas, como deber¨ªan serlo todos los males, como la prostituci¨®n, por la ¨²nica ley que es aut¨¦nticamente eficaz: la de la conciencia recta.
La prostituci¨®n afecta de una manera m¨¢s directa a las que se prostituyen y a los que las prostituyen, pero no es una actividad limitada s¨®lo a ciertas personas; es una actitud de la que participamos todos cada vez que tratamos a los dem¨¢s como cosas, para nuestros propios intereses, en vez de respetarlos como personas.-
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