El Espa?ol huye de Nervi¨®n
Suker contagi¨® de entusiasmo a sus compa?eros y el Sevilla sum¨® otra victoria
El Sevilla por fin divirti¨® en casa. Cuaj¨® un partido redondo en el que s¨®lo falt¨® el rival. Los andaluces regresan a la pomada. Tras lo de ayer y lo del Camp Nou, han acreditado la notoriedad que exige el pugilato por la UEFA. Y fue a costa del Espa?ol, que no existi¨®. Fue borrado del campo de un plumazo, huy¨® de Nervi¨®n.
En el reencuentro con la victoria en el S¨¢nchez Pizju¨¢n fue determinante la concentraci¨®n. Hac¨ªa tiempo que Suker no agarraba un partido en casa con las ganas que puso ayer. El croata contagi¨® entusiamo a sus compa?eros buscando el bal¨®n hasta donde no estaba. La clave estuvo en la perfecci¨®n con que Moya entendi¨® al croata, en la agilidad mental que demostr¨® Soler para conectar con Moya y en el sacrificio que derroch¨® Rafa Paz para no enturbiar una partida exenta de individualismos. El Sevilla fue un bloque homog¨¦neo, una m¨¢quina de sincronizar combinaciones. Hasta Monchu, tan criticado en Nervi¨®n, estuvo al nivel del festival sevillista, mucho m¨¢s coloreado en la primera parte.
El segundo gol local estuvo a la altura de la superioridad andaluza. Fue un tanto de museo. Suker desciende unos metros, toca sin entorpecer; aparece Soler, que amaga y cede a Moya. El ex atl¨¦tico se saca de la manga un taconazo que fulmina a Mendiondo pero abre un pasillo franco a Soler. Su centro, casi a c¨¢mara lenta, supera, a Toni. Rafa Paz prepara el cuerpo y empalma sin dejar que el bal¨®n bote. ?Qu¨¦ golazo!.
El 2-0 sirvi¨® para mucho. Liquid¨®, en apenas un cuarto de hora, la posible reacci¨®n espa?olista y, adem¨¢s, cubri¨® la feldad del primer tanto, que s¨®lo tuvo de interesante la astucia de Suker. El goleador sevillista supo esperar un error casi imposible de Torres Mestre. Ser un zorro le vali¨® su quinto gol en la Liga y preparar el terreno para la gran fiesta goleadora. La diversi¨®n se detuvo nunca para los locales. Entre gol y gol, los ol¨¦s retumbaban en los o¨ªdos de los in¨¦ditos jugadores espa?olistas. Cuando un enemigo tira la toalla sin marcharse del ring le llueven los pu?etazos. Algo as¨ª debi¨® pensar Herrera, que se llev¨® un empuj¨®n -legal, a los ojos del ¨¢rbitro- antes de mirar con contrariedad como Monchu se escapaba tan campante para anotar el 3-0.
El Sevilla se march¨® a los vestuarios con la misi¨®n cumplida. Tres goles y un rival machacado. Ten¨ªa por delante 45 minutos para abrillantar su curr¨ªculo, hasta ayer mate en casa. Pero la segunda parte no tuvo el lustre de la primera. Incluso sirvi¨® para redimir al Espa?ol del rd¨ªculo. Los catalanes durmieron el partido e intentaron mandar, pero les pudo la desdicha: salieron de las duchas con un saco de goles en contra. Lard¨ªn fue el ¨²nico que intent¨® salvar la debacle. En la segunda parte incordi¨®, pero su soledad termin¨® por aburrirle. Escap¨® de la ruina intimidando a Unzu¨¦ con un zurdazo al travesa?o y dos disparos rasos envenedados . Y nada m¨¢s. Eso fue todo lo que dio de s¨ª el ataque visitante.
No le pudo ir peor al Espa?ol. Francisco, uno de los emblemas de la depuraci¨®n del balompi¨¦, anduvo tosco. Raducioiu apenas rasc¨® bola y sali¨® por la puerta falsa en el descanso. Pochettino, Roberto, Arteaga... nada de nada. Camacho tiene trabajo. El Espa?ol no estuvo a la altura t¨¦cnica que han acreditado sus futbolistas y tampoco a la altura moral que exige su entrenador.
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