Una tumba para Bihac
Bihac ha quedado sepultada bajo las bombas y la ceniza. Ha sido sacrificada por el realismo pol¨ªtico, por la evidencia de que la ley del m¨¢s fuerte ha sustituido al derecho y a la justicia. Bihac ya no existe. Ha sido limpiada, purificada. Y la matanza ha tenido lugar bajo la mirada de los periodistas y los soldados de la ONU. El sacrificio ha sido radical. El pobre alcalde, Hamdia Kabiliagic, ha pedido socorro, gritado, suplicado. No ha habido nada que hacer, la m¨¢quina del ej¨¦rcito serbio estaba en marcha y nadie quer¨ªa detenerla. Kabiliagic se dirig¨ªa a la opini¨®n p¨²blica dici¨¦ndole por la radio: "Os suplico que hagais algo. Vais a ser testigos de. un genocidio". Un grito en las tinieblas. Una llamada en el vac¨ªo. Una voz cubierta por el ruido de las bombas. Las personas que mor¨ªan en el bombardeado hospital de Bihac no eran m¨¢s que musulmanes. Pobres musulmanes. La gente se pregunta qu¨¦ hace Arabia Saud¨ª,- qu¨¦ espera Ir¨¢n para intervenir. Pero son musulmanes moderados. No les interesan. Y, adem¨¢s, ?qu¨¦ les van a dar a cambio? ?Petr¨®leo? ?Diamantes? No, s¨®lo su ser, su cultura, y sus ganas de vivir en la tierra de sus antepasados. ?Nada que tenga inter¨¦s! El islam que occidente est¨¢ satanizando no pasa por Bihac. Olvidemos los pa¨ªses del islamismo petrolero, ricos y poderosos. Esos est¨¢n bien protegidos desde la guerra del Golfo. Lo que no impide que financien y alimenten el integrismo fuera de sus fronteras. Curiosa paradoja.
Derrota de Bihac, s¨ª, pero tambi¨¦n, de rrota de la ONU y de Europa. Las Naciones Unidas han vuelto a dar muestra de su impotencia y su renuncia. Hace mucho que ha abandonado Bosnia. Los d¨¦biles son culpables de ser d¨¦biles, como los pobres de ser pobres. Es la ley del m¨¢s fuerte quien as¨ª lo quiere. Y EE UU no ha fracasado en su pol¨ªtica en la ex Yugoslavia.
Los serbios han "demostrado su superioridad militar sobre el terreno", por lo tanto, han ganado la guerra, como reconoci¨® el 27 de noviembre William Perry, secretario norteamericano de Defensa. En esas condiciones, el inter¨¦s de Washington es ser realista, aunque ello cueste la vida a varios centenares o millares de bosnios.
Europa no est¨¢ todav¨ªa hecha. Cuando ante sus ojos y a sus puertas tiene lugar un genocidio, no logra hablar con una ¨²nica voz. ?Qu¨¦ confianza se puede tener en esta Europa incapaz de apagar un incendio y de salvar a unos ni?os olvidados en un hospital en llamas? ?Qu¨¦ credibilidad le queda a la OTAN que fracasa en su misi¨®n de responder a los serbios?
La derrota de Bihac permanecer¨¢ en el recuerdo como s¨ªmbolo de la absoluta soledad del pobre. Es un s¨ªmbolo para los tiempos venideros, para aquellos que sean llevados a entrar en conflictos. La justicia de las naciones agoniza en los bancos del Consejo de Seguridad. El poder de las armas y de los intereses ocupan el lugar de la ¨¦tica de las naciones. S¨®lo la ayuda humanitaria merece respeto y consideraci¨®n a los ojos del mundo. Pero la ayuda humanitaria no puede sustituir a una pol¨ªtica, a una solidaridad entre naciones civilizadas.
?Ah! Si esos musulmanes de Bosnia fueran propietarios de algunos pozos de petr¨®leo, en el Golfo por ejemplo, el planeta estar¨ªa hoy sobresaltado ante el avance del ej¨¦rcito serbio. Pero la historia no se fabrica. La geograf¨ªa s¨ª se puede modificar, y eso es lo que hacen los serbios. Han vuelto a dibujar el mapa d¨¦ lo que consideran su pa¨ªs. Si ya no queda confianza en la ONU, en Europa, en la OTAN ?c¨®mo conformarse con esta nueva realidad, la de la ley del m¨¢s fuerte, versi¨®n apenas maquillada de la ley de la jungla?.
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