Con suavidad
El poeta malague?o Manuel Altolaguirre llegaba a confesar lo sin tapujos: "Las cosas en m¨ª tienen infierno y gloria". Para saber si sus cong¨¦neres de hoy d¨ªa siguen estando atentos. a las duras y a las maduras, un semanario franc¨¦s, Le Nouvel Observateur, se dirigi¨® a 300 escritores, representantes de 73 nacionalidades, rog¨¢ndoles que contaran todo lo contable de lo poco o mucho que les sucediese a lo largo de una jornada del a?o en curso: el 29 de abril. La idea, heredada de M¨¢ximo Gorki, ha obtenido 240 Adhesiones, que ahora aparecen publicadas conjuntamente. La representaci¨®n espa?ol a incluye los siguientes nombres: Eduardo Arroyo, Fernando Arrabal, Jorge Sempr¨²n, Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n (llamado Vas quez), Camilo Jos¨¦ Cela, Javier Mar¨ªas, M¨ªguel Delibes y Juan Goytisolo. Desde Roma, se fija Eduardo Arroyo en la llegada (legal) al poder de un grupo de fascistas confesos, a la par que comprueba el resurgir de las sotanas y sabe de la humana ca¨ªda de Karol Wojtyla cuando iba a salir de la ba?era. Al t¨¦rmino, se acuerda de su abuela, devota de la misa radiada, que sol¨ªa decirle: "Eduardo, no le tengas man¨ªa a los curas en general, pues no todos son democristianos". En Par¨ªs, Arrabal rememora sus conversaciones con lonesco y, de paso, nos dice que Beckett le telefonea desde el m¨¢s all¨¢. Mientras tanto, en la misma ciudad, Jorge Sempr¨²n revive ¨¦l 29 de abril de 1945, cuando vuelve del campo de concentraci¨®n: "He vuelto a tener 20 a?os: nadie me har¨¢ creer que, al regreso de Buchenwald, era idiota tener esa edad". Desde Barcelona, V¨¢zquez Montalb¨¢n, rodeado de chuchos y seres queridos, pasa revista a la m¨¢s cruda realidad: la huida de Luis Rold¨¢n, las proclamas antisocialistas de la cadena COPE, un recorte de Il Manifesto, la pr¨®tesis de la. cadera papal y el pacto entr¨¦ Israel y Palestina.
Con Cela, afincado en Guadalajara, descubrimos los peligros de una memoria rigurosa: "La memoria s¨®lo invade a las mentes yermas y en barbecho, a las mentes disfrutadoras de esa paz que s¨®lo Dios concede a los grandes criminales, y la memoria demasiado precisa puede llegar a ser una enfermedad". Ello no le impide anotar: "Ahora recuerdo que el 29 de abril vi a una vecina duch¨¢ndose, ten¨ªa la luz encendida y su silueta se dibujaba muy bien". (Yo tambi¨¦n he vuelto a acordarme de Ba?o de dom¨¦stica, poema de Carlos Barral).
Afirma Javier Mar¨ªas que en Madrid se duerme poco, por m¨¢s que sea la ciudad europea con mayor n¨²mero de ¨¢rboles. Durante la jornada de marras, evoca la figura de Rold¨¢n, es entrevistado por una periodista de este mismo diario, vuelve a ver El tercer hombre y a?ade que, en estos tiempos ¨²ltimos, hay escasez de mujeres fr¨ªvolas. Miguel Delibes, en su retiro de Sedano (Burgos), escucha el p¨ªop¨ªo de un ruise?or y aclara que por aqu¨ª se ha interpretado mal cierto pasaje de su discurso de recepci¨®n del Premio Cervantes, pues, por supuesto, no piensa acometer ese imposible de retirarse de la escritura. A parecidas horas, Juan Goytisolo da de comer, por vez primera y ¨²ltima, a un gato hambriento en una callejuela de Marraquech. Al atardecer, anota: "Sombra y opacidad son aqu¨ª fulgor y promesa".
Hasta ese punto, toda la aportaci¨®n espa?ola a una jornada precisa, que tal vez tuvo su representaci¨®n menos intercambiable en la pluma del italiano Gesualdo Bufalino, modelo de esa angustia tan completa que siempre desemboca en el, humor. Pero tampoco es manco su compatriota Antonio Tabucchi, que le propina un duro varapalo al portugu¨¦s Jos¨¦ Saramago, mientras ¨¦ste, ajeno al florentino ajuste de cuentas, contemplaba la hermosura del Timanfaya.
Infierno y gloria, pues, de las cosas convertidas en escritura. Bajo su doble influjo, ayer mismo, festividad de la Inmaculada, alguien escrib¨ªa: "Escucho una guarachamambo de Jos¨¦ Betancourt, Con suavidad, grabada a principios de los a?os 50 por el cantante La¨ªto, acompa?ado de Sen¨¦n Su¨¢rez y su conjunto del Tropicana Night-Club al tiempo, zampo alfajores de las monjas jer¨®nimas de Constantina (Sevilla)".
Babelia
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