Voz discordante en el pa¨ªs de la unanimidad
Si bien Kenzaburo O¨¦ ya era considerado por sus compatriotas un escritor "literariamente dif¨ªcil y pol¨ªticamente raro", la concesi¨®n del galard¨®n acrecienta su imagen pol¨¦mica: un artista a quien no le importa revolver las aguas habitualmente armoniosas de la cultura y de la pol¨ªtica niponas. La noche que le comunicaron la noticia, O¨¦ afirm¨® que con el dinero que va a recibir piensa hacer lo que le d¨¦ la gana.
Dos d¨ªas despu¨¦s rechaz¨® de plano la Orden de M¨¦ritos Culturales otorgada por el Gobierno y que en Jap¨®n se considera la m¨¢xima condecoraci¨®n del pa¨ªs. Aunque no dijo las razones, algunos medios repescaron su antigua y tenaz oposici¨®n (en los a?os sesenta se le tachaba de radical) a mantener relaciones con los gobiernos. Dice O¨¦ que el Nobel lo recibe del "pueblo sueco", no de su Gobierno.
El renombre de O¨¦, como portavoz informal de los ambientes pacifistas y antinorteamericanos de izquierda data de principios de los a?os sesenta, cuando, tras visitar Hiroshima, escribi¨® Notas de Hiroshima, que, seg¨²n muchos cr¨ªticos, destila existencialismo sartriano y periodismo de acci¨®n a la manera de Andr¨¦ Malraux; mientras, el h¨¦roe de Dignidad humana, el doctor Shigeto, parece inspirado por el doctor Rloux de La peste, de Camus.
Influencia europea
Esta influencia europea aparece en gran parte de su obra y no ha encajado nunca entre los pol¨ªticos nipones, que consideran a O¨¦ ajeno al mundo de la literatura tradicional japonesa. El lenguaje de O¨¦ "apesta a mantequilla" traducci¨®n literal de una expresi¨®n que equivale a acusarle de influencias occidentales impuras. O¨¦ reconoci¨® en su discurso ante la Academia Sueca esas influencias, si bien y al poeta irland¨¦s Yeats.Aunque durante las ¨²ltimas semanas los elogios han sido incesantes, no han. faltado voces que critican con dureza la obra de O¨¦ y la califican de "imposible de leer", "grotesca" y alguno, incluso, se atreve a escribir que hay otros autores japoneses mucho mas merecedores del Nobel. Pero, O¨¦ no parece inmutarse por estas cr¨ªticas y nada m¨¢s ilegar a Estocolmo toc¨® el tab¨² de la responsabilidad japonesa en la II Guerra Mundial, sobre laque millones de japoneses procuran correr un velo de ignorancia. "Todav¨ªa somos responsables de las atrocidades de la guerra mundial y tenemos, que seguir compensando por ello, sobre todo a los pa¨ªses asi¨¢ticos". Sin embargo, el car¨¢cter afable y sonriente de O¨¦ ha conquistado a muchos japoneses, que le consideran dif¨ªcil en el terreno literario, pero entra?able y sencillo en las im¨¢genes y entrevistas que se suceden en los medios de comunicaci¨®n.
Que su hijo Hikari, disminuido mental, le acompa?e en sus viajes, incluido el de Estocolmo, beneficia su imagen p¨²blica y el calificativo que m¨¢s se le aplica en Jap¨®n es el de humanista. De hecho, la figura de su hijo, cuya tragedia se refleja, en libros como Una cuesti¨®n personal, uno de sus trabajos m¨¢s emblem¨¢ticos, ha calado hondo en una naci¨®n muy sensible a estos gestos. A la larga, parece que la imagen de O¨¦ como padre y escritor, aunque dif¨ªcil de leer, parece sobreponerse a la de O¨¦ discordante e izquierdista. Siempre a la b¨²squeda del origen bipolar de un Jap¨®n ambiguo, entre Occidente y Oriente, como ¨¦l lo ha calificado, O¨¦ ha anunciado que en los dos pr¨®ximos a?os se establecer¨¢ en Estados Unidos para estudiar filosof¨ªa occidental.
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