Valores que vuelven
Cuenta Roland Emmerich que su intenci¨®n a la hora de abordar Stargate no era otra que copar ese estilo, "ligeramente anticuado", seg¨²n ¨¦l, de los grandes kolossals de los primeros sesenta: El Cid y otros peplums de masas.Nada que objetar, y en todo caso, Stargate confirma el aserto: si algo no falta en la pel¨ªcula son docenas, centenares de extras. Y tampoco falta ese aire de familia que emparenta el filme -por su tem¨¢tica, por su colosalismo, pero nada m¨¢s que por eso- con Fara¨®n, impecable ejercicio de ciencia ficci¨®n hist¨®rica rodado en el Egipto de Nasser por Jerzy Kawalerowicz.
Tambi¨¦n aqu¨ª se habla del antiguo Egipto, y tambi¨¦n, como no, de religi¨®n. S¨®lo que la propuesta se sit¨²a, es obvio, en otra parte: en el terreno del filme de aventuras, que no otra cosa es esta presuntamente elaborada ficci¨®n que casa pasado remoto y presente impensable. El filme narra el viaje a otra galaxia de un grupo de militares, auxiliados por un egipt¨®logo, para comprobar una especie de puerta de acceso al universo, cuyas claves vemos descubrir en un pr¨®logo pretendidamente majestuoso, que marcar¨¢ el tono general de la pel¨ªcula. Lo que all¨ª descubren es, ni m¨¢s ni menos, el origen de nuestra civilizaci¨®n; una encarnaci¨®n de Ra (el transexual Jaye Davidson, importado desde Juego de l¨¢grimas) que esconde, en realidad, a un ser de otro planeta; y una civilizaci¨®n tiranizada por sanguinarios guardianes.
Stargate
Direcci¨®n: Roland Emmerich. Gui¨®n: Dean Devlin y R. Emmerich. Fotograf¨ªa: K: W. Lindenlaub. M¨²sica: D. Arnold. EE UU, 1994. Int¨¦rpretes: Kurt Russell, James Spader, Jaye Davidson. Madrid: Aluche, Colombia, La Dehesa, Rialto, Vaguada, Vel¨¢zquez, Paz, y Victoria.
Ampulosidad desmedida
Le sobran a Stargate ampulosidad, decorados mayest¨¢ticos y citas pretendidamente cultas, y le falta perfilar aspectos consustanciales al cine de aventuras: un enfrentamiento en toda la regla, el conocimiento del enemigo, un ritmo -de gui¨®n, de montajea- decuado, un actor principal competente. Curiosamente, falla all¨ª donde menos deber¨ªa, en el eslab¨®n no ya d¨¦bil, sino insustancial que representa el militar Kurt Russell, actor t¨ªpico del g¨¦nero, que est¨¢ m¨¢s perdido que una grulla en el desierto.Y no es poco el fallo, toda vez que Russell encarna los valores que el filme manifiestamente "vende" como mercanc¨ªa principal: coraje varonil y militarismo, ambos aderezados con ingentes cantidades de... cigarrillos: hac¨ªa tiempo que este servidor no ve¨ªa en el cine americano una apolog¨ªa tan descarada del fumador y sus circunstancias: es esencial el papel de un mechero en la historia, por ejemplo. Pero en fin, eso es an¨¦cdota, y al cabo, lo que permanecer¨¢ del filme es su aspecto demod¨¦ -acert¨® Emmerich, si eso pretend¨ªa-, su espectacularidad un poco plomiza y una atractiva hip¨®tesis sobre las relaciones entre los egipcios de la IV dinast¨ªa y unos alien¨ªgenas.
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