Los Presupuestos y la pol¨ªtica
Los autores analizan los presupuestos de 1995 desde una perspectiva pol¨ªtica y piden una mayor cooperaci¨®n bipartita para lograr m¨¢s estabilidad.
Elaborados en la fase inicial de una etapa de expansi¨®n del ciclo econ¨®mico es, sin lugar a dudas, interesante que nos acerquemos a la pol¨ªtica econ¨®mica que hay dentro de los presupuestos del Estado para 1995. Es esta tarea particularmente atractiva puesto que la pol¨ªtica presupuestaria es una de las partes de la pol¨ªtica econ¨®mica que ha venido adquiriendo un destacado papel en los Estados industrializados. Su formulaci¨®n, por otra parte, es compleja, puesto que la valoraci¨®n que alcanza depender¨¢ de su capacidad para satisfacer simult¨¢neamente m¨²ltiples objetivos. Al hacerlo, cualquier presupuesto expl¨ªcita un vector de preferencias en cuya definici¨®n se efect¨²a una toma de posici¨®n respecto a los contenidos de la pol¨ªtica. Por lo que detr¨¢s de los diferentes dise?os de pol¨ªtica presupuestaria se encuentran siempre planteamientos pol¨ªticos opuestos.Los objetivos para el pr¨®ximo a?o consisten en recuperar el crecimiento econ¨®mico, situ¨¢ndolo alrededor del 3%, a la vez que se reduce el tama?o de los desequilibrios en las variables b¨¢sicas de las que depende el buen funcionamiento de la econom¨ªa. Un crecimiento estable es condici¨®n necesaria para que se avance en la prosperidad colectiva. Su acentuaci¨®n en 1995 se llevar¨¢ a cabo a trav¨¦s de componentes distintos a los de a?os anteriores, ya que la demanda interna volver¨¢ a convertirse en el motor que impulse el proceso de recuperaci¨®n, tomando para ello el relevo del sector exterior. El escenario previsto lleva a cabo una prudente combinaci¨®n entre consumo e inversi¨®n. El primero crecer¨¢ de manera moderada, efectu¨¢ndose su elevaci¨®n m¨¢s por incrementos netos del empleo que por ganancias reales de capacidad adquisitiva de los ocupados o de quienes han abandonado el mercado de trabajo.
M¨¢s destacados son los elementos de apoyo que se realizan en favor de la inversi¨®n, ya que el crecimiento de esta variable ser¨¢ el 5,3%, superior al previsto para el consumo privado. Desde esta pulsaci¨®n, la inversi¨®n actuar¨¢ como factor de consolidaci¨®n y mantenimiento de un proceso -el de recuperaci¨®n- al que se ha incorporado con retraso, pero al que en estos momentos se une definitivamente gracias a los apoyos e incentivos que ha recibido. El resultado del comportamiento de ambos componentes de la demanda interna ser¨¢ el aumento del empleo en una cuant¨ªa entre 175.000 y 200.000 puestos de trabajo netos, cantidad destacada despu¨¦s de tres a?os consecutivos de ca¨ªdas importantes del mismo.
Adem¨¢s, los presupuestos de 1995 mantienen la protecci¨®n social alcanzada, situando el peso del gasto social en el conjunto del gasto p¨²blico en el 51,8%, un punto por encima del presupuestado en el ejercicio precedente. Se genera, con ello, un factor de confianza en ciudadanos y agentes econ¨®micos, que aleja recelos y temores sobre la continuidad de estas pol¨ªticas, cuyos beneficios para la econom¨ªa espa?ola son comunmente reconocidos.
Por otra parte, dejando a un lado los problemas de funcionalidad que pudieran derivarse de actuaciones contrarias a las antes aludidas, el sendero elegido es coincidente con el que utilizan en la Uni¨®n Europea las formaciones pol¨ªticas maduras cuando observan que en sus respectivas naciones las pol¨ªticas de bienestar han tejido un conjunto de equilibrios cuyos beneficios se han extendido en favor de la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Para ello han recurrido a mantener, . perfeccionar y -cuando ha sido necesario- reformar instituciones de cohesi¨®n de bienestar social estableciendo un sistema de derechos del ciudadano que contrapesa las desventajas originadas por el mercado.
Claro est¨¢ que, cuando esa opci¨®n de pol¨ªtica econ¨®mica se toma, se constata inexorablemente el alejamiento de ella de quienes se sit¨²an en el doctrinarismo pol¨ªtico o de aquellos otros que exclusivamente pretenden defender sus particulares intereses. Viendo la actitud de unos y de otros, con frecuencia se observa c¨®mo para esos grupos, colectivos o representaciones de intereses nunca llega el momento en el que, ni siquiera de manera moderada, los ciudadanos puedan disfrutar de los beneficios que ocasiona el progreso material.
Junto con los apoyos parlamentarios que han recibido, los presupuestos para 1995 incorporan acuerdos espec¨ªficos con instituciones como la FEMP en el ¨¢mbito de la financiaci¨®n local, con las CC AA para el saneamiento y financiaci¨®n del sistema nacional de salud, y con las centrales sindicales en materia de sueldos de funcionarios, pensiones p¨²blicas y prestaciones para los beneficiarios del empleo rural. As¨ª, este documento presupuestario es un coherente mosaico de acuerdos con representaciones de intereses generales, territoriales y profesionales.
Cr¨ªticas han sido las posiciones expresadas por la derecha. Desde el espacio empresarial se ha afirmado que este presupuesto es cobarde y populista. Pese a que el gasto p¨²blico no financiero aumenta al 3,4% frente al 6,5% de crecimiento del PIB nominal, hay que suponer que la calificaci¨®n de cobarde se formula por no ser m¨¢s restrictivo, ya que este patr¨®n presupuestario es el que en el universo patronal se identifica con la valent¨ªa. Populista ha sido el siguiente calificativo empleado por el C¨ªrculo de Empresarios. Cabr¨ªa pensar si la fundamentaci¨®n del mismo se realiza, por no negar -es decir, por mantenerla capacidad adquisitiva de funcionarios y pensionistas. Igualmente curiosa resulta la argumentaci¨®n de que este tipo de acuerdos tienen un efecto arrastre en el conjunto de la negociaci¨®n colectiva. Es un dato contrastable que tras dos a?os de crecimiento nulo de las retribuciones, la disciplina de costes llevada a cabo por la patronal p¨²blica soporta con holgura la comparaci¨®n con la actitud de la patronal privada.
Tratando de superar el posicionamiento escasamente objetivo que expl¨ªcita el grupo m¨¢s elitista del empresariado espa?ol querr¨ªamos situar nuestro an¨¢lisis en terrenos m¨¢s serenos y sosegados.
En Espa?a, en algunas ocasiones, el gobierno de la econom¨ªa pudo realizarse a trav¨¦s de negociaciones -con y entre- los agentes sociales que, adem¨¢s de la mutua legitimaci¨®n, consiguieron resolver buena parte de las dificultades existentes, por lo que ser¨ªa muy conveniente recuperar este procedimiento de articulaci¨®n de las relaciones industriales. Su contenido, en unas circunstancias pol¨ªticas tan distintas a las que posibilitaron en su d¨ªa aquellos singulares y exitosos acuerdos, ha de ser necesariamente diferente. Si bien deber¨ªa, al menos, concretarse en favorecer cuantas actuaciones puedan llevar las partes para afianzar y solidificar la recuperaci¨®n que se est¨¢ produciendo.
Cuando gran parte de la vida econ¨®mica est¨¢ configurada por las actitudes, todos deber¨ªamos contribuir a que no se aceleraran al alza los precios en los momentos iniciales de la recuperaci¨®n. ?se es uno de los mayores riesgos a los que se enfrentar¨¢ el panorama econ¨®mico espa?ol en los pr¨®ximos meses. La mejora de los m¨¢rgenes que se ha producido no deber¨ªa trasladarse hacia una elevaci¨®n de precios, sino que habr¨ªa de canalizarse hacia actuaciones m¨¢s productivas.
Ante tan indeseada expectativa, habr¨ªa que actuar con la finalidad de corregir un rebrote inflacionario ocasionado por aumentos de beneficios. Lo mismo podr¨ªa decirse -si tambi¨¦n ocurriera- con los aumentos de precios que motivaran las alzas salariales. Producidos por unas causas o por otras, hemos de ser conscientes de que un repunte inflacionista actuar¨¢ negativamente sobre el proceso de recuperaci¨®n y crecimiento de la econom¨ªa.
Por ello, la lucha destinada a reducir la inflaci¨®n se convierte en una tarea colectiva que va m¨¢s all¨¢ de las posibilidades de un Gobierno, ya que conseguir objetivos ambiciosos en precios, resulta dif¨ªcil si los comportamientos sociales se dirigen en una direcci¨®n contraria al objetivo perseguido. Es por lo que los comportamientos de las diferentes instituciones y agentes sociales tendr¨ªan que articularse para que sea posible la reducci¨®n de los precios. En este sentido, ser¨ªa conveniente que las centrales sindicales y las organizaciones actuaran tomando como referencia la tasa de inflaci¨®n prevista, proponi¨¦ndose ambas partes que la misma llegue a ser la inflaci¨®n real.
En este sentido, ser¨ªa bueno que la pol¨ªtica econ¨®mica en los presupuestos para 1995 se complemente con alguna modalidad de acuerdo bipartito destinado a encauzar, al menos en el pr¨®ximo ejercicio, la marcha de las distintas rentas, ya que ello supondr¨ªa un compromiso en favor de la estabilidad econ¨®mica que servir¨ªa para que la recuperaci¨®n no sea ef¨ªmera y para que el crecimiento resulte intenso y sostenido.
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