?Duelo a garrotazos?
A ratos, la negociaci¨®n comunitaria que acab¨® alumbrando, el jueves, la integraci¨®n de la flota espa?ola en la Pol¨ªtica Com¨²n de Pesca (PCP) parec¨ªa escenificar un grabado de Goya. Aqu¨¦l, Duelo a garrotazos, en el que dos minusv¨¢lidos, presas las extremidades, se l¨ªan a golpes, exhibiendo a la vez, dram¨¢ticamente, fortaleza y debilidad.Empu?ando un garrote, Espa?a, con dos grandes fuerzas y dos notorias debilidades. La fuerza jur¨ªdica: los acuerdos de marzo y la declaraci¨®n del Consejo Europeo de Essen, seg¨²n los cuales la PCP deb¨ªa instrumentar ya la acogida de "todos los buques de la Comunidad", sin discriminaci¨®n hacia los dos pa¨ªses ib¨¦ricos. La fuerza pol¨ªtica: la advertencia de que no se depositar¨ªan los instrumentos de ratificaci¨®n de la ampliaci¨®n n¨®rdica (Austria, Finlandia, Suecia), avalada por una resoluci¨®n del Congreso.
Frente a ella, empu?ando otro garrote, el Reino Unido. Sin fuerza jur¨ªdica en que apoyar sus reivindicaciones m¨¢s all¨¢ del principio establecido de "estabilidad" del esfuerzo pesquero (no aumentar las capturas). Pero con la potencia pol¨ªtica derivada de su propio peso espec¨ªfico en la UE. Y particularmente, de la voluntad de la presidencia alemana de agotar las v¨ªas de acuerdo, evitando as¨ª una y otra vez llegar a una votaci¨®n que la dejase en solitario. La debilidad brit¨¢nica tambi¨¦n derivaba de la situaci¨®n pol¨ªtica interior.
Rehenes los dos Gobiernos de sus respectivas debilidades y de sus opiniones p¨²blicas, ambos necesitaban llegar a un acuerdo que les permitiese salvar barcos y honra. Por eso las discusiones de las ¨²ltimas horas pasaron del sagrado ¨¢mbito de los principios al miserable terreno de las compensaciones cuantitativas triangulares (por ejemplo, las ofrecidas por Espa?a, para lograr arrancar a Francia de la minor¨ªa de bloqueo, lo que consigui¨® a base de anchoa), un ¨¢mbito de desnudos intereses en el que las contrapartid¨¢s finalmente tienen que determinarse sobre unaAl final se impuso la raz¨®n jur¨ªdica -la integraci¨®n de la flota espa?ola en la PCP, su acceso al banco irland¨¦s-, mediando la vaselina de la presidencia para evitar una derrota catastr¨®fica del Gobierno Major, quien tambi¨¦n puede exhibir logros a su galer¨ªa: el nuevo r¨¦gimen com¨²n para controlar el esfuerzo pesquero ser¨¢ menos r¨ªgido que el que reg¨ªa para Espa?a y Portugal; se salva el coto vedado de dos peque?as zonas en el irish box.
?Vali¨® la pena el envite, en el que Espa?a se arriesgaba a aparecer como culpable del retraso en la ampliaci¨®n n¨®rdica? Dicen los doctores de la iglesia comunitaria que no hab¨ªa otro remedio, que cuando un acuerdo (el de marzo) te da la raz¨®n, hay que hacerlo valer. De lo contrario, nadie te respetar¨¢. Adem¨¢s, era una cuesti¨®n pol¨ªtica emblem¨¢tica: se dirim¨ªa el final del ¨²ltimo per¨ªodo transitorio vigente para Espa?a, y resultaba un contrasentido que los nuevos socios ingresasen de inmediato en la PCP y los dos ib¨¦ricos tuvieran que aguardar hasta el a?o 2003.
Pero como eso, como excepci¨®n, hay que considerar el ¨®rdago. No como regla, ni mucho menos como acicate de actitudes neochovinistas -aunque arrojasen r¨¦ditos electorales-, pues ello destruir¨ªa el prestigio espa?ol en Bruselas. Un activo sensible y traducible a influencia decisoria (en asuntos de inter¨¦s directo como la cohesi¨®n o la pol¨ªtica mediterr¨¢nea), v¨¦ase si no el caso de Italia, fundadora de la Europa comunitaria y hoy pr¨¢cticamente inexistente, a fuerza de su caos interno y su frecuente apelaci¨®n al veto (cuotas l¨¢cteas, Eslovenia).
Es cierto que los logros conseguidos -ev¨ªtese la palabra victoria, m¨¢s ¨²til en el deporte o la milicia- han sido fruto de la unanimidad, la paciencia y la firmeza frente a la mejor diplomacia de Europa, el Foreign Office. Y es cierto que ese ministro de Agricultura de imagen tenue y desle¨ªda, Luis Atienza, se ha revelado como un pol¨ªtico que hace rigurosamente sus deberes y discute r¨¢pido e impasible cual culo di ferro, seguramente uno de los m¨¢s eficaces de la cuadra espa?ola. S¨¢quense dividendos de todo ello, pero nada de soflamas patri¨®ticas. Las cosas que se juegan en. Bruselas son demasiado serias. La imagen goyesca es una simple met¨¢fora.
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