Ejemplos
Ahora que se cumplen 70 a?os de radio en Espa?a bueno ser¨¢ recordar un programa que de ni?o me encantaba: era El criminal nunca gana, donde se escenificaban casos policiales felizmente resueltos para que sirviesen de ejemplo moral supuestamente ilustrador de la nula rentabilidad de las actividades delictivas, que por entonces proliferaban a causa de la impune corrupci¨®n franquista. Y estos d¨ªas en que se enjuicia a notorios personaje no he podido menos que recordar, aquel programa. Con esto no quiero defender las dudosas virtudes preventivas de la moralizaci¨®n radiof¨®nica, pero s¨ª sostener que el ejemplo es la mejor escuela de ciudadan¨ªa. Mientras Conde o De la Rosa campaban por sus respetos constitu¨ªan todo un ejemplo de c¨®mo enriquecerse evadiendo la ley con impunidad. Pero ahora que por fin est¨¢n siendo enjuiciados tambi¨¦n constituyen el mejor ejemplo de que aqu¨ª ya no resulta posible, como suced¨ªa durante el franquismo, que los poderosos infrinjan la ley con privilegio de impunidad.Este a?o que se acerca a su t¨¦rmino ha visto c¨®mo estallaban por fin los mayores escandalos (el ¨²ltimo hasta la fecha es el del GAL). Si estos hechos se interpretan como un ejemplo representativo del estado de nuestra sociedad, la consecuencia a extraer tiene que ser forzosamente pesimista, llen¨¢ndonos de mala conciencia sobre la progresiva degeneraci¨®n de nuestra vida p¨²blica. Pero queda la alternativa de considerar estos esc¨¢ndalos como ejemplo edificante, dado que constituyen la mejor prueba de que el criminal nunca gana, al no ser ya posible infringir la ley con impunidad. Nuestra sociedad es por fin tan madura que puede mirarse, a s¨ª misma sin encubrimientos ni hipocres¨ªas, reconociendo sus peores patolog¨ªas. Pues si hay algo peor que el crimen es su impunidad, de cuya simiente brota una inevitable cosecha de infracciones futuras. De ah¨ª que para moralizar nuestra vida p¨²blica sea condici¨®n necesaria el enjuiciamiento de los transgresores, evitando que pueda cundir el ejemplo de su impunidad. Por eso es bueno que ahora el juez Garz¨®n destape de nuevo la trama de los GAL (aunque fuera por razones personales y brindase con ello a Conde una oportuna pantalla distractiva, pues bienvenidas sean tales coincidencias si promueven el imperio de la ley), para que as¨ª ninguna transgresi¨®n de las leyes pueda quedar impune. El actual intento de disculpar a los GAL resulta inadmisible, pues el fin no justifica los medios nunca, (¨¦ste es el tr¨¢gico error que explica la mayor parte de nuestros problemas actuales, desde la corrupci¨®n pol¨ªtica hasta el linchamiento period¨ªstico del poder socialista). Es cierto que cabe hallar eximentes para los cr¨ªmenes de los GAL (desde la solidaridad con los compa?eros hasta la guerra sucia contra ETA), pero tales atenuantes nunca pueden justificar su impunidad: quien encuentre razones para cometerer crimen debe dar la cara por ello reconociendo en p¨²blico su autor¨ªa, sin creerse con derecho a reclamar impunidad.
Tanto es as¨ª que cabr¨ªa pensar que con el GAL, sumado a los sumarios abiertos contra Conde y De la Rosa, y si se atiende la sugerencia del Supremo de investigar de oficio los fondos reservados, se cierran por fin los casos pendientes cuya impunidad pesaba como una losa sobre la buena conciencia de nuestra vida c¨ªvica. Pero por, desgracia esa lista todav¨ªa est¨¢ por cerrar, pues queda la impunidad de la corrupci¨®n pol¨ªtica. Es bochornoso lo que se ha visto estos d¨ªas en la comisi¨®n del Congreso que investiga los casos Filesa y Naseiro, con los partidos mayoritarios rivalizando por ver qui¨¦n encubre sus respectivas infracciones con mayor impunidad, como si quisieran probar que ciertos criminales s¨ª pueden ganar. Vaya ejemplo de civismo que est¨¢ dando toda nuestra clase pol¨ªtica. ?Con qu¨¦ derecho se nos puede pedir que declaremos nuestra renta mientras nuestros representantes encubren su impune financiaci¨®n clandestina? ?C¨®mo no advertir que la segunda transici¨®n no ser¨¢ posible hasta que no se disipe hasta la ¨²ltima sombra de impunidad, incluyendo toda la corrupci¨®n pol¨ªtica.
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