Mosc¨²
Mosc¨² vuelve a ser Mosc¨². Todos nos sent¨ªamos un poco desorientados al hablar de la capital de la nueva Rusia zarista-capitalista-mafiosa, pero por fin podemos utilizar el nombre de Mosc¨² con la misma carga de sospecha, recelo, temor, que tuvo en los tiempos de la URSS. Recuerden: el oro de Mosc¨², la garra de Mosc¨², la mano criminal de Mosc¨², la amenaza de Mosc¨²... El presidente Yeltsin, entre cogorza y cogorza, se ha rodeado a s¨ª mismo, se ha bombardeado con la parte de las Fuerzas Armadas que le son leales, se ha destituido como presidente dem¨®crata y se ha nombrado zar de todas las Rusias y secretario general de todos los partidos de derechas de todas las Rusias. No se puede entender de otra manera que el Ej¨¦rcito ruso, ahora zarista-capitalista-mafioso, est¨¦ machacando a una minor¨ªa ¨¦tnica sin el permiso de Yeltsin, al que siempre le quedaba el recurso de dimitir o suicidarse con una desmedida dosis de vodka.Yeltsin no es el ¨²nico responsable de lo que est¨¢ pasando en el C¨¢ucaso. Comparte esa responsabilidad con el en otro tiempo llamado Occidente que prefiere unas Bosnias o Chechenias machacadas antes de que caigan en manos del enemigo que viene: el integrismo isl¨¢mico. Al fin y al cabo, Yeltsin es "vuestro hombre en Mosc¨²" desde que desplaz¨® a aquel director de orquesta rosa sin partitura que se llam¨® Gorbachov. Surgido de alg¨²n subsuelo, alimentado con fondos reservados, ah¨ª est¨¢, ah¨ª est¨¢ la Puerta de Alcal¨¢ y que os aproveche. Cuando se impuso en la URSS la fracci¨®n m¨¢s impresentable del marxismo-leninismo yuppy encabezada por Yeltsin, recuerdo el fervor apolog¨¦tico que suscit¨® entre nuestra inteligencia pragm¨¢tica y respetable. Ahora merecen decir que todas esas cat¨¢strofes zaristas-capitalistas-mafiosas se deben a la herencia comunista. Hemos recuperado Mosc¨².
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