Buenos prop¨®sitos
"A?o Nuevo, vida nueva", se suele decir en estas fechas, y desde luego pienso aplicar mi enorme fuerza de voluntad a perfeccionarme durante los pr¨®ximos 12 meses. Por ejemplo, he decidido tratar con m¨¢s cari?o a mi actual esposa, a pesar de sus m¨²ltiples defectos. Tambi¨¦n quiero avanzar en mi arriesgado oficio de periodista de investigaci¨®n, y muy pronto -obviamente ahora no puedo adelantar detalles- espero dar un bombazo que mandar¨¢ a la c¨¢rcel a m¨¢s de un pez gordo de la vida pol¨ªtica y financiera del pa¨ªs.Ahora bien, antes de emprender tan nobles tareas, quiero quitarme la pesada carga d¨¦ unos temas que me tienen realmente consternado, incluso obsesionado. Es m¨¢s: hasta que no me desahogue, dif¨ªcilmente podr¨¦ cumplir mis buenos prop¨®sitos. Tr¨¢tase de dos temas de ¨ªndole municipal.
El primero tiene que ver con el aparcamiento subterr¨¢neo de la plaza de Santo Domingo, asunto detallado en este mismo espacio hace un mes. Entonces expliqu¨¦ con gran lujo de detalles c¨®mo conductores ego¨ªstas intentan entrar en un aparcamiento donde materialmente no caben sus coches, con el resultado de que se forman unos enormes atascos delante del aparcamiento que se extienden por todo el centro de Madrid. Incluso describ¨ª la incompetencia de los guardias para impedir esos tapones.
Pues bien, ?quiere el lector creer que mis advertencias, ofrecidas con la mejor fe y en beneficio general, han sido ignoradas por la autoridad llamada competente? ?Que el mismo tap¨®n del mismo aparcamiento sigue atascando el centro?
El segundo asunto tiene que ver con el aire que estamos respirando. Est¨¢ bien gastar bromas en torno a la boina que cubre nuestra ciudad, pero demasiados d¨ªas del a?o la contaminaci¨®n alcanza una intensidad realmente inaceptable e insalubre, con picor de ojos y hasta dificultades para respirar.
Estoy convencido de que esta contaminaci¨®n tambi¨¦n nubla el entendimiento. Por tanto, ya que los miembros del Gabinete -las personas m¨¢s importantes de la naci¨®n- disponen de b¨²nkeres para sobrevivir a un ataque nuclear, deber¨ªan reunirse prudentemente en Segovia, donde el aire es puro, y no se les nublar¨¢ la raz¨®n.
Mientras tanto, ?por que no se monta una campa?a de verdad para limpiar el aire de Madrid? Se necesitar¨ªa un ataque frontal y fulminante, a las calderas de carb¨®n y un control riguroso de los gases de los veh¨ªculos, empezando por los autobuses municipales. A veces se tiene la impresi¨®n de que las autoridades han tirado la toalla.
Finalmente, es preciso preguntar cu¨¢nto dinero se gasta en Madrid y en la autonom¨ªa en crear puestos de trabajo para los j¨®venes, y esos puestos de trabajo, ?est¨¢n bien remunerados o se rigen por los famosos contratos basura?
Pero esto no ha de sorprendernos, es tan s¨®lo parte de un fen¨®meno casi universal. Un art¨ªculo escrito en este mismo peri¨®dico por un experto, y titulado La recuperaci¨®n invisible (el pasado d¨ªa 3), se?ala que en Espa?a, "en 1994, por primera vez desde hace muchos a?os, los salarios han crecido por debajo de la inflaci¨®n". Agrega que "la poblaci¨®n activa deber¨ªa ser de 16 millones de personas, no de 12 como ahora", y denuncia "oleada tras oleada de reducci¨®n de plantillas, limitaci¨®n o eliminaci¨®n de las subidas salariales y sustituci¨®n de trabajadores a tiempo completo por trabajadores a tiempo parcial o eventuales". Mientras, "los beneficios empresariales y los salarios de los directivos aumentan r¨¢pidamente".
"Gane usted cada vez menos", parece que le dicen al trabajador los empresarios europeos, norteamericanos o japoneses, "con tal de que podamos ampliar nuestros mercados: ser¨¢ en beneficio de todos". Pero luego, si llegan las vacas gordas, ?recuperar¨¢ ese trabajador el terreno perdido? Si a los trabajadores se les trata con creciente desprecio, uno se tiene que . preguntar: ?realmente en beneficio de qui¨¦n est¨¢ montada nuestra sociedad? ?Es tan s¨®lo para disfrute de los empresarios, sus ac¨®litos yuppies y los Gobiernos que les favorecen?
Veo que este ensayo ha excedido su prop¨®sito inicial, que era aportar un grano de arena a la convivencia y desahogarme antes de poder emprender los prop¨®sitos de los comienzos de a?o. Ahora bien, como no se arregle lo del aparcamiento ¨¦se, vamos a terminar mal.
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