La paz del olivo
Los primeros habitantes de Campo al siempre salieron perdiendo en sus tratos con la Corona y con las autoridades eclesi¨¢sticas, desde su fundaci¨®n como Aldea del Campo en 1550. Celosos de su independencia, los camporrealenses, entonces aldeacampenses, pagaron a Felipe II, rey prudente, 7.000 ducados para eximirse del dominio de la Corona, lo que no les impidi¨® pasar a depender m¨¢s tarde del Arzobispado de Toledo, que a su vez arrend¨® y luego vendi¨® la propiedad a un inversor genov¨¦s que hab¨ªa echado el ojo a sus feraces tierras. Al final, los independentistas optaron por volver al redil de la Corona Real de Castilla, para lo que hubieron de pagar 17.000 ducados a causa de la disparatada inflaci¨®n de aquellos tiempos. Aldea del Campo se transform¨® primero en Villa del Campo, hasta adoptar su nombre definitivo de Campo Real y dejarse de aventuras nacionalistas que, al parecer, s¨®lo les serv¨ªan para perder sus cuartos, ganados con tanto esfuerzo, en el curso de h¨¢biles maniobras especulativas de reyes, obispos y banqueros. Una parte de los camporrealenses de hoy, que son algo m¨¢s de 2.000, siguen dedicados a la agricultura de la vid y el olivo y sus industrias derivadas o a la producci¨®n de un excelente queso de oveja con denominaci¨®n de origen. Los timbres de fama de la localidad los ponen el queso mencionado y, sobre todo, el peculiar ali?o y la buena calidad de sus aceitunas. La verdinegra aceituna caracter¨ªstica de Campo Real es carnosa, jugosa, suave al paladar y ligeramente amarga, gracias a un ali?o delicado que no le quita su sabor agreste. Las aceitunas de este pueblo de la Alcarria madrile?a triunfaron y triunfan en los aperitivos capitalinos desde los hambrientos a?os de la posguerra, cuando emprendedores olivareros camporrealenses comenzaron a bajar a Madrid con sus carros cargados de vasijas. Hoy, las olivas de esta zona no faltan en los mercados madrile?os y en los comercios de encurtidos y han extendido su fama por toda Espa?a. Miguel Bernab¨¦, joven y culto conserje del Ayuntamiento local, calcula que hay en el pueblo 15 o 20 aceituneros con diversas marcas en una industria que da trabajo a un centenar de vecinos. Miguel Bernab¨¦ hace las veces de informado cronista de la localidad, que tiene tambi¨¦n su propio vino, que elaboran para s¨ª muchas familias, se vende a bodegas e la cercana Arganda o sale a la venta bajo la marca Don Braulio. A estos fundamentos gastron¨®micos y et¨ªlicos de Campo Real se unen la liebre y el conejo de los campos vecinos, que se pueden degustar en algunos establecimientos del pueblo, que cuenta con m¨¢s de una docena de bares y restaurantes para sus 2.200 habitantes y para los visitantes y turistas de los fines de semana. Es un pueblo de cazadores, escopeteros o galgueros, siendo estos longil¨ªneos y veloces canes uno de los motivos de orgullo de la villa, destacados en campeonatos provinciales y nacionales. En el restaurante Plaza, que como su propio nombre indica se encuentra en la Plaza Mayor, un satisfecho cazador exhibe una magn¨ªfica liebre cobrada por sus perros en una dif¨ªcil ma?ana de niebla. Pero no son ni el campo con sus industrias derivadas, ni la hosteler¨ªa, ni el turismo las principales fuentes e ingresos de los habitantes el pueblo; los pol¨ªgonos industriales de Arganda absorben una buena parte de la poblaci¨®n trabajadora, entre la que el paro no es un problema demasiado acuciante desde el punto de vista estad¨ªstico. Campo Real cuenta tambi¨¦n con dos talleres y tiendas de peleter¨ªa y con una Escuela de Alfarer¨ªa que ha resucitado la antigua tradici¨®n y la fama de los cacharros del puelo. Hoy, en la escuela se realizan y e venden c¨¢ntaros, botijos, cenizos y artesanales pavimentos a antigua usanza que se exhiben en exposici¨®n permanente.
Al finalizar la semana laboral o acad¨¦mica, los j¨®venes del pueblo se entregan al Exceso y al Esc¨¢ndalo, que son los nombres de las dos discotecas de la villa, y que, chistes-aparte, no hacen justicia afortunadamente a sus tremendas denominaciones. La oferta la completan pubs-cafeter¨ªas como el Lennon de la Plaza Mayor, junto a la humilde casa consistorial de ladrillo. Tras el mostrador del Lennon, en una de las estanter¨ªas, aparece una foto propagand¨ªstica de una figura local del rejoneo: Miguel Garc¨ªa, "el jinete de Campo Real", joven promesa, triunfador de San Isidro, que se form¨® entre la nutrida afici¨®n taurina de un pueblo que en apreciaci¨®n de nuestro conserje cicerone re¨²ne cada a?o un centenar de abonos para la feria madrile?a. En las fiestas patronales, que se celebran a finales de septiembre en honor del Cristo de la Pe?a, se corren novillos, y algunos se comen en amor y buena vecindad en la llamada Caldereta de la Amistad.
Tiene Campo Real en su traza arquitect¨®nica aires de poblach¨®n manchego, casonas bajas y blancas con grandes portalones que hablan de su ascendencia agropecuaria; hay alguna urbanizaci¨®n a las afueras, pero el casco, que cuenta con casas blasonadas y palacios como el de los condes de O?ate, conserva su atm¨®sfera rural a pocos kil¨®metros de la gran urbe. Dos iglesias y cuatro ermitas, del Cristo de la Pe?a, de los Remedios, de las Angustias y de San Sebasti¨¢n, constituyen el patrimonio art¨ªstico religioso del pueblo. La iglesia de la Asunci¨®n de Nuestra Se?ora fue de larga y trabajosa edificaci¨®n, las obras comenzaron en ¨¦l siglo XII y finalizaron en el XVIII. Pero el templo que da car¨¢cter y personalidad al caser¨ªo de Campo Real es el de Nuestra Se?ora del Castillo, edificado, obviamente, sobre los cicl¨®peos muros de una fortaleza que domina el pueblo desde la cima de una colina. Construcci¨®n y deconstrucci¨®n tambi¨¦n de siglos, en la iglesia del Castillo se conservan vestigios rom¨¢nicos y g¨®ticos, prevaleciendo en su estructura exterior el estilo toscano-renacentista. La mole de la iglesia castillo en su dominante emplazamiento es un privilegiado mirador sobre toda la comarca, con un cielo surcado a todas horas por los aviones que parten de o llegan a Barajas.
El gu¨ªa conserje Miguel Bernab¨¦ apunta antes de que los cronistas abandonen su villa que Campo Real tiene un alcalde independiente y superviviente de tiempos pret¨¦ritos, Mariano Alonso D¨ªaz, que domina por amplia mayor¨ªa, siete concejales por dos del PSOE, uno del PP y un independiente de otra candidatura.
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