Seraf¨ªn
Aunque no lo he sabido hasta hace poco, tengo el honor desde hace a?os de vivir justo enfrente de Seraf¨ªn, el dibujante de las marquesas. ?Se acuerdan?
Durante a?os, Seraf¨ªn fue una figura clave, junto con Chumi Ch¨²mez, Mingote, Cebri¨¢n y algunos m¨¢s, de la ilustraci¨®n humor¨ªstica espa?9la, a trav¨¦s sobre todo de las p¨¢ginas de La Codorniz y de Abc. Seraf¨ªn se especializ¨® en pintar marquesas hasta el. punto de crear todo un estilo: esas orondas marquesas llenas de joyas y de pintura que, con sus preocupaciones y problemas cotidianos, tan alejados de los del com¨²n, daban una visi¨®n sarc¨¢stica y tragic¨®mica del pa¨ªs. Seraf¨ªn se meti¨® tanto en su mundo que lleg¨® a firmar sus ilustraciones con el ir¨®nico seud¨®nimo del Marqu¨¦s de Seraf¨ªn.
Pero, en realidad, Seraf¨ªn era un hombre cuya vida distaba mucho de parecerse a sus personajes. Vecino de un barrio humilde y castizo, en el centro de la ciudad, Seraf¨ªn apenas ganaba con sus dibujos para ir tirando y para seguir tomando vinos con sus amigos por las tabernas del barrio, pese a la fama que lleg¨® a adquirir. Pero, mientras Seraf¨ªn pintaba marquesas o acud¨ªa a capeas y fiestas con sus amigos, el pa¨ªs empez¨® a cambiar y las marquesas desaparecieron o se disfrazaron al menos para adaptarse, igual que los humoristas, a la nueva realidad. Y, as¨ª, cuando se quiso dar cuenta, Seraf¨ªn se hab¨ªa quedado solo, olvidado por sus compa?eros y sin marquesas que dibujar.
Hoy, Seraf¨ªn sigue viviendo en su barrio de siempre, con problemas econ¨®micos y de salud. Al parecer, tiene un pie amputado y apenas puede salir de casa. Se pasa el d¨ªa pintando y dibujando marquesas que luego vende a mitad de precio a los establecimientos del barrio para sobrevivir. Yo me he enterado hace poco al ver sus ilustraciones en los escaparates de algunas tiendas, y aunque no lo conozco personalmente, pese a vivir desde hace a?os cerca de ¨¦l, lo cuento aqu¨ª sin permiso de nadie, mirando a quien corresponda, como un ejemplo m¨¢s de lo ingrata que la vida, ese entramado de decepciones, puede llegar a ser. Sobre todo para quien, como Seraf¨ªn, conoci¨® el ¨¦xito y de repente descubre que era s¨®lo una ficci¨®n.
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