El Atletico se agarra a la ¨¦pica

Sigue y sigue. El Atl¨¦tico no logra sacar los pies del barro. Ayer, se llev¨® un punto con sabor contradictorio. Le supo a gloria, por la forma heroica como lleg¨® a ¨¦l: tuvo que responder dos veces al gol de ventaja del Sevilla, un experto en manejar resultados favorables, y con dos hombres menos en la segunda. Pero a nada, por su incidencia en la Liga: el negativo le hunde un poco m¨¢s en el infierno de la tabla.El Atl¨¦tico regalar¨ªa la primavera por una victoria. Desde el a?o pasado, desde aquel lejano 11 de diciembre en que rompi¨® su maleficio visitante en Gij¨®n, este equipo no gana. Ayer, aguant¨® de pie las adversidades que le fue dejando el partido, pero abandon¨® el Calder¨®n sin ese triunfo por el que suspira.

El Sevilla tampoco sali¨® muy feliz de su viaje. Tuvo a su alcance los dos positivos y se fue s¨®lo con uno por decisi¨®n propia. Goz¨® de todas las facilidades que sue?a un conjunto de su corte, amante como pocos del arte del contraataque: marcador favorable a las primeras de cambio, rival desencajado por los nervios, superioridad num¨¦rica ... Pero se acobard¨®. Renunci¨® a meter la pu?alada definitiva a cambio de conservar a salvo su caja de caudales. El Sevilla fue prisionero de su propio dibujo. No quiso modificar el hermetismo de su 5-3-,2, pese a tener el viento a favor, y permiti¨® as¨ª la re surrecci¨®n del Atl¨¦tico. Siguieron los rojiblancos con su f¨²tbol plano, pero se vinieron arriba en otra jornada de casta.

De paso, rompieron la teor¨ªa de la media hora: el margen de tiempo del qu¨¦ dispone el Atl¨¦tico en cada partido para sobrevivir. Si en esos 30 minutos iniciales no resuelve, ven¨ªa a decir la m¨¢xima, llega el drama: la flojera de piernas de los futbolistas y su ceguera de ideas; la impaciencia de la hinchada y su desesperaci¨®n, y las miradas de reojo hacia el palco para observar el gesto de Torquemada y adivinar el destino de sus pr¨®ximos dardos. No s¨®lo no resolvi¨® el Atl¨¦tico sus problemas en esa fase, sino que se los complic¨® con el gol de Bango. A¨²n as¨ª, se levant¨® hasta poner contra las cuerdas al rival.

Entonces, apareci¨® Suker: cogi¨® la pelota en el fondo del campo, por la derecha, y se meti¨® con ella cosida a la bota hasta el punto de penalti. No sin antes dejar en el suelo con simples fintas de cintura a cuanto adversario le sali¨® al paso. Luego, conect¨® su zurda y pint¨® el 1-2. Con dos futbolistas menos, al Atl¨¦tico no le qued¨® otra v¨ªa queja heroica. Y por ah¨ª lleg¨® el empate: fue el toque ¨¦pico que necesitaba para maquillar su nuevo tropiezo.