Las 20 pesadillas de la reina
Las estatuas de la plaza de Oriente fueron desterradas del Palacio Real por Isabel de Famesio
No es de extra?ar que las pesadillas poblaran los sue?os de la esposa de Felipe V Isabel de Farnesio. La madre del que fue alcalde d¨¦ Madrid, el rey Carl¨®s III, so?aba all¨¢ por 1760 que unas inmensas moles de piedra berroeque?a se le echaban encima y la aplastaban. Las protagonistas de las agitaciones on¨ªricas de Isabel eran las 102 estatuas de casi seis metros de altura destinadas a decorar las balaustradas del Palacio Real, a modo de pante¨®n real.El miedo de Farnesio a que Madrid sufriera un terrem¨®to similar al que se produjo en 1755 en Lisboa cambi¨® el destino de las im¨¢genes y muchas de ellas fueron desterradas de palacio.
As¨ª fue como Ata¨²lfo, Eurico, Leovigildo, Suintilla, Wamba, don Pelayo, Wilfredo el Velloso, Alfonso I el Conquistador, ??igo de Arista, Alfonso II el Casto, Ramiro I de Asturias, Ordo?o I y II, do?a Sancha, Fernando I el Grande, Ramiro I de Arag¨®n, Alfonso V el Noble, Fern¨¢n Gonz¨¢lez, Ramiro II de Le¨®n y Alfonso III llegaron en 1841, despu¨¦s de un misterioso periplo, a la plaza de Oriente, donde fueron colocados en dos filas de 10.
Nueva expulsi¨®n
La plaza acababa de ser reformada por Mu?oz Monasterio para rebajar el nivel del recinto central. Y ah¨ª han permanecido las 20 esculturas durante 154 a?os. Ahora, las obras de esta zona las han desterrado de nuevo de forma provisional. hasta la escuela de canter¨ªa de la Casa de Campo, donde ser¨¢n sometidas a la cirug¨ªa del restaurador. En este caso, su paso por el quir¨®fano no revestir¨¢ apenas gravedad, dado que hace apenas un a?o todas ellas se sometieron a una operaci¨®n de limpieza, por lo. que su aspecto actual es bastante saludable.
Adem¨¢s, su porte regio ha debido de inspirar un gran respeto a los viandantes, ya que en todos estos a?os apenas han sufrido atentados, ciudadanos graves. S¨®lo el rumor popular cuenta una mutilaci¨®n m¨¢s que justificada. Fue durante la guerra civil cuando alg¨²n vasallo compasivo les arrebat¨® ¨¦l cetro que muchos portaban para salvarlas de una posible represalia antimon¨¢rquica. Al quedar el pu?o cerrado y en alto, liberado del distintivo real, parec¨ªa que los monarcas hab¨ªan hecho suya la consigna proletaria y se libraron de la quema. El resto de los m¨¢s de 100 ilustres personajes de la serie est¨¢n repartidos entre el parque del Retiro, la plaza de la Villa de Par¨ªs, los, jardines de Sabatini y el propio Palacio Real. Aunque algunas im¨¢genes se han perdido o no se sabe el lugar exacto donde se encuentran.
Todas las obras fuero n labradas a mediados del siglo XVIII, seg¨²n una relaci¨®n hecha por, el erudito benedictino fray Mart¨ªn Sarmiento, quien elabor¨® unas detalladas instrucciones a modo de gu¨ªa para los escultores. La relaci¨®n hecha por el monje fue tan exhaustiva que incluy¨® al rey azteca Moctezuma, cuya efigie se encuentra ahora en la fachada de la armer¨ªa del Palacio Real, y durante m¨¢s de un siglo permaneci¨® en el puente de Aranjuez. Las 20 estatuas de la plaza de Oriente, obra de diferentes artistas, tienen en com¨²n la altura, 5,65 metros, incluido el pedestal de granito, y su ornamentaci¨®n es escasa. La ¨²nica informaci¨®n que dan al paseante, profano en historia, se limita a una escueta inscripci¨®n: tan s¨®lo el nombre del monarca y la fecha de su muerte. Algunas muestran en su escudo el rostro en relieve de una mujer, que normalmente es su esposa, como don Pelayo, Ordo?o I o Leovigildo.
La imaginaci¨®n del escultor no pod¨ªa pasar por alto la encarnizada lucha contra los musulmanes que algunos de estos monarcas emprendieron. Fernando I de Castilla pisa victorioso la cabeza de un infiel, mientras mira a su esposa do?a Sancha.
Aunque Mart¨ªn Sarmiento hizo una detallada descripci¨®n de c¨®mo, a su juicio, deber¨ªan ser las im¨¢genes, muchos de los escultores no siguieron sus consejos. Para Ata¨²lfo, por ejemplo, "por ser el primer rey y principio de toda la serie", hab¨ªa previsto una mayor altura, pero el escultor Felipe Castro hizo caso omiso de la recomendaci¨®n. Lo mismo ocurri¨® con el rey Wamba, para el que el fraile reclamaba una cabeza de anciano venerable con diadema y pelo rapado. Sin embargo, Wamba, que fue asesinado tras ser narcotizado y tonsurado, luce un rostro juvenil y una larga cabellera.
Otra an¨¦cdota curiosa se refiere a la estatua que estaba situada al lado de la fuente central de la plaza de Oriente, y que representa al monarca Felipe IV a lomos de un caballo rampante sobre dos patas. La representaci¨®n se hizo siguiendo el deseo del monarca de reproducir fielmente el retrato ecuestre realizado por Vel¨¢zquez. El escultor Pietro de Tacca tuvo que poner al animal en una posici¨®n tan dif¨ªcil que se le plante¨® un serio problema de equilibrio. Para salir del atolladero no le qued¨® m¨¢s remedio que pedir ayuda al cient¨ªfico Galileo Galilei, quien gracias a sus c¨¢lculos logr¨® que el caballo se mantuviera encabritado.
La estatua ecuestre, que no pertenec¨ªa a la serie de Mart¨ªn Sarmiento, se realiz¨® en Florencia en 1640, y all¨ª estuvo expuesta durante alg¨²n tiempo. Tras llegar a Espa?a, y antes de recalar definitivamente en la plaza de Oriente en 1843, caballo y jinete se pasearon tanto por Madrid que al ingenio popular, bastantedescontento entonces con su monarca, Juan Jos¨¦ de Austria, le falt¨® tiempo para inventarse el chascarrillo: "?A qu¨¦ viene el se?or don Juan? / A bajar el caballo y subir el pan".
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