Salvemos el Ateneo
Me hice socio del Ateneo en el a?o 1981, y, aunque desde que perge?ara una tesina de 1986, con la novela negra espa?ola de fondo, ya piso poco la docta casa del la calle del Prado n¨²mero 21, no he dejado de ir a pagar las cuotas.Cuando llegu¨¦ como estudiantillo, regentaba la casa Fernando Chueca, al que democr¨¢ticamente se relev¨® del puesto. Eran tiempos del cambio, y all¨ª apareci¨® una candidatura presidida por el doctor C¨¦sar Navarro. Y desde mi punto de vista las cosas cambiaron, pero en sentido negativo, una reforma en los estatutos del reglamento, hizo posible que una vez al a?o se hicieran votaciones para elegir la mitad de la candidatura, y que pudieran entrar independientes por votaci¨®n, mediante listas abiertas. Las trifulcas y duelos dial¨¦cticos fueron el concierto cotidiano. El ambiente se enrareci¨® y los actos en general perdieron tono, por decirlo de alguna manera...
A la hora de votar cargos y juntas demediadas, la abstenci¨®n es aplastante y abrumadora. As¨ª ocuparon cargos en la junta del Ateneo, algunos personajes de escasa entidad. A salvo, entre otros, el caso de Jos¨¦ Prat, persona de m¨¢s enjundia y personalidad, fallecido hace poco, que hizo lo que pudo, y que por lo menos con su nombre dio brillo y reanim¨® el honorable caser¨®n, que presidi¨® unos a?os, despu¨¦s de que lo hiciera C¨¦sar Navarro.
Durante la presidencia del doctor Navarro, entre lo positivo est¨¢ la compra del inmueble contiguo al Ateneo, en el n¨²mero 19. De lo que quiero hablar y contar. Con permiso. El edificio, salvo la fachada, se derrib¨® todo como hace unos dos a?os, se echaron los cimientos y se ha vuelto a construir lo que podr¨ªamos llamar la estructura. La obra est¨¢ parada en la actualidad, como es bien sabido y publicado, pues no hay dinero para pagar lo que se debe a quien le corresponde, tampoco para continuar y terminar la construcci¨®n. El Ateneo, al igual que el C¨ªrculo de Bellas Artes, est¨¢ en precaria situaci¨®n econ¨®mica. La cultura, con mayusculas, claro, no es un salvoconducto para dar el pelotazo y no luce en el escaparate pol¨ªtico. Es mejor dirigir un equipo de f¨²tbol, o asistir a estrenos de los genios cinematogr¨¢ficos.
Del C¨ªrculo de Bellas Artes se ha publicado en los ¨²ltimos d¨ªas buena informaci¨®n. Yo quiero, sin embargo, como interesado que soy en la historia, decir que, por los clavos de Cristo, la labor cultural del Ateneo, su significaci¨®n, es m¨¢s importante, y necesaria. Seg¨²n se dice, despu¨¦s de la Biblioteca Nacional, la siguiente es la que hay en Prado veintiuno. Solamente por eso merece respeto, ayuda, atenci¨®n y compasi¨®n.
En el Ateneo no se dan fiestas ruidosas y brillantes, no es pasarela ni escaparate de vanguardias que puedan usarse cual kleenex, no se siente uno tal vez persona al d¨ªa, y tiene menos salas para espect¨¢culos, pero hay una biblioteca imprescindible. Muy usada por opositores, algo ruidosa, que aqu¨ª ya entramos en el terreno de las bibliotecas en Espa?a. Pero sus fondos, las salas de lectura, est¨¢n ah¨ª, las utilizadas y las que puedan ocuparse si se termina la obra del edificio anexo.
Por supuesto, el C¨ªrculo de Bellas Artes es una instituci¨®n cultural de referencia, que debe ser ayudada y restaurada en su econom¨ªa. Como el Ateneo, foro hist¨®rico en el que ilustres intelectuales y pol¨ªticos de Espa?a hicieron cultura y proselitismo. Y sobre todo, lugar de amplias posibilidades, biblioteca puntal y desasistida. Y si el libro y la lectura es comunicaci¨®n, resumen, espejo, estudio, fuente y morada de arte y vida, tiene que ser atendido como merece por la Administraci¨®n y las entidades p¨²blicas y bancarias.
Gastarse dinero a paletadas en espect¨¢culos de ¨¦lite para figuras de cera de escasa cultura, en ballets de presupuestos millonarios que interesan a cuatro, etc¨¦tera, y no equiparar y sujetar convenientemente la econom¨ªa del Ateneo en este caso, es ayudar a que nuestra sociedad se vuelva m¨¢s insulsa y descerebrada.
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