Mantear al r¨¦probo
Ventura P¨¦rez Mari?o, elegido diputado en 1993 como candidato independiente en las listas del PSOE, present¨® anteayer su renuncia al esca?o. Esa decisi¨®n era la salida m¨¢s razonable a la insostenible situaci¨®n creada despu¨¦s de que el Grupo Socialista le pidiera la devoluci¨®n del acta. Seg¨²n algunos portavoces del PSOE, esa exigencia no se habr¨ªa producido si P¨¦rez Mari?o se hubiese limitado, durante la rueda de prensa celebrada en paralelo con el debate del pasado jueves, a explicar las razones que le llevaron a romper la disciplina de voto y a respaldar las mociones de la oposici¨®n sobre insumisos, aborto y comisiones de investigaci¨®n de los GAL y los fondos reservados. Pero la solicitud de dimisi¨®n de Felipe Gonz¨¢lez y la embarullada referencia a un gobierno de gesti¨®n para convocar elecciones anticipadas cargaron de raz¨®n a sus cr¨ªticos y marcaron el punto de no retorno en su vuelo hacia la independencia total respecto a los otros 158 diputados de su grupo.La prohibici¨®n constitucional, del mandato imperativo hubiese permitido a P¨¦rez Mari?o seguir como diputado en el Grupo Mixto y aspirar a una posterior emigraci¨®n a otra formaci¨®n pol¨ªtica. El transfuguismo dentro de los profesionales del poder ha adquirido tan vastas proporciones que Josep M. Colomer (El arte de la manipulaci¨®n pol¨ªtica, 1990) registra nada menos que 180 cambios de grupo parlamentario durante las cuatro primeras legislaturas de la Espa?a democr¨¢tica; al margen de esos trasiegos dentro del hemiciclo, el PSOE ha dado acogida durante estos anos a muchos antiguos dirigentes y cuadros comunistas. Sin embargo, la reprobaci¨®n social de la versatilidad militante gana terreno; lejos de engrosar es a lista de tr¨¢nsfugas y conversos en que figuran algunos de sus m¨¢s acerbos cr¨ªticos actuales, P¨¦rez Mari?o puso anteayer con elegancia su esca?o a disposici¨®n del PSOE y explic¨® de forma argumentada sus discrepancias con el Gobierno.
Con independencia de que P¨¦rez Mari?o calculase o no correctamente las consecuencias pol¨ªticas de su conferencia de prensa del pasado jueves, el momento escogido para celebrarla y el contenido de sus propuestas aparec¨ªan rodeados -observados desde fuera- por un aire de provocaci¨®n dif¨ªcilmente soportable para los socialistas, despojados de su victoria parlamentaria sobre el PP por ese ataque lanzado por sorpresa desde su propia retaguardia. Dado que las organizaciones pol¨ªticas suelen comportarse como, elefantes enloquecidos cuando se sienten acosadas y en peligro, era previsible y quiz¨¢s inevitable qu¨¦ la comparecencia ante los periodistas de P¨¦rez Mari?o movilizase los peores registros del Grupo Socialista y pusiera en marcha los mecanismos partidistas de condena y exclusi¨®n.
Nada justifica, sin embargo, que esa reacci¨®n institucional, comprensible por la l¨®gica de una situaci¨®n crispada, haya sido cobardemente escoltada por los crueles dicterios de algunos ministros y dirigentes del PSOE contra P¨¦rez Mari?o.Para mantear a los r¨¦probos, los partidos suelen utilizar una t¨¦cnica tan ruin como elemental: primero aislan el m¨®vil m¨¢s despreciable y rastrero imaginable, sea la ambici¨®n, el ego¨ªsmo, el af¨¢n de notoriedad o el despecho; despu¨¦s sentencian que esa motivaci¨®n innoble es la causa exclusiva de la decisi¨®n o de la conducta heterodoxa. Ocurre, sin embargo, que a veces ese mismo tratamiento ha sido aplicado anteriormente por los mismos partidos a las mismas personas con prop¨®sitos diametralmente opuestos: la ¨²nica diferencia es que los m¨®viles monocausales eran entonces excelsos. P¨¦rez Mari?o y Garz¨®n fueron objeto de esa doble medida: ensalzados hasta el sonrojo como candidatos electorales del PSOE, ahora son denigrados hasta la calumnia por algunos de sus antiguos compa?eros. Este grotesco manique¨ªsmo ajeno en su ignorancia a la complejidad de los conflictos morales, no hace sino mostrar la empobrecida visi¨®n de la condici¨®n humana a que conduce el sectarismo de la militancia partidista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Magistratura
- Gente
- Parricidios
- Opini¨®n
- Ventura P¨¦rez Mari?o
- Fondos reservados
- GAL
- Atentados suicidas
- Fiscales
- PSOE
- Terrorismo Estado
- Atentados terroristas
- Seguridad nacional
- Corrupci¨®n pol¨ªtica
- Partidos pol¨ªticos
- Corrupci¨®n
- Asesinatos
- Gobierno
- Defensa
- Finanzas p¨²blicas
- Grupos terroristas
- Sucesos
- Terrorismo
- Administraci¨®n Estado
- Proceso judicial