El Real Madrid cae de pie
El Valencia volvi¨® a derrotar al equipo de Valdano en octavos de la Copa
La adrenalina pudo con el f¨²tbol en Mestalla, pero las impurezas del partido no le quitaron el punto de hermosura que siempre tiene la Copa. El Valencia defendi¨® su ventaja como los p¨²giles rocosos, metido en su campo, pendiente del contragolpe y de una gran capacidad de sufrimiento que fue equivalente en los dos equipos. El Madrid muri¨® de pie, con el orgullo de los grandes equipos. Cay¨® al final, cuando sali¨® con todo a por la eliminatoria que se le escapaba. Fue la derrota de un equipo poderoso y decidido.El partido tuvo el corte que pide la Copa. Hubo desgarro en el campo y pasi¨®n en la grada. Si cab¨ªa m¨¢s voltaje, se lo a?adi¨® Laudrup con un remate imprevisto por la posici¨®n, por la violencia y por el actor. Laudrup, que anda sobrado de cualidades, no se distingue por su pegada. En la jerga: tira masitas. Entre todos los candidatos al tiro largo, es el peor aspirante. Por eso result¨® sorprendente la crudeza de su remate en el minuto 10. Sali¨® seco y preciso. Al ¨¢ngulo izquierdo de Zubizarreta, el primer sorprendido del bombazo.
Se hizo el silencio en Mestalla porque el encuentro estaba donde quer¨ªa el Madrid. Y en estos d¨ªas, el Madrid intimida. Tiene gol y juego. Sin embargo, el tanto de Laudrup no tuvo un efecto devastador sobre el ¨¢nimo del Valencia. El encuentro prosigui¨® por el camino inicial. Tirado atr¨¢s, el Valencia presionaba con un coraje extraordinario en la media cancha. El Madrid apenas ten¨ªa espacios para mover la pelota. Era una habitaci¨®n demasiado reducida para tantos futbolistas.
Aunque el Madrid ten¨ªa el aspecto de gobernar el juego, sus dificultades eran evidentes. Fuera del gol, Laudrup se encontr¨® demasiadas veces con Mazinho. El centrocampista brasile?o es un bombero excelente. Est¨¢ atento a todos los fuegos. Aparece por un lado y por otro para quitar la pelota y sacarla de forma aseada. Es una cualidad que evidentemente tiene que ver con la inteligencia. Sin un f¨ªsico aparatoso, Mazinho dispone de la habilidad para anticipar y leer una especie de versi¨®n tropical de Milla. Sobre el pilar de Mazinho, el Valencia impidi¨® el juego fluido del Madrid, que tuvo un problema a?adido: apenas pudo aprovechar a sus extremos en la primera parte. El Madrid tuvo la propensi¨®n a embotellarse por su insistencia a buscar el centro de la defensa del Valencia. Por tanto, su juego se hizo m¨¢s dificultoso y previsible. El Valencia aportaba presi¨®n y la salida en el contragolpe. Lo hac¨ªa en peque?as dosis, pendiente de cualquier ocurrencia de Mijaitovic, un jugador que siempre tiene una aire amenazante en su estilo. Pero Mijatovic estuvo bastante apartado del juego, sometido a las reglas de un partido enredado y tenso, fragmentado por las imprecisiones y por una densidad muy alta de faltas. Era un encuentro que no acababa de romper hacia nada concreto.
El paisaje de la eliminatoria invitaba, sin embargo, a una crecida progresiva del Madrid. El segundo tiempo fue una pugna contra el tiempo. El Valencia se defend¨ªa para sobrevivir; el Madrid necesitaba encontrar respuestas al problema del resultado y a algunos defectos de su juego. A su favor ten¨ªa la autoridad que ejerc¨ªa sobre el Valencia. Con los defectos que se quieran, jug¨® como un grande, de la forma que se espera en los buenos equipos. Busc¨® el partido con toda su alma, con orgullo y decisi¨®n. La cuota de agudeza que le falt¨® para buscar a los extremos la cambi¨® por la insistencia y un desgaste brut al. Todas las condiciones estaban puestas para un final emotivo, pero de leve contenido futbol¨ªstico.
La ¨²ltima media hora se vivi¨® bajo las reglas de la Copa: un combate corto, sin apenas espacio para la reacci¨®n, m¨¢s dispuesto al choque en¨¦rgico que al ejercicio de estilo. Todo el tramo final fue vigoroso y emotivo. Los dos equipos murieron sobre la cancha: uno por ganar y otro por defender. Pas¨® el que se defendi¨®, pero atr¨¢s dej¨® un adversario lleno de coraje y presencia, un equipo de verdad.
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