"Los insumisos estamos ganando la batalla"
Rahola, Camacho y Frutos se autoinculpan en el juicio al pacifista Julio Rodríguez
"Los insumisos estamos ganando la batalla. El Estado la está perdiendo". Julio Rodríguez, abuelo de los insumisos espa?oles -con sus 33 a?os, aprovechó el derecho que asiste a todo acusado a decir la última palabra en su juicio para lanzar un alegato en contra de los ejércitos.No le importó pulverizar las argucias legales de su abogado, José Luis Galán, más conocido como acusador popular del caso GAL, quien buscó la absolución técnica alegando que no consta que fuese declarado útil para el servicio militar. Al contrario, Rodríguez se ofreció a entregar al tribunal la documentación que no había conseguido aportar el fiscal. "Ees un problema de la acusación, no de la defensa", tuvo que refrenarle el juez José Antonio Alonso, portavoz de Jueces para la Democracia, una asociación que se ha pronunciado inequívocamente contra el encarcelamiento de los insumisos.
El acusado dio la razón al fiscal al admitir que era consciente de incumplir la ley cuando se negó a hacer tanto la mili como la prestación sustitutoria y, frente a los argumentos de su abogado, quien consideró incoherente que la insumisión se castigue igual que la tortura o la estafa y con más dureza que el tráfico de influencias, calificó de "peque?a" la pena de dos a?os y cuatro meses de cárcel que le pide el fiscal, "comparada con siglos de opresión".
Las sesenta personas, muchas de pie, que abarrotaban la reducida sala de vistas del juzgado de lo Penal número 14 de Madrid prorrumpieron en un aplauso, primero tímido y luego clamoroso, cuando acabó el alegato recordando que la única forma de cambiar algunas leyes es desobedecerlas". En la calle esperaban varias decenas de jóvenes. Eran insumisos y alumnos del instituto de bachillerato de Coslada Louis Braille, donde Julio Rodríguez imparte clase.
El reo, como él se definió, acudió bien arropado a los juzgados, y no sólo por estudiantes. Los diputados Pilar Rahola, de Esquerra Repúblicana de Catalunya (ERC) y Francesc Frutos, de Izquierda Unida; el presidente de Comisiones Obreras, Marcelino Camacho; la feminista Empar Pineda; el pacifista Manuel Garí; y los catedráticos de ?tica, Javier Sádaba y de Filosofía, Gabriel Albiac; entre otros, se autoinculparon de haberle inducido a hacerse insumiso. No pareció, a juzgar por lo escuchado, que les resultara difícil convencerlo.
El fiscal, visiblemente incómodo en su papel, hasta el punto de que prefirió que no se difundiese su nombre, asistió mudo al desfile de los testigos. Rahola calificó la insumisión de "valor social, moral y político"; Frutos se confesó subversivo" por instigar a los jóvenes a seguir el ejemplo de Julio Rodríguez; y Camacho consideró a quienes cumplen la prestación social de "siervos modernos, obligados a trabajar sin que se les pague".
Julio Rodríguez, veterano de todas las campa?as pacifistas de la década de los ochenta, del OTAN no al Bases fuera, milita en la actualidad de la asociación Paz Ahora, con la que ha viajado varias veces a Bosnia con caravanas de ayuda humanitaria. Allí ha podido constatar, según sus palabras, "las devastadoras consecuencias de la existencia de los ejércitos"
En 1989, renunció a la condición de objetor para no beneficiarse de la amnistía que el Gobierno concedió a 22.000 jóvenes, que pasaron directamente a la reserva sin cumplir la prestación sustitutoria. El 14 de marzo de 1990 fue llamado a incorporarse a filas en la base de Viator (Almería) pero se negó en redondo, según dijo, para compartir la suerte de los insumisos más jóvenes y tener "el honor de ser encarcelado por mis ideas".
El fiscal admitió que la actitud de los insumisos resulta "legítima", que sus argumentos "son compartidos sin duda por una parte de la ciudadanía" y que incluso jueces y fiscales pueden entender su postura pero, advirtió, "no es ése nuestro trabajo, sino del Parlamento", por lo que, "con la ley en la mano", los tribunales no pueden hacer otra cosa que condenarlos.
El defensor, además de recordar el amplio respaldo social que tienen los insumisos, apoyándose en las encuestas; subrayó con ironía que, al haber superado los 30 a?os, edad a la que se queda exento de la mili, a Rodríguez "ni siquiera le cabe la posibilidad de arrepentirse pues, si sufriera una súbita conversión y pretendiese hacer la mili, no lo admitirían por viejo"
Seis a?os de insumisión
El 20 de febrero de 1989, unos 60 objetores de conciencia en situación de prófugos o desertores se presentaban voluntariamente en los gobiernos militares de toda Espa?a. La entrega voluntaria y masiva de estos jóvenes, muchos en busca y captura, pilló por sorpresa a los jueces militares, qué sólo ordenaron la detención de tres de ellos. Había nacido la insumisión. Y estaba claro que constituía un desafío.Hoy hay 157 insumisos presos en las cárceles espa?olas. La mayor parte (99) están en tercer grado, por lo que sólo acuden a prisión a pernoctar. Los demás están en régimen cerrado, por haber quebrantado el tercer grado o estar a la espera de juicio. Las prisiones con más insumisos son Pamplona (76), Zaragoza (19) y Bilbao (15).
El proyecto de Código Penal sustituye la pena de cárcel por la inhabilitación para empleos públicos y contratos con la administración durante un periodo de hasta 14 a?os, lo que los objetores consideran la "muerte civil".
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