El Amway impone su ritmo al Estudiantes
De aquel Estudiantes que coqueteaba con las alturas no hace m¨¢s de tres a?os queda hoy un diamante en el desierto, Herreros. Un Zaragoza de ocasi¨®n le ha dejado sin aspiraciones. A fuerza de buscar la cuadratura del c¨ªrculo en los despachos, el club estudiantil ha cometido un verdadero desfalco con una generaci¨®n que promet¨ªa grandes cosas. En el mismo escenario, y con tres a?os de diferencia, el p¨²blico ha visto c¨®mo un equipo joven y esperanzado se ha convertido en un conjunto mediocre. Un Zaragoza menos pretencioso pero humilde (es un rico venido a menos) aprovech¨® la circunstancia para sumar la cuarta final de su historia.Las limitaciones de los dos semifinalistas eran evidentes y ello afect¨® al choque, que tuvo un recorrido irregular y accidentado. El Zaragoza apost¨® finalmente por unir su suerte al cambio de vestimenta que hab¨ªa operado en el partido contra el Barcelona. Es decir, vuelta a un ritmo lento y defensivo. Y el Estudiantes salt¨® a la cancha convencido de que su destino pasaba por las manos de Herreros. La actitud del Zaragoza, en cambio, era mucho m¨¢s solidaria.
Herreros no pudo ser Herreros m¨¢s que en algunas acciones aisladas; Recibi¨® un trato preferencia] por parte de su rival y anduvo a empujones buena parte de la jornada. Sin esa referencia, Estudiantes qued¨® pr¨¢cticamente aislado. No tiene nada que ofrecer en ausencia de su estrella, desde los hermanos Mart¨ªnez Arroyo a esa extra?a tripleta de extranjeros que ha adquirido a bajo precio para cuadrar los balances.
Vista la inoperancia estudiantil, el Zaragoza sigui¨® su camino hasta arrimarse a los 20 tantos de diferencia avanzada la primera parte (39-22 en el minuto 14). Le bastaba con mantenerse ordenado y sacar tajada de la mu?eca de Toolson, un tirador realmente sorprendente por su dedicaci¨®n exclusiva a los triples. El porqu¨¦ al descanso no se lleg¨® con la eliminatoria resuelta (43-37) habr¨¢ que explicarlo en las propias deficiencia del Zaragoza m¨¢s que en las virtudes de su rival.
Y no sucedi¨® otra cosa que el equipo ma?o cay¨® en un verdadero conflicto de personalidad. Y es que su apuesta por esta Copa del Rey es tan arriesgada como sorprendente: sencillamente juega de otra manera. Se ha vuelto una especie de equipo camale¨®n. Por pura l¨®gica, este comportamiento tiene que conducir a momentos de confusi¨®n. Sin que mediara estrategia alguna, el Amway Zaragoza empez¨® a no jugar y permiti¨® que el conjunto estudiantil resucitara y 1 recuperara sus opciones.
Ahora bien, esa oportunidad no sirvi¨® de nada. Tales son los defectos del juego estudiantil que, teniendo. entre rejas a Herreros, sus posibilidades se fueron diluyendo por propia impotencia. Durante muchos minutos, y con el marcador abierto, Estudiantes dibuj¨¦ un verdadero compendio de ataques desastrosos. Metido el partido en una fase muy discreta (Estudiantes a la deriva y el Amway Zaragoza sin encontrarse), el marcador qued¨® en suspenso hasta el minuto 34.
Faltaban entonces seis minutos y un finalista a decidir. Era un buen momento para observar la qu¨ªmica de los dos contendientes. Llegaba la hora de tomar decisiones. El Zaragoza ech¨® mano de lo que le quedaba, la ratoner¨ªa de Turner para llevar el bal¨®n y la mano de Toolson para dar con el bal¨®n en la canasta. ?Y Estudiantes? Pues ah¨ª estaba Herreros a empujones con uno y otro. Del resto, mejor no hablar.
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