Marey relato al juez que no de sus secuestradores le anunci¨® que lo iba a matar
"La v¨ªspera de ser liberado, uno de los secuestradores me dijo en espa?ol que ten¨ªa que matarme. Otro dijo no y, dirigi¨¦ndose a m¨ª, me dijo: 'Mira, tambi¨¦n, aqu¨ª hay sanguinarios'. Segundo Marey recuerda as¨ª parte del secuestro que sufri¨® a fines de 1983, en lo que se considera la primera acci¨®n de los GAL. "No ten¨ªa ninguna esperanza; pensaba que mis secuestradores me iban a eliminar. Deseaba entonces que la liberaci¨®n de la muerte llegara pronto", recuerda Marey con horror, 11 a?os despu¨¦s, ante el juez Baltasar Garz¨®n.
Segundo Marey empez¨® su relato narrando c¨®mo fue secuestrado a la puerta de su casa por dos individuos. "A partir de aquel momento empec¨¦ a decir qui¨¦n era, hablaba mucho, hasta que me dijeron que me callara. Intent¨¦ abandonar el coche, y el individuo de la derecha intent¨® estrangularme con esparadrapo. Pude respirar colocando dos dedos entre la garganta y el esparadrapo", recuerda.Durante el trayecto le colocaron "algo" en la cabeza. Al cabo de tres cuartos de hora se detuvieron. El esparadrapo le imped¨ªa respirar. Cruzaron un r¨ªo. Durante dos horas esper¨® atado en una cuneta, cerca de un matorral, atado de pies y manos, tumbado boca abajo.
"Mis secuestradores se expresaron en franc¨¦s. Cuando volvieron me desataron los pies, y aunque pod¨ªa ver un poco, me absten¨ªa de hacerlo porque tem¨ªa mucho por m¨ª en aquel momento", explica.
Marey contin¨²a recordando: "Subi¨® un coche y alguien me pregunt¨® en espa?ol '?c¨®mo te llamas?". Dije mi nombre, Segundo Marey Sempere, en espa?ol. Tambi¨¦n me dijo: "?Naciste en una ciudad del Pa¨ªs Vasco espa?ol?". Le contest¨¦: Behov¨ªa-Ir¨²n. La persona se dirigi¨® a m¨ª en un tono imperativo. Me hicieron subir en el coche, bajamos la pendiente, dimos marcha atr¨¢s y esperamos de nuevo media hora".
En el coche al que fue obligado a subir Iban otras tres personas. Marey sufr¨ªa calambres. Poco despu¨¦s hubo un cambio de conductor. Los secuestradores hablaban entre s¨ª, pero la v¨ªctima apenas pod¨ªa entenderlos porque se lo imped¨ªa la posici¨®n en que estaba.
"Tras el cambio de conductor, seguimos hasta una pendiente empinada. Yo les dec¨ªa mi nombre, qui¨¦n era, les contaba mi vida... Me dijeron en espa?ol que me hab¨ªa estudiado bien mi lecci¨®n. A partir de aquel momento me dejaron en paz", manifest¨® Segundo Marey.
"Una de las personas que particip¨® en el secuestro", prosigue relatando, "permaneci¨® junto a m¨ª durante mi detenci¨®n. Le reconoc¨ª en la sala del tribunal de lo Criminal [Cour D'Assises] cuando se expres¨®. Se trata de Talbi. [el mercenario de los GAL Mohand Talbi]. Otra persona que hablaba en franc¨¦s permaneci¨® conmigo en el lugar de detenci¨®n. Era un hombre de gran corpulencia. Cuando vi en el tribunal de lo Criminal a una persona de gran corpulencia al lado de Talbi, pens¨¦ que era Echallier [el tambi¨¦n mercenario Jean Pierre Echalier]".
Tres d¨ªas despu¨¦s del secuestro, Segundo Marey dej¨® de. escuchar a los hombres que hablaban en franc¨¦s y s¨®lo o¨ªa ya las voces de dos personas que se expresaban en espa?ol. Fueron quienes permanecieron junto a ¨¦l todo el cautiverio en una casa semiderruida del pueblo de Colindres (Cantabria), seg¨²n se ha determinado 11 a?os despu¨¦s.
"Es muy dif¨ªcil expresar dicha situaci¨®n con palabras, evocar el sufrimiento, el fr¨ªo, los desarreglos intestinales, la falta de esperanza, los ojos vendados, etc¨¦tera, y a veces tambi¨¦n las risas de los secuestradores", se queja.
No pod¨ªa andar
"Al final me dijeron: 'Te vamos a dejar esta noche'. Y lleg¨® el d¨ªa siguiente. Yo pensaba: 'Marey, te van a coger y a ejecutar'. Recuerdo que hacia las cinco, al final de mi secuestro, no pod¨ªa andar. Uno de ellos me dijo en espa?ol que no iba a llevarme arriba a cuestas y que ten¨ªa que hacer algunos movimientos de gimnasia. Cogieron la manta que llevaba d¨ªa y noche, hicieron un agujero en ella por el que pasara mi cabeza y despu¨¦s me llevaron afuera. Entonces pens¨¦ que -el momento de mi ejecuci¨®n hab¨ªa llegado", dice hoy el anciano Marey.
Tras caminar cuesta arriba, con los ojos vendados, el reh¨¦n fue obligado a acostarse en el asiento trasero de un coche, acompa?ado de tres personas. Al llegar a la casa en la que permaneci¨® retenido durante varios d¨ªas, le colocaron en una cama, remetiendo las mantas y s¨¢banas en ambos lados. "Estaba casi como una momia; no pod¨ªa moverme".
"Durante mi secuestro no me dieron ning¨²n motivo de por qu¨¦ hab¨ªa sido secuestrado. Uno de ellos me llam¨® 'etarra', en un tono condenatorio. Le contest¨¦: "etarra no". Dijeron en espa?ol: 'Todos dicen lo rnismo'. Entonces entend¨ª que me hab¨ªan secuestrado porque pensaban que era un etarra". Creo recordar que al preguntarles que por qu¨¦ yo, me contestaron: 'Quer¨ªamos una mierda como t¨²".
Como consecuencia del trato que recibi¨® durante su duro secuestro, Segundo Marey dice padecer una bronquitis cr¨®nica y tener que seguir tratamiento de quimioterapia debido a una gamapat¨ªa que le carcome los huesos. "Padezco a¨²n las consecuencias del choque psicol¨®gico y a menudo pienso que mejor hubiera sido mi rnuerte", se lamenta.
,Segundo Marey prest¨® esta declaraci¨®n en Francia ante el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garz¨®n y el inspector Michel Camaropoulos, perteneciente al servicio regional de la Polic¨ªa Judicial de Bordeaux (delegaci¨®n de Bayona). Garz¨®n terminar¨¢ previsiblemente la instrucci¨®n del sumario del caso Marey a mediados del pr¨®ximo mes de abril.
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