"No podemos pasar la esponja"
Faustin Twagiramungu, de 48 a?os, fue uno de los pol¨ªticos hutus que salvaron el honor de su mayor¨ªa ¨¦tnica (85% de la poblaci¨®n) oponi¨¦ndose a la dictadura del general Juvenal Habyarimana, feroz perseguidora. de la minor¨ªa tutsi.El palacio del primer n¨²nistro tiene todav¨ªa cristales rotos. Y una base fr¨¢gil. Twagiramungu, un moderado, encabeza un Gobierno pentapartido cuyo hombre fuerte es el vicepresidente y ministro de Defensa, Paul Kagam¨¦, l¨ªder del Frente Patri¨®tico Ruand¨¦s (FPR), fundador del ej¨¦rcito de liberaci¨®n tutsi. El primer ministro ha conseguido una cierta simbiosis de las dos milicias que se enfrentaron en la guerra civil: el jefe de Estado Mayor del Ej¨¦rcito vencido, coronel Marcel Gatsinzi, es el actual jefe de Estado Mayor adjunto. Pero su Gobierno est¨¢ bajo vigilancia de Kagam¨¦, oscilante entre radicales y moderados. Muchos califican al r¨¦gimen de dictadura milit¨¢r tutsi, dulcificada por una Asamblea cooptada por los partidos y, sobre todo, por la voluntad democr¨¢tica de su primer ministro.
Pregunta. Las c¨¢rceles est¨¢n llenas y aumentan los presos.
Acabar¨¢n encerrando a medio pa¨ªs. Y nadie ha sido juzgado a¨²n.
. Respuest¨¢., Esta es nuestra prioridad, poner en marcha el sistema judicial, que es muy d¨¦bil, apenas tenemos magistrados, y algunos presos mueren. Por eso acabamos de adoptar una ley que autoriza que los jueces. extranjeros puedan trabajar en Ruanda.
P. ?No tendr¨ªan que decretar una amnist¨ªa?
R. Una amnist¨ªa es contradictoria con ¨¦l ¨®bjetivo de eliminar la impunidad. Aqu¨ª hubo matanzas, y los criminales deben ser castigados. Se sabe qui¨¦nes eran los dirigentes del genocidio. No podemos pasar la esponja, porque entonces otros tambi¨¦n asesinar¨ªan. La reconciliaci¨®n nunca se basa en la clemencia a los criminales. En Europa, los nazis fueron castigados. ?C¨®mo se puede amnistiar a quien no se arrepiente?
P. Su objetivo es estabilizar, pero todav¨ªa hay incidentes.
R. Algunos elementos del exterior penetran y lanzan granadas, cortan la electricidad. Tambi¨¦n alguno del interior. Para lograr la plena seguridaid debemos conseguir el retorno de los refugiados y los desplazados, y reinstalarlos. Algunos se resisten, porque temen por su seguridad y porque el programa de reinstalaci¨®n s¨®lo lo hemios podido empezar ahora, en colaboraci¨®n y con la ayuda financiera del Banco Mundial y de la UE.
P. Los enfrentamientos violentos de signo ¨¦tnico aumentan en su vecina Burundi.R. Una explosi¨®n en Burundi tendr¨ªa efectos nefastos en Ruanda. No veo c¨®mo, adem¨¢s. de a los nuestros, podr¨ªamos atender a 300.000 refugiados burundeses. Pero el problema no es ¨¦tnico. -La gente debe desechar el sentimiento hist¨®rico, inculcado desde principios de siglo. El problema no es de tutsis y hutus, sino de poder: cada uno quiere el poder para s¨ª, y lo que hay que hacer es compartirlo.
P. ?Puede evitarse la explosi¨®n del sureste africano?
R. Necesitamos m¨¢s ayuda exterior para rehabilitar el pa¨ªs en los pr¨®ximos a?os y apoyo internacional para aplicar medidas pol¨ªticas preventivas. Lo que pasa en Burundi, en Tanzania o en Zaire nos afecta a todos. Y tambi¨¦n afecta a la comunidad internacional. Europa lleva gastados 1.000, millones de d¨®lares [unos 130.000 millones de pesetas] desde que se inici¨® la crisis, que podr¨ªan destinarse a otros fines. ?Por qu¨¦ ButrosGali no va una semana a Burundi? Hay que ir all¨¢. Todos pertenecemos a la ONU, aunque seamos peque?os.
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