Un maestro del piano
Por enfermedad del director anunciado, se hizo cargo del ¨²ltimo concierto de la Sinf¨®nica de RTVE Richard Fletcher, de Massachusetts, y tuvo el buen gesto profesional de mantener el programa previsto en su integridad. No s¨¦ si se hab¨ªa pensado desde el principio en hacer siete de las Diez melod¨ªas vascas, de Jes¨²s Guridi, tal y como tuvimos, pero la restricci¨®n me parece innecesaria. La versi¨®n, sin especiales m¨¦ritos, fue digna, r¨ªtmica, bien cantada y un tanto mezzofortista.
Despu¨¦s, volvi¨® Joaqu¨ªn Ach¨²carro a Madrid con la Rapsodia sobre un tema de Paganini, de Sergei Rasmaninov, un doble triunfo del pianista y compositor ruso en un trabajo variativo libre, pleno de fantas¨ªa y demostrativo de un talento y un saber fuera de lo com¨²n. La Rapsodia se estren¨® en 1934, en Baltimore, por la Orquesta de Filadelfia, dirigida por Sito kowski, con el compositor cmo solista.
Orquesta Sinf¨®nica de RTVE
Director: R. Fletcher. Solista: , J. Ach¨²carro, piano. Obras de Guridi, Rasmaninov y Holst. Teatro Monumental. Madrid, 16 de marzo.
Joaqu¨ªn Ach¨²carro (Bilbao, 1932) es un maestro del piano; lo fue, jovenc¨ªsimo, por instinto y facultades; lo es hoy, en grado sumo, por madurez y saber. Con un dominio espectacular del virtuosismo rasmaninoviano y una incesante b¨²squeda de la belleza, el ahora catedr¨¢tico de la Universidad de Dallas dio una alt¨ªsima, inolvidable lecci¨®n de t¨¦cnica y de estilo, si es que el estilo no forma parte sustancial de una t¨¦cnica grande y trascendente del piano. S¨®lo escucharle la exposici¨®n de la variaci¨®n m¨¢s l¨ªrica, construida por Rasmaninov a partir de la inversi¨®n del tema de Paganini, merecer¨ªa un t¨ªtulo magistral, tal suced¨ªa con Rubinstein al iniciar el Cuarto concierto de Beethoven o los Movimientos perpetuos, de Poulenc.
Pero, al fin, tal maravilla formaba parte de un conjunto pensado y trazado desde una visi¨®n unitaria y seguidor de un espl¨¦ndido arco conceptual y expresivo.
Cuando escucho a Joaqu¨ªn Ach¨²carro, y aunque cada vez me admire su talento y su senbilidad, pienso que me gustar¨ªa no haber esperado lo que recibo, para enfrentarme con su arte reci¨¦n estrenado. El p¨²blico respondi¨® con entusiasmo y ovacion¨® al pianista como la estrella de primera magnitud que es. Como en otros casos, superlativamente ilustres, apena un poco pensar que Ach¨²carro ense?a muy lejos de aqu¨ª y que, entre nosotros, hasta el recurso limitado de las clases magistrales no es tan frecuente como ser¨ªa de desear. La colaboraci¨®n de los sinf¨®nicos de RTVE fue ¨¢gil e identificativa y el programa se cerr¨® con Los planetas, de Holst.
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