Nuevos espantos nacionales
DESPU?S DE lo que se supo ayer, con fotograf¨ªas incluidas, ?qu¨¦ espantos nos aguardan todav¨ªa en relaci¨®n con la guerra sucia desplegada contra ETA desde sectores del aparato estatal? No hay ahora mismo pol¨ªtica de Estado tan digna de ese nombre como la consistente en limpiar de una vez los bajos fondos de un ministerio en cuyo interior germin¨® esa falsa guerra con muertos verdaderos. Aunque s¨®lo fuera por eso deber¨ªa darse al ministro Belloch y su equipo la posibilidad de culminar la limpieza emprendida, pendiente desde el inicio de la transici¨®n. La tarea de investigaci¨®n emprendida por la Audiencia Nacional debe completar el cuadro, aunque para ello tenga que apoyarse parcialmente en las confesiones de personajes tan dudosos como Amedo o el propio Rold¨¢n.Tras la identificaci¨®n de los cad¨¢veres de Lasa y Zabala, las dos primeras v¨ªctimas de los GAL, se eleva a 28 el n¨²mero de personas asesinadas bajo el amparo de esas siglas. El mismo n¨²mero de v¨ªctimas (28) se produjo entre 1974 y 1982 en los cerca de 30 atentados reivindicados por otras fantasmales siglas -Batall¨®n Vasco-Espa?ol, ATE...- encubridoras de la misma. pr¨¢ctica de guerra sucia. El resultado de esa imitaci¨®n de la barbarie terrorista por quienes deb¨ªan combatirla ha sido prolongar la vida de ETA durante toda una generaci¨®n.
Durante a?os, el terrorismo intent¨® desestabilizar la vacilante democracia espa?ola mediante una estrategia de la provocaci¨®n especialmente dirigida contra el Ej¨¦rcito. Estuvo a punto de conseguir su objetivo un famoso 23 de febrero. Desde entonces, la provocaci¨®n se ha dirigido a intentar deslegitimar al Estado democr¨¢tico a fin de hacer veros¨ªmil su fantas¨ªa de una negociaci¨®n pol¨ªtica en condiciones de igualdad que estableciese una nueva legitimidad. Tambi¨¦n estuvo a punto de conseguir su objetivo cuando los cr¨ªmenes de los GAL prestaron alguna credibilidad a la imagen de enfrentamiento b¨¦lico que pretend¨ªa acreditar ETA. No lleg¨® a ocurrir porque alguien detuvo a tiempo aquella locura. Pero la desestabilizaci¨®n que no consigui¨® ETA hace 10 a?os se produce ahora, merced a las confesiones de los polic¨ªas Amedo y Dom¨ªnguez.
?sa es la paradoja del terrorismo. Por s¨ª mismo es impotente para vencer al Estado democr¨¢tico. Pero una respuesta equivocada por parte de ese mismo Estado puede dar la victoria a los terroristas; al menos, la victoria moral de equiparar a ambos en crueldad y desprecio por la legalidad. Adem¨¢s, el recurso a pr¨¢cticas ilegales con pretensi¨®n de impunidad pone al Estado en manos de mercenarios y polic¨ªas venales que no dejar¨¢n de utilizar esa terrible arma contra la legitimidad del Estado si con ello esperan obtener alg¨²n beneficio.
Las fotograf¨ªas publicadas ayer, y la realidad que evocan, producen espanto. Pero si han podido ser publicadas, y si un forense ha podido certificar que pertenecen a Lasa y Zabala, es porque, pese a todo, funcionarios honestos hicieron su trabajo: realizando una primera autopsia -que es la que permite hablar de signos de tortura-, ordenando la conservaci¨®n de los restos durante casi 10 a?os, informando a quien correspondiera de las sospechas reavivadas por otras informaciones, etc¨¦tera. La sociedad democr¨¢tica dispone de mecanismos -a veces lentos, pero a la larga imparables- contra la pretensi¨®n de impunidad del poder.
Y eso es lo que ridiculiza a los hip¨®critas defensores de ETA que ayer creyeron ver confirmada su teor¨ªa de las dos violencias sim¨¦tricas. No s¨®lo porque la desaparici¨®n, hace casi una d¨¦cada, de los GAL no ha sido seguida por el cierre del negocio de sus amigos. Sino porque ninguna autopsia, investigaci¨®n o procedimiento ha. permitido desvelar d¨®nde est¨¢ y c¨®mo muri¨® Pertur: Eduardo Moreno Bergareche, el dirigente de ETA Pol¨ªtico-militar al que sus rivales dentro de esa organizaci¨®n hicieron desaparecer en julio de 1976. Y sigue sin saberse si Joseba Urkijo, Kinito, aquel miembro de la Mesa Nacional de HB reclutado por Amedo, est¨¢ vivo o muerto.
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