Ni rastro de fronteras en Schengen
La aldea luxemburguesa que da nombre al acuerdo vive desde hace tiempo sin aduanas
En Schengen habitan 315 almas. De los cuerpos no se advert¨ªa ni rastro en la ma?ana en que entr¨® en vigor el tratado que permite circular con libertad y sin papeles por siete pa¨ªses europeos y que lleva el nombre de esta aldea luxemburguesa, situada "en el culo del mundo", como advierte P¨ªa, una periodista de la capital del gran ducado.
Esta aldea de vi?edos se encuentra encajonada en un v¨¦rtice donde coinciden Luxemburgo, Alemania y Francia. En poco m¨¢s de una hora, y tras un zigzag por encima del r¨ªo Mosela, el corresponsal de este peri¨®dico cruz¨® cuatro veces la frontera entre los tres pa¨ªses , conseguir ni un mal aduanero ni polic¨ªa que llevarse a la libreta.
A las diez de la ma?ana hab¨ªa parado de diluviar. El paseo al lado del Mosela recuper¨® cierto aire amable y ya no parec¨ªa que en cualquier momento fuese a surgir por all¨ª el comisario Maigret para levantar el cad¨¢ver del asesinado. A Schengen llegaban los primeros coches con alemanes dispuestos a cargar los dep¨®sitos de gasolina: un litro de gasolina sin plomo de 85 octanos cuesta 1,50 marcos (138 pesetas) en Alemania y s¨®lo 1,25 (115 pesetas) en Luxemburgo. En cada litro de gasolina, el alem¨¢n que se tome la molestia de cruzar el puente sobre el Mosela se ahorra 23 pesetas. La docena de gasolineras, dos minisupermercados y tres o cuatro personas que paseaban perros a la orilla del r¨ªo eran los ¨²nicos vestigios de vida humana en el lugar.
Catherine, una joven vendedora del supermercado, asegura que oy¨® hablar algo del tratado de Schengen en la televisi¨®n: "Me llam¨® la atenci¨®n que pasase algo en Schengen, pero no s¨¦ muy bien qu¨¦ es". La ausencia de fronteras no le asombra. La caseta al final del puente sobre el Mosela est¨¢ abandonada hace tiempo. Por el suelo aparecen esparcidos archivadores y una gu¨ªa de tel¨¦fonos. Todo roduce una sensaci¨®n de fin de ¨¦poca. No obstante, asegura Catherine que "de vez en cuando vienen aqu¨ª los aduaneros". Catherine est¨¢ convencida de que Schengen es un sitio agradable cuando hace buen tiempo.
El tema de la seguridad preocupa en Alemania ante la entrada en vigor del acuerdo de Schengen. Al menos, as¨ª lo menciona la radio en la tercera noticia, que da cuenta de la preocupaci¨®n de los sindicatos policiales por un posible incremento de la criminalidad en las zonas fronterizas. A esto replica el ministro de la canciller¨ªa federal alemana, Bernd Schmidbauer: "Hemos ganado una zona de seguridad com¨²n, porque se han suprimido los controles internos, pero se refuerzan los externos y aumenta la seguridad". No obstante, no cabe duda de que resulta agradable pasar fronteras sin tener que sacar papeles. Un verdadero alivio.
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