El fuero de hoy, el huevo de ma?ana
Quienes se refocilan contemplando a Espa?a en Europa y en el mundo en clave de victorias implacables o de derrotas abrumadoras-el¨¦xtasis o la aflicci¨®n-, tienen en el acuerdo sobre el flet¨¢n un duro hueso que roer. El acuerdo rubrica un ¨¦xito hispano-europeo muy sustancial: ha logrado el re torno de Canad¨¢ a la senda de la legalidad internacional, como implica la abrogaci¨®n del reglamento por el que se auto otorgaba la jurisdicci¨®n m¨¢s all¨¢ de sus 200 millas y el compromiso de multilateralizar los pactos en el seno de la NAFO. Y como evidencia pl¨¢sticamente la devoluci¨®n del bot¨ªn de guerra: la fianza y el valor de la carga del Estai. Canad¨¢ ha tenido que dar marcha atr¨¢s en su estrategia de guerra y reubicarse en la de la ley. Volver al punto de partida es un logro, ciertamente, porque sustiye la agresi¨®n por la negociaci¨®n. Pero es tambi¨¦n relativo, defensivo. Implica recuperar posiciones, no ganar nuevas cotas. Y debe matizarse a¨²n m¨¢s por cuanto aunque el acuerdo permite a Espa?a seguir litigando, ante el Tribunal de la Haya, demandando da?os y perjuicios por el secuestro del Estai, ni siquiera se ha discutido el retorno de Canad¨¢ a su jurisdicci¨®n.?xito, pues, aunque con matices, en la vertiente jur¨ªdica. Algo cuya trascendencia se est¨¢ olvidando en la discusi¨®n intraespa?ola, es decir entre el. sector, la Administraci¨®n y la oposici¨®n: si la batalla del fuero no se hubiera zanjado positivamente, no habr¨ªa m¨¢s discusi¨®n del huevo. Se ha comprado, si no la paz eterna, s¨ª un serio armisticio que permite a la flota espa?ola seguir faenando (y con seguridad jur¨ªdica). La extensi¨®n de la jurisdicci¨®n de los pa¨ªses ribere?os m¨¢s all¨¢ de sus 200 millas costeras -que habr¨ªa sido la consecuencia ¨²ltima de la l¨®gica guerrera exhibida por Canad¨¢ al principio del conflicto- era el final del Derecho y de las capturas. De la flota entera, en Terranova y en el ancho mundo. Por eso el fuero de hoy es el huevo de ma?ana.
El precio es disminuir el n¨²mero de capturas europeas. ?se es el ¨¦xito de Ottawa, o el fracaso hispano-europeo: la resultante de la conjunci¨®n de la violencia canadiense con una respuesta comunitaria s¨®lo diplom¨¢tica. Cuantifiqu¨¦moslo. Canad¨¢ exig¨ªa que la UE no pasara de 10.000 toneladas en 1995, en paridad con sus 10.000 (37% del Total de Capturas Aceptadas, o TAC, que se fij¨® en 27.000 toneladas para este a?o). La UE exig¨ªa 13.500'(501/6). Al final se pactaron 10.000 para Canad¨¢ (37%) y 11.070 para la UE (41%), algo por debajo (2,5 puntos) de la intersecci¨®n entre ambas cantidades (10.000 y 13.500). Estando la negociaci¨®n como estaba, es un equilibrio no glorioso, pero seguramente aceptable, especialmente porque rompe la pretendida paridad.
Si se comparan esas 11.076 toneladas europeas con las cerca de 19.000 que se habr¨ªan podido capturar de haberse mantenido las proporciones de 1994 (no las cantidades absolutas, ni las 63.000 totales ni las 45.000 europeas, ni las 40.000 espa?olas capturadas en 1994, cifras irrepetibles y de comparaci¨®n demag¨®gica porque todas superan las 27.000 del TAC, esto es, la materia pescable en 1995), la diferencia es de unas 8.000 toneladas. En valor -a 400.000 pesetas/tonelada-, 3.200 millones de pesetas (el- 801/6 para Espa?a, unos 2.600 millones). ?sa es la cantidad que le ha costado a Europa la ingerencia armada canadiense. El beneficio directo,de Ottawa es algo inferior: 6.760 toneladas de m¨¢s, casi 3.000 millones de pesetas.
Para 1996 y a?os siguientes, el acuerdo consagra un 55,35% de cuota europea y una relaci¨®n de 10/3 (UE/Canad¨¢) fuera de las 200 millas: al final todo depender¨¢ de las cantidades que Canad¨¢ pueda pescar dentro de sus 200 millas, seg¨²n la opini¨®n de los cient¨ªficos de la NAFO. El armisticio est¨¢ consagrado, pero la discusi¨®n seguir¨¢. Aunque sobre bases m¨¢s seguras. Al menos se ha pactado un fuero.
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