Una pareja cada vez mas agresiva
Susana Calvito y Jos¨¦ Roberto Morales compon¨ªan una pareja inicialmente estable: ¨¦l era en febrero de 1994, cuando llegaron a El Soto de la Moraleja, un hombre atildado, de buenos modales. Moreno, de talla media, delgado y cort¨¦s, parec¨ªa carecer de oficio conocido. Ella, tambi¨¦n morena, es delgada y atractiva.Susana gustaba pregonar que pose¨ªan mucho dinero, en millones, seg¨²n dice el conserje de la urbanizaci¨®n, Diego P¨¦rez. "Pero se relacionaban muy poco con el vecindario" de su lujosa vivienda de tres pisos, "por la que pagaban un alquiler de 325.000 pesetas. No ten¨ªan familia. "Manten¨ªan tres perros huskies y otro callejero, a los que sacaban a pasear con el crep¨²sculo. Carec¨ªan de autom¨®vil y siempre viajaban en taxi", seg¨²n los vecinos.
Apenas sal¨ªan de su chal¨¦ de ladrillo. En agosto de 1994 arrendaron un local comercial en la calle de Alenza, n¨²mero 30, a nombre de una sociedad suya denominada Le¨®nidas y Chips, SL Con el prop¨®sito de establecer una cafeter¨ªa provista de charcuter¨ªa y comidas preparadas, encomendaron las obras de adaptaci¨®n al constructor Luis Ramos, al que adeudaron los 20 milones que costaron las obras.
Contrataron media docena de empleados para el negocio, que inauguraron en noviembre. Les fue muy mal, y en diciembre cerraron las puertas de Cafeter¨ªa Chips Charcuter¨ªa. Los empleados, a los que tampoco pagaron, acudieron varias veces a su domicilio, pero fueron recibidos con cajas destempladas. Desde cinco meses atr¨¢s adeudaban su alquiler, aseguran en la urbanizaci¨®n. Y justificaban los impagos por el impago, a su vez, de una plantaci¨®n de t¨¦ en Argentina que hab¨ªan vendido, y "que ella valoraba en un mill¨®n de d¨®lares", seg¨²n el testimonios de C. D., un comerciante vecino.
Paralelamente, la relaci¨®n entre ambos, comenta otro vecino, se iba deteriorando. Ella mostraba actitudes de crispaci¨®n creciente, as¨ª como otras de dominaci¨®n afrentosa sobre su compa?ero. Tras varios meses de impago del alquiler del local, Fernando Ayo, el propietario, les inst¨® a que pagaran. "Cada vez se hallaba m¨¢s enloquecida", comenta. "?l pas¨® a una actitud intravertida y hura?a", agrega.
Un vigilante de La Moraleja contaba: "En una ocasi¨®n, tras haberme interesado por qui¨¦n hab¨ªa tirado unos cartones cerca de su casa, ¨¦l me golpe¨® con varios pu?etazos. Present¨¦ una denuncia, pero no pleite¨¦".
Los vecinos de la pareja se muestran sorprendidos por varios detalles: "Cada, vez discut¨ªan con m¨¢s agresividad. Se intercambiaban amenazas, incluso de muerte, sobre todo por parte de ella", dice un vecino de nacionalidad extranjera. "El pasado viernes", comenta su esposa, "montaron una fogata en su porche que desped¨ªa un humo azulado muy denso, que inund¨® la urbanizaci¨®n. Parec¨ªa como si quemaran pelo o piel", precisa su marido. "Desde hace dos meses, tem¨ªamos que algo grave sucediera entre ellos".
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