La derecha intenta recomponerse para batir a Jospin
Chirac tiene que coquetear con los ultras de Le Pen y mimar a los "traidores" de Balladur si quiere ser presidente
Jaques Chirac se mantiene en la carrera hacia el El¨ªseo, y es a¨²n favorito. Pero tiene por delante un escenario de pesadilla. La derecha, su electorado para la segunda vuelta, est¨¢ partida en tres pedazos de tama?o similar y caracter¨ªsticas muy distintas: el gaullismo que lidera ¨¦l mismo, rural y populista (20,6%); el reci¨¦n nacido balladurismo, urbano, conservador y europe¨ªsta (18,5%), y la pujante masa de Le Pen, fuerte en los suburbios m¨¢s pobres y conflictivos, necesaria y a la vez indeseable (15,1%). Chirac se encerr¨® ayer con sus colaboradores para dise?ar su nueva campa?a, que no podr¨¢ parecerse a la desarrollada hasta ahora. Chirac preconizaba "el cambio", rechazaba "la disyuntiva derecha-izquierda" y advert¨ªa sobre "el riesgo de la fractura social".
Ten¨ªa raz¨®n en eso ¨²ltimo, y lo ha sufrido en sus propias carnes: la grieta social, que separa a los franceses que tienen de los franceses que no tienen, ha estado a punto de trag¨¢rselo. La "fractura social", la insatisfacci¨®n, el miedo, han sido terreno abonado para el ultraderechismo xen¨®fobo de Jean-Marie Le Pen, que le ha robado miles de votos all¨ª donde el alcalde de Par¨ªs cre¨ªa haber sembrado mejor su mensaje.Sobre el cambio, queda claro que muy pocos le han visto en condiciones de encarnarlo. Sus votos son m¨¢s o menos los de 1988, el 20% que suman su fiel mundillo rural y los distritos acomodados de Par¨ªs. En cuanto a su esfuerzo por cabalgar simult¨¢neamente sobre la izquierda y la derecha, el veredicto de las urnas ha devuelto a Chirac a su sitio de siempre: a la derecha convencional, donde no caben florituras pseudoprogresistas. "Hemos cometido un gran error", reconoc¨ªa ayer uno de los diputados chiraquistas, "al creer que orden p¨²blico e inmigraci¨®n ya no eran problemas prioritarios. Con sus votos al Frente Nacional, los franceses nos han recordado que s¨ª lo son".
Chirac ya lanz¨® un gui?o al electorado de extrema derecha en el breve mensaje que ley¨® en su sede parisina tras conocerse su mediocre resultado del domingo. No cupieron dudas sobre los destinatarios de sus menciones a "Ios patriotas" y a "aquellos que aspiran a m¨¢s seguridad en su vida cotidiana". Como en las presidenciales de 1988, como en las legislativas de 1993, el l¨ªder gaullista tendr¨¢ que mantener un doble juego. Rechazar con una mano a Le Pen, como figura indeseable, y acariciar con la otra mano a sus votantes.
La primera vuelta del domingo ha evidenciado dos realidades inquietantes: una, que el ultraderechismo franc¨¦s no es un fen¨®meno pasajero, sino fuerte y estable; otra, que se alimenta de la desesperaci¨®n y recoge votos en las zonas m¨¢s deprimidas. El 16% de sus votos procede de desempleados, el 16% de obreros, el 19% de j¨®venes, gente toda ella que sol¨ªa ser de izquierda y ha votado al Frente Nacional. En todo el este de Francia, desde Alsacia hasta el basti¨®n marsell¨¦s, Le Pen ha obtenido resultados espectaculares. En Lille, capital del norte, tradicional basti¨®n socialista, ha obtenido un asombroso 16,1%. En estas condiciones, no es impensable que el grueso de los votos lepenistas, votos de protesta, deseosos de un aut¨¦ntico cambio, vayan hacia Jospin y no hacia Chirac. Jack Lang, ex ministro de Cultura mitterrandista, caus¨® un cierto esc¨¢ndalo al pronosticar en televisi¨®n que los votantes de Le Pen se desplazar¨ªan "naturalmente hacia Jospin", pero su idea no era descabellada.
Le Pen odia a Chirac, y ha prometido varias veces que jam¨¢s le proporcionar¨¢ un Voto. Adem¨¢s, a Le Pen le interesa una reforma del sistema electoral que prime la proporcionalidad, para obtener una buena representaci¨®n parlamentaria. Y, en su programa, Jospin propone una reforma en ese sentido. El l¨ªder del FN dar¨¢ consignas de voto a su gente el pr¨®ximo 1 de mayo.
En el otro flanco de Chirac est¨¢ el balladurismo. En el ya citado mensaje de la noche electoral, el candidato de la derecha dijo que "la esperanza popular" pod¨ªa "encarnarse en un poderoso impulso reformador". Al desv¨¢n el cambio, y a desempolvar el reformismo tan caro a ?douard Balladur. Si al alcalde de Par¨ªs, qu¨¦ detesta visceralmente el ultraderechismo, le incomoda coquetear con los electores de Le Pen, lo de recuperar y mimar a Balladur y sus "traidores" ha de sentarle a¨²n peor.
Chirac so?aba con humillar a su antiguo "amigo durante 30 a?os" y con "mandarle al purgatorio," (las palabras son suyas) en compa?¨ªa de Nicolas Sarkozy, Fran?ois L¨¦otard y todos los que pasaron semanas llam¨¢ndole "demagogo" e "irresponsable". Nada de eso ser¨¢ posible. El balladurismo, con su 18,5% de votos, ser¨¢ imprescindible para aspirar a la victoria el 7 de mayo. Ayer mismo, Chirac telefone¨® a Balladur para agradecer el apoyo que ¨¦ste le ha ofrecido ya, y para negociar los t¨¦rminos de una reconciliaci¨®n forzosa.
Como consecuencia inevitable de la supervivencia de Balladur, Chirac no podr¨¢ disolver el Parlamento si llega a la presidencia. Los "traidores" conservar¨¢n sus esca?os, y Chirac, que se propon¨ªa como "presidente fuerte", ser¨¢ en realidad el presidente m¨¢s d¨¦bil y maniatado de la V Rep¨²blica.
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