Rigor relativo y diccionario a tope

Cuatro novelistas han sido consultados acerca del grado de exigencia ortogr¨¢fica en la selectividad y de la costumbre de prohibir el diccionario. Sobre lo primero, hay discrepancias: unos tienden a la flexibilidad y otros a un mayor rigor, pero, en cuanto al diccionario, los cuatro se muestran sorprendidos ante la prohibici¨®n y defensores a tope de su necesidad.

Javier Marias

Una cosa es cometer faltas aisladas en palabras desusadas o raras y otra incurrir en errores de verdadero analfabetismo ortogr¨¢fico como escribir haber sin hache. Cuando he dado clases a licenciados me he encontrado con faltas incomprensibles en ese nivel, que tampoco comprendo en alumnos que est¨¢n a punto de entrar en la Universidad. Lo que no he hecho nunca es bajar la nota por ello. Actualmente, seguramente por defectos en los m¨¦todos de ense?anza, hay m¨¢s errores ortogr¨¢ficos de los que ser¨ªan razonables no s¨®lo en los estudiantes, tambi¨¦n entre los licenciados, los propios profesores, escritores y periodistas.En cuanto a la utilizaci¨®n del diccionario, a m¨ª no me parecer¨ªa escandoloso que se permitiera, entre otras razones, porque la consulta de una palabra en la situaci¨®n extrema de un examen importante seguramente contribuya a que el alumno fije en la memoria de manera definitiva su correcta escritura.

Soledad Pu¨¦rtelas

Estoy a favor de una mayor flexibilidad y comprensi¨®n con el alumno en este asunto de la ortograf¨ªa. Me parece que no debiera exagerarse tanto el celo ortogr¨¢fico con los estudiantes. No creo que sea tan importante el que un chico que est¨¢ todav¨ªa en formaci¨®n tenga dudas entre una be y una uve. La seguridad ortogr¨¢fica se adquiere con la vida.A lo mejor, el llevar el diccionario al examen resultara inc¨®modo, pero desde luego que tambi¨¦n estoy totalmente a favor de que en el aula est¨¦n a disposici¨®n de los alumnos cuando se est¨¢n examinando e incluso de que puedan consultar sus dudas al profesor ?Por qu¨¦ no?

Manuel Rivas

Siempre que me preguntan sobre la ortograf¨ªa me acuerdo de aquel catedr¨¢tico, del que, por supuesto, no recuerdo su nombre, que se pas¨® parte de su vida sumando incorrecciones ortogr¨¢ficas en el Quijote y que, al parecer, encontr¨® cientos. Bueno, pues a m¨ª me parece que el que qued¨® como un gilipollas es el catedr¨¢tico, que quem¨® parte de su vida en un coleccionismo tan in¨²til. Porque no espero que el buen hombre sacara la conclusi¨®n de que hab¨ªa conseguido destruir la imagen del Quijote o la del propio Cervantes ?Qui¨¦n no tiene dudas ortogr¨¢ficas, a veces con palabras elementales? Creo que Garc¨ªa M¨¢rquez reconoce sin el menor pudor que ¨¦l no suele colocar en sus originales ni un acento. En el oficio de escribir, pasan los a?os, y uno se sorprende leyendo un escrito propio en el que se ha deslizado un gazapo tremendo. Ponerle la aduana a los chavales por una duda ortogr¨¢fica me parece fuera de lugar.En cuanto al diccionario, me parece un valor en la formaci¨®n del alumno el que sepa utilizarlo. Es muy ¨²til crear el h¨¢bito de que la mano est¨¦ acariciando constantemente el diccionario. As¨ª que por supuesto que me parece l¨®gico que se permita a los alumnos acudir al examen con ¨¦l. Y hasta ser¨ªa bonito, si se puede decir que un examen es bonito, que todos acudieran con su diccionario debajo del brazo. Cada vez que se me hace la pregunta t¨®pica sobre el libro que uno se llevar¨ªa a una isla desierta, yo siempre contesto: El Mar¨ªa Moliner.

Jos¨¦ Mar¨ªa Meirino

Sigo siendo bastante estricto en la exigencia de la correcci¨®n ortogr¨¢fica. Las palabras tienen una forma, que es como su sistema gen¨¦tico. Aunque pueda parecer in¨²til seguir manteniendo letras diferentes para expresar sonidos iguales como la be y la uve, se trata de un c¨®digo que aceptamos todos y que debemos respetar. No tengo costumbre de corregir ex¨¢menes, pero yo a un texto bien hecho, que refleje una buena capacidad expresiva seguramente le perdonar¨ªa alguna falta. Supongo, de todos modos, que la abundancia de faltas de ortograf¨ªa se dar¨¢ precisamente en los textos pobres.El diccionario ha sido important¨ªsimo en mi vida. En mi casa siempre ha habido muchos y la afici¨®n a consultar palabras, saltando de unas a otras, constitu¨ªa una diversi¨®n, una especie de excursi¨®n por el lenguaje que creo que me ha sido muy ¨²til. Nunca se me hab¨ªa ocurrido pensar que se pudieran prohibir en cualquier examen. Supongo que debe ser por pereza del sistema, porque si se permitiera se crear¨ªan problemas de control. Pero eso mismo refleja que no est¨¢ suficientemente arraigada la cultura del diccionario y, en general, de los libros de consulta, de referencia. Lo que resulta contradictorio con lo que se supone que deber¨ªa exigirse al joven que se est¨¢ formando. Y por supuesto que para resolver una duda ortogr¨¢fica lo utilizamos todos, por lo que no se entiende que no se le permita al alumno en el examen de selectividad, que es tan dram¨¢tico para los chavales.