ETA no es el problema
Es pero que se me entienda. ETA no es un problema de la democracia espa?ola. ETA es un obst¨¢culo inmenso para poder dar respuesta a lo que s¨ª es un problema hist¨®rico de nuestro proceso de constituci¨®n de un sistema democr¨¢tico: la integraci¨®n de los nacionalismos vasco y catal¨¢n en el sistema pol¨ªtico espa?ol. Sin este tel¨®n de fondo, el terrorismo de ETA ser¨ªa una amenaza para la convivencia, como lo es todo terrorismo, pero nada m¨¢s. Basta comparar las recientes declaraciones de Pujol y Duran Lleida respecto del enfrentamiento PP-PNV con las de los dem¨¢s l¨ªderes de partidos nacionales para comprobarlo. Igual que las del obispo de Tarragona con las de los dem¨¢s obispos.No es de terrorismo, por tanto, de lo que se est¨¢ discutiendo. O mejor dicho, no s¨®lo de terrorismo. ETA lleva ya alg¨²n tiempo sin distinguir entre ertzainas y guardias civiles. ETA ha matado a Gregorio Ord¨®?ez, como mat¨® en su d¨ªa al senador Casas, equiparando de la ¨²nica manera que sabe hacerlo el PP de los noventa con el PSOE de los ochenta. Y es verdad que ha intentado matar a Aznar, pero parece que tambi¨¦n pretend¨ªa hacer lo mismo con Atutxa. De ETA no se libra nadie. Esto no es discutible y, por tanto, no puede ser objeto de discusi¨®n entre gente razonable en pleno uso de sus facultades mentales.
La crisis que se ha abierto en el consenso sobre la pol¨ªtica antiterrorista no tiene, por tanto, su origen en las acciones de ETA, sino que hay que enmarcarla en el debate abierto tras el 64 de 1993 sobre la participaci¨®n de los nacionalismos en la direcci¨®n del pa¨ªs. Si el PSOE hubiera optado por una alianza con IU, es seguro que esta crisis no se habr¨ªa abierto. Habr¨ªamos tenido otras de otra naturaleza. Pero no ¨¦sta.
La raz¨®n ¨²ltima de la ruptura de hecho del Pacto de Madrid y de la Mesa de Ajuria Enea es la convicci¨®n del PP de que, al menos a corto plazo, no va a poder contar con el concurso de los nacionalismos vasco y catal¨¢n para su proyecto de direcci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs y de que, en consecuencia, tiene que hacer pagar al PSOE en todas partes y en todos los terrenos el apoyarse en los nacionalistas para gobernar Espa?a.
Recu¨¦rdese que, no por casualidad, las primeras escaramuzas de la ruptura del consenso antiterrorista se produjeron despu¨¦s de las elecciones europeas del a?o pasado en torno a la pol¨ªtica de reinserci¨®n, presentada por el PP, contra toda evidencia emp¨ªrica, como una cesi¨®n de un Gobierno d¨¦bil a las exigencias del PNV. Recu¨¦rdese que el PP se quedar¨ªa solo en su denuncia entre los firmantes de los pactos antiterroristas, pero "acompa?ado de muchos ciudadanos", como declar¨® con fruici¨®n Rato, indicando de manera inequ¨ªvoca en qu¨¦ direcci¨®n se mov¨ªan. A partir de ese momento se abri¨® una grieta que todav¨ªa no se ha cerrado. Y no s¨®lo el PNV o el PP han tenido comportamientos dif¨ªcilmente encajables en una pol¨ªtica antiterrorista unitaria. Pues no se puede olvidar que IU ha votado con HB en el Parlamento vasco. Y el desbarajuste puede ir a m¨¢s.
La pol¨ªtica antiterrorista se ha introducido en el debate pol¨ªtico general. Es un elemento m¨¢s en la pugna por definir la, agenda pol¨ªtica. Como los partidos nacionalistas juegan un papel determinante en esa pugna, es sobre ellos sobre los que est¨¢ recayendo una parte importante de la presi¨®n. De ah¨ª, que la reacci¨®n del PNV haya sido la que ha sido. Pero tambi¨¦n la de CIU. Y Catalunya ha sufrido el terrorismo etarra de una manera desproporcionadamente alta, se podr¨ªa decir. Es la propia legitimidad del nacionalismo para participar en la pol¨ªtica espa?ola lo que se est¨¢ cuestionando. Y esto es, potencialmente, una amenaza mucho m¨¢s grave que la que puede representar ETA.
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