Desverg¨¹enza total
, La fiesta ha tocado fondo y la plaza de la Real Maestranza est¨¢ siguiendo el mismo camino. Qu¨¦ empresa, qu¨¦ ganaderos, qu¨¦ toreros. ?Y qu¨¦ p¨²blico! El marco incomparable (como suelen llamar al hist¨®rico recinto) sigue siendo una belleza y su solera no hay qui¨¦n se la quite. Pero lo ha tomado un p¨²blico bullanguero y triunfalista, al que la solera y la historia del coso le traen absolutamente sin cuidado -la fiesta menos a¨²n-, y all¨ª que se est¨¢, gritando ol¨¦s, mientras un aburrido pegapases se pone a pegarle mantazos a un novillejo fam¨¦lico, otro naturales a un torucho que se ha partido por la cepa el pit¨®n, y le pasa por delante de sus mism¨ªsimas narices el fraude m¨¢s escandaloso que la desverg¨¹enza de los taurinos haya podido cometer nunca en una plaza de toros.Catorce jandillas reconocieron los veterinarios antes de seleccionar los seis y un sobrero de la corrida, y result¨® que lo aprobado era impresentable. El pr¨ªmero, ¨²nico con hechuras de toro, ten¨ªa s¨ªntomas de afeitado, adem¨¢s estaba inv¨¢lido, se tumb¨® a los pies de Julio Aparicio en plena faena de muleta o lo que fuese aquello, y pues no quiso levantarse, lo apuntillaron.
Jandilla / Aparicio, Jesul¨ªn, Finito
Cinco toros de Jandilla (5?, sobrero; dos devueltos por inv¨¢lidos): impresentables, con s¨ªntomas de afeitados; cuatro chicos, anovillados e inv¨¢lidos; lo apuntillado por inv¨¢lido. 6?, segundo sobrero de Jo?o Moura, sin trap¨ªo, sospechoso de afeitado, inv¨¢lido, se rompi¨® un cuerno.Julio Aparicio: 1?, apuntillado por inv¨¢lido (protestas); pinchazo hondo atravesado y descabello (pitos). Jesul¨ªn de Ubrique: bajonazo y descabello (aplausos y saludos); pinchazo, otro hondo traser¨ªsimo -aviso- y se echa el toro (ovaci¨®n y tambi¨¦n pitos cuando saluda). Finito de C¨®rdoba: estocada, rueda de peones y descabello (silencio); dos pinchazos y cuatro descabellos (silencio). Plaza de la Maestranza, 28 de abril. 13? corrida de feria. Lleno.
Luego empezaron a salir novillos. Lo que queda de afici¨®n en Sevilla -una afici¨®n buen¨ªsima en todos los aspectos- protest¨® del descaro, del atropello, del desprecio que supon¨ªa meter en el ruedo de la Maestranza semejantes ruinas, y el presidente deb¨ªa de estar de parte de la patronal y sus muchachos, porque se hac¨ªa el remol¨®n.
El segundo novillo, cuya invalidez le imped¨ªa mantenerse en pie, lo devolvi¨® al corral; mas salt¨® a la arena el sobrero, otro novillo tambi¨¦n inv¨¢lido, aparecieron los restantes hasta el sexto igual de impresentables, inv¨¢lidos y sospechosos de afeitado, y su estrategia consist¨ªa en aligerar el simulacro del primer tercio, al objeto de que la lidia siguiera adelante contra viento y marea.
El sexto ten¨ªa pinta de eral, pegaba tumbos y tambi¨¦n lo devolvi¨®, dando paso al segundo sobrero, ¨¦ste sin trap¨ªo, con unas astas que parec¨ªan mu?ones, in¨²til del aparato locomotor, manso por a?adidura. Un pe¨®n lo acab¨® de arreglar provocando. que derrotara contra un burladero y escap¨® de all¨ª pegando mugidos con el cuerno izquierdo partido por la cepa.
No se crea que a Finito -destemplado, precavido, chill¨®n y astroso en su primera intervenci¨®n- le aflor¨® entonces siquiera fuese un asomo de pudor, montando r¨¢pidamente la espada para despenar, aquel, mutilado, seg¨²n manda la dignidad torera. ?Ni mucho menos! Antes bien se llev¨® la v¨ªctima a los medios con mucha exhibici¨®n de pinturer¨ªa, le dio unos cuantos derechazos y como le salieron mal¨ªsimos, la emprendi¨® a naturales, intentando ponerse bonito por ese lado del cuerno roto, que ya empezaba a colgar a la manera de un pingajo junto al testuz y sangraba abundantemente.
Tampoco se crea que el p¨²blico protest¨®. El p¨²blico estaba sumido en lo que llaman "los silencios de la Maestranza" (menudo truco se han buscado los taurinos jaleando semejante especie) y s¨®lo le enfad¨® que Finito fuera incapaz de dar los naturales aquellos un poquito quieto y medianamente templado.
El resto de la corrida transcurri¨® siniestro. Aparicio no se atrevi¨® a encelar al cuarto especimen, algo tardo y top¨®n. Jesul¨ªn de Ubrique peg¨® cientos de pases a derechas e izquierdas con el pico y la suerte descaradamente descargada, y abus¨® del quinto novillo mediante el fingido alarde de los parones, aprovechando que hab¨ªa entrado en estado ag¨®nico. No se lo consent¨ªan los aficionados, que le dedicaron una pita m¨¢s que regular en cuanto vieron que empezaba a iniciar el repertorio tremendista, pero el resto de la plaza le premi¨® con grandes aplausos.
Todo en la ca¨®tica tarde era la manifestaci¨®n clamorosa de la poca verg¨¹enza. Quiere decirse, de la ausencia total de verg¨¹enza. Del fraude llevado hasta la desfachatez. De la prepotencia de unos taurinos que son capaces de corromper a su padre con tal de conseguir que salga la ruina de la ganader¨ªa de bravo; carne fofa o quiz¨¢ envenenada, cuanto m¨¢s mutilada e indefensa mejor, para que no descubra la vulgaridad y la incompetencia de esa negaci¨®n del toreo que representan.
Y encima pretenden autorregular la fiesta. Dicho en cristiano: la golfer¨ªa legalizada.
Babelia
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