Cara a cara
Los dos candidatos se preparan a conciencia para dos horas decisivas de debate televisado el martes pr¨®ximo
Resultados al margen, no habr¨¢ momento m¨¢s electrizante en las elecciones francesas. El martes 2 de mayo, a las 20.50, Lionel Jospin y Jacques Chirac se encerrar¨¢n en un estudio de televisi¨®n, cara a cara, para un debate de dos horas que retransmitir¨¢n en directo TF-1 y France 2 y en diferido las dem¨¢s cadenas. Los dos candidatos preparan ya meticulosamente su actuaci¨®n de esa noche. Chirac, favorito, tiene mucho que perder. Jospin, aspirante, tiene mucho que ganar. Los errores, en cualquier caso, se pagar¨¢n muy caros.En la memoria del electorado, quedar¨¢n del cara a cara del martes dos o tres frases, un solo momento decisivo. En 1974, a?o del primer debate, Val¨¦ry Giscard d'Estaing desarbol¨® a Fran?ois Mitterrand con unas escuetas palabras. Despu¨¦s de que el aspirante socialista perorara sobre sus proyectos para la gente m¨¢s humilde, Giscard detall¨® sus propias ideas sociales. Y concluy¨®: "Usted, se?or Mitterrand, no tiene el monopolio del coraz¨®n". El socialista desvi¨® la mirada, rebusc¨® en sus papeles, qued¨® en blanco durante unos segundos. Tocado. Giscard gan¨® la presidencia.
En 1979, los protagonistas fueron los mismos. Pero las tornas cambiaron. Giscard acudi¨® al debate desde lo alto de sus siete a?os de presidencia, orgulloso, distante, sabedor de que se desenvolv¨ªa bien ante la c¨¢mara y de que su adversario lo hac¨ªa mal. Mitterrand se prepar¨® a conciencia, tom¨® clases, aprendi¨® a sonre¨ªr y a relajarse. Despu¨¦s de que Giscard, el mejor expediente acad¨¦mico de Francia, hiciera una larga exposici¨®n t¨¦cnica sobre la situaci¨®n econ¨®mica, la medida respuesta de Mitterrand rompi¨® el debate: "Usted, se?or Giscard, entiende mucho de n¨²meros y muy poco de seres humanos". Unos d¨ªas despu¨¦s, los franceses dieron el triunfo a Fran?ois Mitterrand.
En 1988, Mitterrand se enfrent¨® al que hab¨ªa sido su primer ministro durante los dos a?os anteriores, el gaullista Jacques Chirac. Los dos hombres se detestaban, y la tensi¨®n, casi f¨ªsica, era captada por las c¨¢maras. El momento decisivo lleg¨® cuando Mitterrand afirm¨® que Chirac le hab¨ªa pedido, como primer ministro, la liberaci¨®n de un terrorista iran¨ª. La afirmaci¨®n era falsa, al menos en los t¨¦rminos utilizados por el presidente. Chirac ofreci¨® su versi¨®n, se irgui¨® e hizo uso, de un inocent¨ªsimo recurso: "Se?or Mitterrand, m¨ªreme a los ojos y desmienta mi versi¨®n". A Mitterrand, gato viejo, gran pol¨ªtico y mentiroso formidable, le sirvieron la ocasi¨®n en bandeja: "Mir¨¢ndole a los ojos, yo la desmiento". Chirac, desarbolado, qued¨® at¨®nito por un momento y desvi¨® la mirada. Mitterrand venci¨®.
Ante el crucial enfrentamiento del martes, los dos candidatos se preparan minuciosamente. Jospin trabaja con dos asesores: el cineasta Serge Moatti, encargado de la puesta en escena, y el diputado Pierre Moscovici, que coordina los contenidos. Jospin, que se niega a ensayar ante rivales ficticios, cuenta con las notas preparadas por Martine Aubry, Christian Sauter, Vincent Peillon y Gilles FinkeIstein, quienes peinan el programa del candidato, buscan la forma m¨¢s r¨¢pida y convincente de explicarlo y preparan respuestas para posibles situaciones comprometidas. El equipo de Jospin ha reunido decenas de intervenciones de Chirac en televisi¨®n para estudiar sus gestos, sus reacciones y sus puntos d¨¦biles. El objetivo es tender trampas, crear situaciones que perjudiquen al rival. La estrategia, obviamente, se mantiene en secreto.Jacques Chirac hubiera preferido un debate contra ?douard Balladur. Contaba con llevar la discusi¨®n al terreno de la supuesta "traici¨®n" cometida por su antiguo subordinado, a quien, en 1993, cedi¨® la jefatura del Gobierno para reservarse a s¨ª mismo la presidencia. Con Jospin ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil, porque se le conoce menos. Chirac, adem¨¢s, nunca ha estado c¨®modo ante las c¨¢maras.
Para preparar su exposici¨®n, sus respuestas y sus trampas, el alcalde de Par¨ªs dispone de su hija, la omnipresente Claude, y de su portavoz, el jovenc¨ªsimo diputado Fran?ois Baroin. El t¨¦cnico publicitario Jean-Michel Goudard, que ha dise?ado su campa?a electoral, se ocupa de la puesta en escena. La gente de Chirac dice haber preparado, en total secreto, un ramillete de frases demoledoras. El martes se conocer¨¢ su efectividad.
Una escenificaci¨®n minuciosamente negociada
Los analistas de opini¨®n afirman que, en realidad, el debate tiene una influencia muy reducida sobre la intenci¨®n de voto. Pero ese margen estrecho, ese pu?ado de personas que cambien de opini¨®n ante el cara a cara puede ser decisivo en una elecci¨®n que, como en 1974 y 1981, se gana o se pierde por un solo punto que cae de un lado o del otro. No es extra?o, pues, que las condiciones del debate sean minuciosamente negociadas por los representantes de ambos candidatos.Para empezar, hay que elegir a los conductores. del debate. Jospin y Chirac descartaron, una tras otra, a las grandes figuras de la televisi¨®n francesa: Patrick Poivre d'Arvor, por filoconservador;
Anne Sinclair, por su matrimonio con, un ex ministro asesor de Jospin; Cristine Ockrent, por filosocialista. Al final se eligi¨® a dos periodistas que no pertenecen directamente ni a TF-1 ni a France 2: por la primera asistir¨¢ Guillaume Durand, de LCI; por la segunda, Alain Duhamel, de la radio Europe 1.
Despu¨¦s de los periodistas, la realizaci¨®n. Para el debate de este a?o, la CSA (Comisi¨®n de Control sobre los Medios Audiovisuales) consigui¨® que los candidatos aceptaran la inclusi¨®n de planos del que escucha. Esto es, que la c¨¢mara no permaneciera fija sobre quien hablara. En palabras de Herv¨¦ Bourges, presidente de la CSA, se trataba de que, "si uno pidiera al otro que le mirara a los ojos, se pudieran mostrar los ojos de ambos".
Pero el tiempo est¨¢ estrictamente cronometrado. ?C¨®mo se decide si es necesario regalar un segundo de imagen a quien no habla? Esa ser¨¢ una cuesti¨®n complicad¨ªsima, porque junto al realizador, Jean Luc L¨¦ridon, estar¨¢n otros dos realizadores: Alexandre Tarta, en nombre de Chirac, y Serge Moatti, en nombre de Jospin. Antes de apretar el bot¨®n de cambio de c¨¢mara, L¨¦ridon tendr¨¢ que contar con la aprobaci¨®n de sus dos vigilantes. Pocas situaciones habr¨¢ tan frustrantes para un realizador.
El emplazamiento de las c¨¢maras ha sido pactado (tres horas de discusi¨®n), la iluminaci¨®n ha sido aceptada (otras dos horas) y, a petici¨®n de los candidatos, se montar¨¢n dos salas id¨¦nticas contiguas al estudio: una para el equipo de Chirac, otra para el de Jospin. La lista de temas a debatir y su orden se discute todav¨ªa, y no estar¨¢ a del todo lista hasta hoy.
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