El sindical¨ªsta y el mono
El se?or L¨®pez Bulla, secretario general de Comisiones, Obreras de Catalu?a, y un servidor mantuvimos en la televisi¨®n catalana una pol¨¦mica sobre el significado del Primero de Mayo, fiesta del Trabajo. El secretario general no pudo aguantar las verdades del barquero. No bien hube dicho que los sindicatos ten¨ªan que limpiar la corruptela de los liberados, que ni pisan la empresa, me llam¨® fantasma, excomulg¨® uno de los mejores art¨ªculos que he escrito en mi vida, y me tild¨® de descendiente del mono.Los sindicatos son tan dif¨ªciles de explicar para un econoni?sta como las empresas. Ambas clases de instituciones son constitucionales y a¨²n necesarias. Las dos muestran tendencias monop¨®licas apenas los pol¨ªticos las privilegian o decae la competencia. Tanto en las empresas, cuando son viejas o p¨²blicas, como en los sindicatos, cuando su financiaci¨®n es independiente del n¨²mero de sus afiliados, surge la "paradoja del gestor", por la que el directivo busca su beneficio a costa de sus representados, sean ¨¦stos accionistas o trabajadores.
Hacen falta empresas para que la econom¨ªa prospere, pues muchas actividades productivas exigen no s¨®lo abundante capital, sino complicada divisi¨®n del trabajo y, por ello, contratos abiertos a largo plazo. El pasar a m¨¢quina una tesis puede acordarse con un sencillo apret¨®n de manos: no ser¨¢ necesario que las partes contratantes formen empresa. Mas si la nueva presidenta necesita un secretario, es prohibitivo contratarlo por horas, y convendr¨¢ llegar a acuerdos de colaboraci¨®n permanente.
Oliver Willianison, en su libro Las instituciones econ¨®micas del capitalismo (FCE), estudia con detalle razones que ayudan a explicar por qu¨¦ no somos todos empresas unipersonales, como la especificidad de los servicios demandados o los costes de transacci¨®n de una incesante subcontrataci¨®n.
El mismo razonamiento puede aplicarse a los sindicatos. Normalmente son innecesarios, porque la empresa es lo suficientemente peque?a para que se entiendan todos. Mas en ciertos sectores, la producci¨®n exige gran n¨²mero de empleados en los que poder confiar en casi cualquier circunstancia, por lo que es necesaria una v¨ªa de comunicaci¨®n y acuerdo entre directivos y trabajadores. Una gran cadena de hoteles necesita contratar con los sindicatos que no habr¨¢ huelgas por sorpresa en Semana Santa o durante unos Juegos Ol¨ªnipicos. Una f¨¢brica de autom¨®viles acordar¨¢ reducir empleados de forma ordenada, para evitar una par¨¢lisis que empeore la situaci¨®n.
Los aparachiki de la empresa y el sindicato, sin embargo, hacen m¨¢s da?o que beneficio cuando, por mor de una situaci¨®n monop¨®lica, imponen soluciones no-cooperativas. Los directivos caen en una c¨®moda ineficiencia a costa de los accionistas. Los liberados sindicales tratan a espaldas de los afiliados lo que les conviene a ellos personalmente. Todos los sindicatos juntos dificultan la contrataci¨®n de parados dispuestos a sustituirles por menor sueldo.
Molest¨® especialmente a L¨®pez Bulla que yo denunciara los "liberados" y los "derechos sindicales". Es sabido que el secretario general de SOMA-UGT en Asturias, se?or Villa, concede a su gusto "horas sindicales" a sus amigos entre los traba adores de Hunosa para dedicar a labores sindicales: a ¨¦ste, le da 50, a aqu¨¦l otro 100, seg¨²n le pete. Los liberados de Iberia suman el 1% de la plantilla de unos 22.000 empleados. Los de Renfe cuestan a la empresa m¨¢s de 2.454 millones al a?o, sin contar viajes ni pernoctaciones. CC OO goza en Catalu?a de 300 liberados, muchos de ellos designados soberanamente, sin elecciones, a lo que la empresa hace la vista gorda a cambio de tranquilidad en las reestructuraciones. UGT nombra a dedo delegados en la hosteler¨ªa durante la ¨¦poca de cierre estacional, a cambio ?le tranquilidad en agosto. Muchos liberados nunca pisan la empresa.
A L¨®pez Bulla le escoc¨ªa a¨²n mi viejo art¨ªculo "?De rodillas, infelices!", en que compar¨¦ los asesinatos de los comunistas sovi¨¦ticos con los de Hitler y eran m¨¢s los de los comunistas. ?l tambi¨¦n es descendiente del mono, aunque supongo que de un mandril de trasero colorado. Empiezo a pensar que cuando ocupe el poder se acordar¨¢ de m¨ª y tendr¨¦ que escribir mis futuros art¨ªculos desde el gul¨¢g. ?Habr¨¢ sindicato de presos?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.