Completar el eje Par¨ªs-Bonn
En 1945, una Alemania deshonrada, destruida, arruinada, fue dividida en cuatro zonas bajo control de los Aliados y vi¨® c¨®mo se reduc¨ªa su territorio. Pero pocos d¨ªas despu¨¦s de la capitulaci¨®n del 8 de mayo, Churchill telegrafiaba a Truman dici¨¦ndole que un tel¨®n de acero separaba los territorios ocupados por el ej¨¦rcito rojo del resto. Desde el momento de su victoria, la gran alianza estallaba en una guerra fr¨ªa. EE UU lo aprovechaba para dominar nuestro continente, haciendo pesar sobre unas naciones aisladas y debilitadas una tutela que el Plan Marshall hac¨ªa irresistible por necesaria para vivir y reconstruirse. Esto me llev¨® a publicar en la primera p¨¢gina de Le Monde del 9 de septiembre de 1947 un art¨ªculo, "No existe Europa sin Alemania", que escandaliz¨®.En ¨¦l defin¨ªa una estrategia que har¨ªa posible escapar a esa dominaci¨®n de EE UU: "En lugar de reconstruir Europa sin reconstruir Alemania o reconstruir por separado Alemania y los otros pueblos de Europa, anquilosados en sus viejos ego¨ªsmos nacionales, hay que reconstruir Alemania y Europa conjuntamente, en el marco de un federalismo progresivo". S¨®lo en tomo a tal alianza se podr¨ªa crear un conjunto capaz de contrarestar el poder de EE UU. Y hablaba de una cooperaci¨®n industrial en la que ya se mencionaban los elementos de la comunidad del Acero y del Carb¨®n ideada por Monnet en 1950. Creada en 1952, la CECA puso punto final a la guerra. Hasta entonces Alemania e Italia. eran enemigos a los que se ayudaba a volver a la democracia. Desde entonces, eran socios de Francia y del Benelux en una Comunidad que no distingu¨ªa entre vencedores y vencidos. Desgraciadamente, esa cooperaci¨®n igualitaria se vi¨® perturbada por un error monumental: el intento de prolongar demasiado deprisa la CECA con una Comunidad Europea de defensa (CED).
El director de Le Monde, Hubert Beuve-M¨¦ry, dijo entonces acerca del Pacto Atl¨¢ntico, firmado el 4 de abril de 1949 entre EE UU y los estados europeos, que pon¨ªa el germen del rearme alem¨¢n. Los franceses no estaban preparados para aceptarlo, sobre todo porque no se sent¨ªan amenazados por la URSS, ya que la disuasi¨®n at¨®mica imped¨ªa cualquier tentativa de ¨¦sta de invadir Europa Occidental. Gran Breta?a rechaz¨® desde el comienzo esta nueva Comunidad y sus fuerzas militares. Francia deber¨ªa dividir las suyas en peque?os contingentes bajo el mando de la OTAN, es decir de EE UU: nuestros soldados se convert¨ªan en una especie de tropas coloniales. Alemania deb¨ªa plegarse a las mismas reglas, pero hab¨ªa logrado el derecho al rearme. En suma: Londres no perd¨ªa nada, Bonn ganaba todo y Par¨ªs perd¨ªa lo esencial.
La batalla de la CED, que caus¨® iracundas pol¨¦micas durante tres a?os en Francia, fren¨® enormemente la construcci¨®n europea iniciada por la CECA, y sobre todo, empuj¨® a Alemania del Oeste a convertirse en aliado incondicional de EE UU, arrastrando con ella a Italia y al, Benelux. Se iba as¨ª hacia una Europa estadounidense que pr¨¢cticamente s¨®lo rechazaban los d¨¦biles gobiernos de la IV Rep¨²blica francesa, que s¨®lo pod¨ªan frenar un poco esta evoluci¨®n. Todo cambiar¨ªa con la vuelta del general De Gaulle al poder en 1958. Hasta entonces era adversario de las Comunidades Europeas, precisamente a causa de su americanizaci¨®n. Pero una vez que dot¨® a su pa¨ªs de un gobierno fuerte constat¨® que pod¨ªa influir en la orientaci¨®n de Europa, y que le interesaba hacerlo. Cambi¨®, pues, de actitud respecto a la Uni¨®n. Reforz¨® la Comunidad Econ¨®mica desarrollando la pol¨ªtica agraria com¨²n, aceptando el tratado de fusi¨®n de las Comunidades de 1965, acelerando la uni¨®n aduanera y la puesta en marcha de aranceles comunes desde 1968. Poco a poco su alianza con Adenauer fue desarrollando la pareja franco-alemana que se convirti¨® en el motor de la UE. Se comenz¨® a calificar, no sin exageraci¨®n, a Alemania de gigante econ¨®mico y enano pol¨ªtico. En cualquier caso, este pa¨ªs aportaba a Francia parte de su fuerza productiva y monetaria y recib¨ªa de ella parte del poder pol¨ªtico del general y de sus sucesores. Este sistema se mantuvo cerca de 30 a?os.
El hundimiento de la URSS y de sus sat¨¦lites no lo ha destruido pero lo ha alterado profundamente. Libre de la amenaza militar de los sovi¨¦ticos, reforzada por la incorporaci¨®n de la RDA, la nueva Alemania tiende a convertirse en un gigante econ¨®mico y un gigante pol¨ªtico. Pero s¨®lo lo ser¨¢ si el resto de Europa lo quiere. El eje Par¨ªs-Bonn s¨®lo estar¨¢ desequilibrado si Francia se limita al papel de consorte de Alemania en la Uni¨®n. ?Se acordar¨¢ el nuevo presidente franc¨¦s, disc¨ªpulo del general De Gaulle, de que su maestro ve¨ªa en. esa Uni¨®n la palanca del poder de su pa¨ªs? De Gaulle dot¨® a Francia de las instituciones s¨®lidas que necesitaba. ?Har¨¢ Chirac lo mismo con la UE?
?Ver¨¢ la necesidad de una cooperaci¨®n m¨¢s estrecha con Italia, Espa?a, con la Europa meridional y la oriental? ?Completar¨¢ el eje franco-alem¨¢n con cierto coqueteo con Gran Breta?a? Despu¨¦s de todo, el d¨ªa que Bonn, Par¨ªs y Londres se pongan de acuerdo sobre una moneda ¨²nica, toda la Uni¨®n les seguir¨¢. La construcci¨®n de una fuerza de defensa europea tambi¨¦n exigir¨¢ un acuerdo de los tres grandes. Francia podr¨ªa ser el dirigente si su presidente declarara que la violaci¨®n de la frontera oriental de la Uni¨®n, que la se para de la ex-URSS, puede provocar la di suasi¨®n nacional. Esta tendr¨ªa un peso equivalente al del Bundesbank. La UE debe convertirse en la ¨²nica potencia gigante de Europa, un equivalente de EE UU, si no queremos ver abatirse sobre el mundo el apocalipsis de 1914-1945.
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