'Tierra y libertad' acaba con la apat¨ªa
El chino Hao Hsiao Hsien y el americano Larry Clark completan un d¨ªa de ¨¦xito
ENVIADO ESPECIALTierra y libertad, la generosa e inflexible pel¨ªcula angloespa?ola escrita por Jim Allen y dirigida por Ken Loach, arranc¨® ayer la primera gran ovaci¨®n en los, hasta ahora fr¨ªos centenares de enviados especiales de la prensa internacional. La conferencia de prensa que sigui¨® a la proyecci¨®n fue multitudinaria, llena de calor y de ideas. Asistimos al, por ahora indiscutible, punto cumbre de este festival, que ayer redonde¨® un d¨ªa de gran cine con una nueva filigrana formal del chino Hao Hsiao Hsien, titulado Buenos hombres, buenas mujeres; y con una dura y veraz ficci¨®n documental del debutante estadounidense Larry Clark, titulada K¨ªds
Si la cara luminosa del magn¨ªfico d¨ªa, en la parte que nos corresponde a los espa?oles, fue el entusiasmo creado por Tierra y libertad, la cruz sigue siendo la fr¨ªa acogida de anteayer a Historias del Kronen, que ayer se confirm¨® en las puntuaciones de los cr¨ªticos de cine a los filmes en concurso, recogidos en los paneles diarios de las revistas especializadas.Por ejemplo, el panel de Moving Pictures -que es el m¨¢s cre¨ªble e influyente, porque no usa el hachazo del 0 a las 3 estrellitas, y los cr¨ªticos punt¨²an del 0 al 10, de manera que pueden introducir matices en sus juicios num¨¦ricos- se resume para Historias del Kronen en una puntuaci¨®n media de 3,5, que es la m¨¢s baja de todas junto a la obtenida por el filme rumano Los caracoles del senador. A?adamos que todos los cr¨ªticos que se han pronunciado en este panel -con la ¨²nica excepci¨®n de este cronista- puntuaron la pel¨ªcula por debajo de 5. No es una noticia agradable, pero es innegable y nos tememos que premonitoria.
No hay todav¨ªa calificaciones cr¨ªticas de Tierra y libertad, pero es presumible que resulte de muy distinto signo cuando ma?ana tengamos que. informar de ellas. No es probable la unanimidad.
El filme de Ken Loach convence a los m¨¢s, pero sordamente irrita -y entre las filas de los cr¨ªticos de cine son detectables- a algunos antiguos estalinistas que, obviamente ya han dejado de serlo, pero que en alg¨²n rinc¨®n de su memoria conservan vivo un resorte, m¨¢s instintivo que ideol¨®gico, que hace saltar sus mecanismos autodefensivos ante la terrible prueba moral a que el filme de Loach les somete: la plena aceptaci¨®n de la, ciertamente, dif¨ªcil de aceptar, realidad del exterminio de la pr¨¢ctica totalidad de los revolucionarios bolcheviques, es decir: el exterminio de Octubre.
A Octubre no lo exterminaron Hitler, Mussolini y Franco. Lo extermin¨® Stalin entre 1936 y 1950, con la complicidad, o en el mejor de los casos el silencio con dientes apretados, de todos los estalinistas del mundo. Los nazis que sobrevivieron al nazismo juran y perjuran que desconoc¨ªan, incluso de nombre, Auschwitz y Treblinka. Lo mismo dijeron muchos estalinistas -aunque por suerte, no todos- tras el derrumbe final del estalinismo de, y es un ejemplo entre- muchos, Vorkuta, campo de exterminio donde fueron 'barridos de la tierra y metidos bajo ella no menos de un mill¨®n de bolcheviques.
Este innombrado genocidio comenz¨® en el a?o 1937 en Espa?a, en el frente de Arag¨®n, en las calles de Barcelona y en algunas chekas de Madrid. Destapar, abrir por primera vez, a la luz de las pantallas del cine las tripas de esa escondida y espantosa matanza -?c¨®mo va a abrirlas quien mejor puede hacerlo, Boris Yeltsin, si est¨¢ metido hasta el cuello en ellas?-, es el primer y extraordinario m¨¦rito, el supremo coraje moral de esta hermosa pel¨ªcula brit¨¢ni co-espa?ola. Y nadie que sepa como moverse en este escurridizo terreno hist¨®rico ignora que esto le acarrear¨¢ a Ken Loach y su obra muchas miradas esquinadas y rencores silenciosos de estalinistas residuales disfrazados de estetas, fauna bastante abundante en estos confortables parajes del comercio del cine y de la cultura.
Este es el ascua del d¨ªa en Cannes 95.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.