Los veh¨ªculos entierran Madrid
44.000 plazas nuevas de aparcamiento y cuatro pasos subterr¨¢neos para circular un poco m¨¢s deprisa
El alcalde de Madrid se comprometi¨® en 1991, cuando gan¨® las ¨²ltimas elecciones, a enterrar los coches. Metaf¨®ricamente. Se refer¨ªa a proseguir la construcci¨®n de plazas de estacionamiento (sobre todo para los residentes) para sacarlos de la calle, y la de pasos subterr¨¢neos, para hacer m¨¢s fluida la velocidad en las intersecciones.Desde entonces hay 44.000 plazas de estacionamiento m¨¢s en 77 nuevos garajes destinados a los vecinos (el total asciende a 57.566). Los estacionamientos de residentes han perdido su funci¨®n (facilitar el estacionamiento en los barrios) para convertirse en una importante fuente de ingresos municipales. Por un lado, cada plaza est¨¢ gravada con un canon desde 1992 (aprobado en el pleno municipal) que puede llegar a las 700.000 pesetas, aparte del precio de venta al p¨²blico.
En segundo lugar, constituyen un ingrediente de la f¨®rmula m¨¢gica de concejal de Obras, Enrique Villoria, para construir gratis, o casi, los pasos subterr¨¢neos: la empresa concesionaria del t¨²nel se encarga de la venta de las plazas de estacionamiento que se construyen aprovechando la obra. Finalmente, los compradores alquilan y revenden sus plazas adquiridas al Ayuntamiento, algo totalmente ilegal. Si se permite es porque no hay presupuesto para vigilancia, arguyen los responsables de Circulaci¨®n municipales.
Pese a estos 57.000 espacios para aparcar, los veh¨ªculos invaden visualmente Madrid. Tampoco ayudan las 14.000 plazas de los estacionamientos p¨²blicos -de concesi¨®n municipal-. Un total de 160.000 coches han dejado de usar estas plazas de rotaci¨®n desde 1990. Las tarifas han subido en este periodo de tiempo, en parte para pagar los paneles electr¨®nicos que instalaron las empresas concesionarias para informar a los usuarios de si hay sitio en el subsuelo. Estas pantallas costaron 300 millones. Pese a la informaci¨®n que dan, no animan a los pilotos a dejar el coche una hora bien aparcado por 220 pesetas. En 1991 la hora costaba 135 pesetas.
Mientras los madrile?os no usan los estacionamientos situados en ocho distritos c¨¦ntricos, resulta que un 30% de los automovilistas que circulan por el distrito Centro en un momento dado est¨¢n buscando un hueco donde aparcar. Y muchos lo dejan en doble y triple fila.
El Ayuntamiento considera que en Madrid se circula mejor, ya que la velocidad media en el conjunto de la cuidad ha aumentado de 22,76 kil¨®metros por hora en 1991 a 24,44 kil¨®metros a la hora. El alcalde contrapuso ayer este dato al aumento del n¨²mero de coches que pasan a diario por Madrid, de un mill¨®n en 1994 a a cerca de mill¨®n y medio de veh¨ªculos el pasado a?o: "Sin estos coches de m¨¢s, estar¨ªamos flotando de rapidez en la capital", dijo al presentar la memoria de Tr¨¢fico del Ayuntamiento.
La velocidad media en todo Madrid es un dato global. Desglosado por zonas, los coches no circulan por el centro a m¨¢s de 15,18 kil¨®metros por hora. Resulta que hace cuatro a?o lo hac¨ªan, en el centro, a 14,64 km/h. Es en la M-30 donde se va m¨¢s deprisa (de 60 a 78 kil¨®metros a la hora). Al alcalde se le olvida recordar que en estos a?os se ha cerrado la M-30 por la avenida de la IIustraci¨®n y se ha puesto en servicio casi toda la M-40.
Los anillos exteriores a la almendra central de Madrid gozan de un circulaci¨®n m¨¢s fluida tambi¨¦n por la construcci¨®n de pasos subterr¨¢neos para entrar en la ciudad, indican algunos expertos en transportes. De los cuatro que ha inaugurado el alcalde en estos a?os, dos, el de la cuesta de San Vicente y el de la glorieta de Conde de Casal, dan entrada a Madrid al tr¨¢fico de dos carreteras nacionales, la de Extremadura y Valencia. Los otros dos sirven para despejar intersecciones de grandes calles -la de Alfonso XIII con Coraz¨®n de Mar¨ªa y la de Costa Rica con Pr¨ªncipe de Vergara-.
La construcci¨®n de pasos subterr¨¢neos ha sido criticada por la oposici¨®n -PSOE e IU- municipal porque implica dar facilidades a los coches en vez de limitarlas. De esta forma, razonan, se permite que en Madrid entren muchos m¨¢s veh¨ªculos de los que la ciudad puede contener. Y recuerdan que las medidas de restricci¨®n de tr¨¢fico han sido torpedeadas una por una, de forma que no hay manera de poner orden cuando los coches reinan. La Operaci¨®n de Regulaci¨®n de Aparcamiento (ORA), por ejemplo, que reserva espacios en las aceras de los distritos c¨¦ntricos para los vecinos que all¨ª viven, ha sido puesta en cuesti¨®n por el alcalde. "Hay que volver a los parqu¨ªmetros en vez de a la vigilancia", dijo el regidor despu¨¦s de que en 1991 una sentencia del Tribunal Supremo pusiese en duda su legalidad.
Pero no son necesarias sentencias. El Partido Popular, en el Ayuntamiento, multa cada vez menos a los que aparcan mal. El concejal de Seguridad, Carlos L¨®pez Collado, ha admitido que en general se cobran menos del 10% de las sanciones que ponen los agentes municipales.
La falta de sanciones ha fomentado la indisciplina de los conductores, responsables tambi¨¦n del caos del tr¨¢fico. La gr¨²a no llega para llevarse los coches estacionados en lugares que impiden el paso a peatones o a otros veh¨ªculos, sino que es una fuente regular de ingresos, unos 180 millones de pesetas al a?o. La gr¨²a se ha convertido en un instrumento mas impopular que nunca debido a que desde enero de 1993 hay que pagar sus tasas de arrastre y las horas de aparcamiento (cerca de 20.000 pesetas) antes de retirar el veh¨ªculo. Hasta entonces, los ciudadanos recuperaban su coche sin pagar.
Un total de 300.000 veh¨ªculos cargan o descargan mercanc¨ªas en Madrid a diario. El Ayuntamiento ha elaborado un bando que regula la carga y la descarga en la ciudad, que no cambiaba en esencia la regulaci¨®n anterior de la carga. El Ayuntamiento ha pensado tambi¨¦n en enterrar los camiones y furgonetas de reparto en estacionamientos.
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