"?Colombia, de fiesta!"
C¨¦sar Rinc¨®n lloraba en el hotel delante de las estampas de los santos
JUAN MORA A las 21.57 horas, veinte minutos despu¨¦s de acabar la corrida, C¨¦sar Rinc¨®n, acompa?ado de su hermano Luis Carlos, su apoderado Luis ?lvarez y otras cuatro personas de m¨¢xima confianza, entraba en la habitaci¨®n 803 del Fox¨¢ 25. Alberto Lopera, de la cadena RCN colombiana, les acompa?aba excepcionalmente, para seguir transmitiendo en directo el triunfo del torero. "?Colombia est¨¢ de fiesta!" De repente enmudeci¨®. Rinc¨®n se hab¨ªa postrado ante el altar que monta antes de cada corrida y lloraba.
Despu¨¦s de unas breves oraciones, comenz¨® a besar algunas de las 60 estampas, cuatro im¨¢genes, otros tantos rosarios y una biblia que, junto con una fotograf¨ªa de su hermana Marta y su madre, fallecida hace doce a?os, forman su particular oratorio. "Uno se va a la plaza y nunca sabe si va a volver. Me he emocionado porque he vuelto triunfador despu¨¦s de haberme jugado de verdad la vida".
Entra en directo para la radio colombiana. Sus ayudantes, mientras, empiezan a desvestirle; quedan al descubierto cicatrices de cornadas. Toma un zumo de naranja. Suena el tel¨¦fono de la habitaci¨®n; tambi¨¦n los dos m¨®viles del apoderado. Son las primeras llamadas de amigos y de periodistas. Afuera hay un mont¨®n de gente. El apoderado les va dando paso con cuenta gotas. Entran los de la televisi¨®n ecuatoriana Tele Andina.
A las 22.11, Rinc¨®n se va a la ducha. Fuera quedan 16 personas que han ido entrando en el sal¨®n. Son los ¨²nicos momentos de intimidad que podr¨¢ disfrutar el torero. La soledad le hace emocionarse y vuelve a llorar: "Pienso en la faena, en los ol¨¦s, y eso pone los pelos de punta. Lo tendr¨¦ que contar esta noche miles de veces, pero ahora, record¨¢ndolo a solas, puedo permitirme el emocionarme, porque lo revivo, excIusivamente para m¨ª".
Cuando sale de la ducha, un cuarto de hora despu¨¦s, ya hay dentro una treintena de personas. Rinc¨®n se va directamente al dormitorio, donde s¨®lo entran sus m¨¢s ¨ªntimos. Se sienta en la cama y va atendiendo las llamadas. Su hermano le viste.
Entra una mujer; es la primera que abraza, besa y felicita al torero. Es Ana Elvira Guti¨¦rrez, la fundadora en Colombia de la primera pe?a Rinc¨®n. Despu¨¦s vienen Mar¨ªa Emma Mej¨ªa, embajadora de Colombia en Espa?a y Natalia, de Antena 3, que dice que se ten¨ªa que haber ido a Sevilla, pero que ni hablar, que ya se ir¨¢ hoy.
El dormitorio pierde su intimidad -han entrado 21 personas- y Rinc¨®n sale al estrecho pasillo del apartamento para atender a las cadenas Caracol7.30 y AM PM de televisi¨®n. Mar¨ªa Jos¨¦, de la SER, y Marisa, de Radio Espa?a, se lo disputan para que entren en directo. "Son dos minutos, C¨¦sar, por favor, que acaba el programa". Pide comprensi¨®n. Fern¨¢ndez Rom¨¢n, de TVE, le hace el nudo de la corbata.
El pasillo se ha convertido en el camarote de los hermanos Marx. "Aqu¨ª no se est¨¢ mal. Ya ver¨¢s lo que hay fuera, en el sal¨®n, esperando", comenta el torero. Entra Eduardo L¨®pez, unamigo que lleg¨® el domingo de M¨¦xico para verle y regresa hoy; tambi¨¦n alguien que dice que abajo tiene una caja de Vega-Sicilia para abrir en la cena.
A las 23.03, Rinc¨®n se asoma al sal¨®n. Setenta personas no dejaban un cent¨ªmetro libre. Tarda diez minutos en avanzar diez metros. A las 23.18 susurra a su gente de confianza: "Vamos a ver si podemos ir saliendo despacito". Pero se para a atender a todo el mundo. A las 23.55 traspasa la puerta del apartamento. Diez minutos despu¨¦s abandona, por, fin, el hotel. Se va a su casa de Las Rozas. Una caravana de coches le sigue. Ha invitado a cenar a sus amigos m¨¢s cercanos. La mesa se ha preparado para 40 personas.
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